Empatía
Érase una persona injustamente considerada tóxica que se inscribió en un curso de inteligencia emocional. Su eterna mala suerte la hizo verse excluida durante la inscripción, todo era un desastre. Estuvo por enviar una reclamación justificadísima. En cambio desplegó una gran paciencia. Felizmente pudo contribuir con sus experiencias más ejemplarizantes.
Me lleva tu relato, Manuel, a reflexionar sobre el poder devastador de las apariencias. Las etiquetas catalogan a las personas como si de objetos se tratase. No obstante, cuando es posible ver bajo el tapiz de lo superficial, el ser de cada persona guarda un apasionante discurso que atesora el valor de su propia experiencia personal y que, sin duda, puede enriquecer a los demás.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Manuel.
Lo siento, mi comentario no salió como respuesta a tu reflexión. Más abajo lo tienes. Gracias
EliminarMe gusta reflejar en mis relatos aquello que queda oculto, que hay que buscar bajo la superficie. Quiero utilizar el lenguaje como instrumento dilucidador de estas realidades tapadas por las costumbres y las normas y etiquetas sociales. Aprecio grandemente tu reflexión. Un saludo, Manuel.
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