El libro
Le gustaba oler las páginas del libro de su vida. Algunos escépticos dudaban de que eso fuese posible. Ella, sin embargo, lo había conseguido, aunque no fue fácil. El sentimiento de pérdida y la memoria de unos años que no iban a retornar provocaron esa catarsis. Ya solo restaba desaparecer.
La sensación de que se ha hecho todo lo que había que hacer, que nada queda pendiente, que el ciclo se ha terminado, puede ser semejante a lo que un libro, cuando se termina, deja en los sentidos, olor incluido. Salvo en casos en los que el fin llega demasiado pronto, quizá no sea tan difícil saber, barruntar al menos, en qué momento un libro llega al capítulo final, al igual que una vida. Los recuerdos que hayamos dejado en otros serán como las relecturas de un volumen, rememoranzas vitales.
ResponderEliminarHermoso y singular relato, en el que no podía faltar la hermosa visión lírica y personal que transmites en cuanto escribes.
Un abrazo, María José
Una nueva aproximación a lo vivido que da plenitud y serenidad. Más allá de la pérdida y la nostalgia. Hay que aprender de los que saben hacerlo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, María José.
Un saludo.
Hola, María José:
ResponderEliminarNuestra vida es como un libro, con páginas hermosas y otras que huelen como a gato muerto. Hasta que al fin llega la página en blanco, la definitiva. Es bueno oler nuestra vida, nos resitúa. Nos puede poner en otra órbita.
Me gusta tu texto, me gusta mucho.
Enhorabuena y un beso grande y entrañable.
Alrededor de esa gran frase, 'oler las páginas del libro de la memoria', pivota todo este intenso relato. El olfato es el sentido del recuerdo, la puerta de acceso a lo ya olvidado por la mente pero no por el alma, el equipaje al que nos aferramos antes de cruzar la última frontera.
ResponderEliminarFantástico, Mª José.
Un abrazo.