Así es la vida y viceversa
Rebuscar en los pozos ciegos se le convirtió en algo cotidiano. Aquella viscosa mezcla de restos de comida, heces, orina y quién sabe qué hediondas asquerosidades más... le repugnaba. Hundió su brazo y sintió cómo los dientes de una rata se clavaban en él.
Ayer comió él. Hoy sería comido.
Ayer comió él. Hoy sería comido.
Bueno Salvador, en algunos casos así es el ciclo de la vida, unas veces se gana y otras no.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Cierto, Pilar. «Gira el mundo, gira...» como un bombo de lotería. Dependiendo de dónde nos toque nacer... así, casi con toda seguridad, nos tocará vivir.Gracias por el comentario.
ResponderEliminarLo triste es que haya seres humanos que tengan que buscar su sustento en lo que otros desechan. En ese terreno, las ratas, que se han adaptado a ello, llevan ventaja y todas las de ganar. Las leyes de la subsistencia siempre desechan al más débil.
ResponderEliminarUn relato duro, como la vida a la que hace referencia el título, no muy alejado, por desgracia, de algunas realidades.
Un abrazo, Salva
¿Sabes,Ángel?
EliminarAcabo de darme cuenta de que mi relato sigue al tuyo.
Hace varios años comencé a leerte en twiter y, ocasionalmente, leía,lo que escribías en esta página. Un día, hace más de tres años, me atreví a hacerlo yo.
Siempre agradeceré tu apoyo incondicional a lo que escribo. Aunque, a veces, íbamos por caminos equivocados. Aprendí de ti a buscar temas en lo cotidiano. En esta ocasión me decanté por este, tan actual, dramático y duro. Quizás lo he llevado al esperpento... pero... así es la vida y viceversa.
Gracias, siempre, Maestro.
Demasiado cotidiana esta escena de personas que malviven con lo que otros desechamos. Tan acostumbrados estamos, que la hemos incorporado a nuestro paisaje urbano. Y las diferencias sociales van creciendo cada día.
ResponderEliminarUna mirada atenta y dura la de tu micro, Salvador. Un fuerte abrazo.
Carmen veo que «tú también miras». Es tan cotidiano ya que ni los,vemos y si lo hacemos es para apartarnos.
ResponderEliminarLa realidad es más dura que mi ficción, a pesar de que parezca lo contrario.
Muchas gracias, Carmen.