La condenada del alzhéimer
Sentada en su sillón favorito por fuerza mayor, la encontré embelesada mirando a la nada. Ni una respuesta a una palabra, ni un gesto ante una caricia. Encerrada en su mundo lleno de enigmas. ¿Será feliz? Condenada a pasar el resto de sus días con su implacable y mortal enemigo.
Hola, Carmen. Con aparente tranquilidad, al leer tu relato nos vamos introduciendo en una situación terrible, en la que descubrimos que donde antes había una mujer, con sus virtudes y sus posibles defectos, ahora no parece más que haber un cuerpo, abandonado por sus recuerdos que, pienso, conforman una parte bastante importante de la vida de una personas. No sabemos si ella sufre o si es consciente de sus sufrimiento, pero al pensar en el dolor y la angustia de los que la acompañan también se nos pone un nudo en el estómago. Suerte y saludos.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Jesús, un abrazo.
EliminarOjalá que dónde se encuentre su mente, sea feliz, muy feliz.
ResponderEliminarExcelente relato!!!
Saludos!!!!
Muchas gracias Silvana, un abrazo!
EliminarMuy buen relato para una muy mala enfermedad. Esperemos que poco a poco vayan avanzando en su cura, mientras seguirá sufriendo todos los que están a su alrededor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Jose Antonio!, algún día llegará ese momento que logren encontrar la cura. Un abrazo ;-)
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