Vida nueva, vida vieja
El día que Antoñita comenzó a tomarse las pastillas indicadas trastocó su vida para siempre. Los elefantes dejaron de ser rosas y los pájaros multicolor nunca más sobrevolaron su cabeza.
Solo cuando el pequeño dragón azul viene a visitarla, abre un frasco que conserva bajo la almohada y todo cambia.
Solo cuando el pequeño dragón azul viene a visitarla, abre un frasco que conserva bajo la almohada y todo cambia.
La esencia se guarda en botes pequeños. Así la esencia de color que desprende tu hermoso micro se guarda en esta enorme fantasía de color de cincuenta palabras. Ni cabe más, ni falta que hace. Felices sueños, felices vacaciones, linda narradora. Esto y un beso, que hace al caso.
ResponderEliminarUna historia llena de imaginación que cuenta un hecho real a base de fantasía.
ResponderEliminarUno de tus micros que más me ha gustado, y eso es decir mucho.
Un gustazo leer las realidades de Antonieta: las buscadas y las encontradas. Un relato lleno del color que llevas dentro.
Un besazo.
Pablo
Hola, Malu. Nos dejas un texto en forma de cuento sugerente y revestido de una, al menos para mí,"sencilla fantasía", por decirlo de alguna manera. Una posible moraleja de la que aprovecharnos para reflexionar, en mi opinión, sería que por mediación de algún elemento traten (o tratemos) de alterar nuestra "realidad" porque así debe ser y, luego, la nueva verdad hace que añoremos la original, tratando por todos los medios disponibles de recuperarla, aún siendo conscientes de que puede que no sea lo que otros opinen que es lo adecuado. Bueno, creo que me he liado un poco... Buena historia. Besos y suerte.
ResponderEliminarLa realidad y la irrealidad, tan a menudo alternantes y solapadas, son multicolores como los pájaros que desde que toma esas pastillas Antoñita ya no siente que la sobrevuelan.
ResponderEliminarPero no pasa nada. Porque en el otro mundo al alcance suyo vuelve a imperar el cromatismo y el hechizo se viste de azul en la piel sorprendida del dragoncito.
En definitiva, ella sabe ir y volver, estar, pasearse y ausentarse, alternar lo nuevo con lo ya sabido, lo viejo. Qué bien!
Un disfrute este escueto pero enjundioso relato tuyo, Malu. Gracias.
Y un abrazo!
Bellas imágenes y de fondo la terrible enfermedad, presentada de una manera sutil que dispara nuestra imaginación.
ResponderEliminarSobresaliente, Malu.
Besito virtual
Malu, me encantó tu relato. Fantasía que esconde como trasfondo una cruel realidad de aquellos que sufren alguna enfermedad mental (entre los que me incluyo). Los psiquiatras nos medican y se sienten "en paz" consigo mismos y con su profesión. Pero lamentablemente la medicación no siempre alivia lo que siente el paciente. Tema que da mucha tela para cortar...y mucho para pensar.Sobretodo, empatía hacia el otro, hacia aquel que a veces creemos que están enojados o malhumorados. Cada quien pelea su propia, y silenciosa batalla.
ResponderEliminarSaludos!!!
Muy bueno Malú. Imaginación al 100%
ResponderEliminarSaludos.
Sabia Antoñita, que sigue guardando un frasquito de la fantasía que está prohibida en este mundo serio y letal.
ResponderEliminarQue nadie nos arrebate los sueños, por fantasiosos que sean.
¡Buenas vacaciones, Malu!
Magnífico juego de fantasía, realidad y figuras que también provocan la fantasía del lector.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga. Buen verano y buenos viajes!
Me da la impresión de que los posibles trastornos de Antoñita no eran tan malos, o que al menos le daban cierto placer que se ha marchado con las pastillas indicadas. Menos mal que, renunciando a acabar con su vieja vida del todo, ha guardado ese frasco para poder darse un gustito de vez en cuando.
ResponderEliminarMe encanta, Malu, lo haya interpretado bien o no. Está escrito de una forma preciosa.
Enhorabuena y un abrazo.
Queridos amigos cincuenristas, muchísimas gracias por pasar por mis relatos. Siento no poder contestaros uno a uno. Os mando mil besos y os pido perdón por no comentar vuestros micros, pero os hago saber que los leo todos.
ResponderEliminarMalu.