Fin
La terraza del bar alistano era mi atalaya, mi refugio. Divisaba un pueblo de la raya aquel verano caluroso. Disfrutaba su luz, aromas, melodías y colores, hasta que un infernal incendio me robo los olores, las sombras, los verdes, azules, amarillos, ocres, el sinfín de tonalidades, mi infancia.
Quedé huérfano.
Quedé huérfano.
Doble lectura sobre la orfandad del protagonista. Por el incendio, huérfano de familia y huérfano porque las llamas se llevaron lo que él más apreciaba, su atalaya donde vivía y soñaba.
ResponderEliminarMelancólica la forma en que lo has expuesto.
Suerte, Toño
Emotivo, bien narrado y llega al corazón.
ResponderEliminarMis felicitaciones por esa obra maestra.