A las cuatro
A Juan se le alargó todavía más su sombra cuando sonaron las campanadas de las ocho. La sombra debía andar por los tres metros y pico, dos más que a las cinco y media y tres más que a las cuatro en punto. "Esta ya no viene", pensó desolado.
Gran historia sobre alto tan sencillo como un plantón en toda regla. Me ha gustado la originalidad de tu relato, Marcel, pero aún más su desarrollo. El final es genial.
ResponderEliminarFelicidades.
Un saludo.
Hay que ser como de otro planeta para aguantar cuatro horas y que ese alguien no aparezca. Has condensado la espera en una sombra que asombra por la evolución tan magistral que has hecho de sus sentimientos: espera (ilusionada se supone), inquietud y finalmente desolación. Un saludo Marcel.
ResponderEliminarAlargada es la sombra de la espera. Bien medida y contrapesada me parece su pesar a lo largo del relato. Donde no falta un toque de fina ironía como broche final. Hay quienes son capaces de esperar, y no desesperar. Asombroso. Saludos, Marcel.
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