La ventana indiscreta
Ya es la hora. Primero, ruido de persianas y ventanas al abrirse para ventilar, después, el aroma del café recién hecho. Los pelos alborotados, el pijama arrugado, la cara sin lavar.
Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.
Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.
Se podría decir que en ausencia de vida propia, se vive la de los demás como la de uno mismo.
ResponderEliminarSaludos cordiales Aurora.
Eso parece, Pilar. Escribí este relato cuando me di cuenta de que me observaban todas las mañanas. El interés que le suscitaba yo por lo menos me sirvió de inspiración.Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYo miro, tu miras, el/ella mira... Te confieso que lo primero que hago por la mañana es apartar la cortina de la ventana un poquito, lo justo, para ver lo que pasa fuera. Es una necesidad vital, no creo que haya que arrepentirse de nada. Y si hay un vecino o vecina interesante, mejor que mejor. Estimulante relato, Aurora. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Pepe. Nunca sabe uno lo que puede encontrarse cuando se asoma a una ventana. Y si el vecindario quiere compartir, pues a celebrarlo. Un abrazo fuerte.
EliminarY cundo se lo diga ella se sentirá halagada, o tal vez perseguida. Todo dependerá de sus intenciones y del sentir y circunstancias de esa mujer Tal vez sea un hombre bueno, tímido y enamorado, que será correspondido o no; o puede que sus intenciones no sean nada buenas.
ResponderEliminarUna escena, en apariencia cotidiana, con las posibilidades de un mundo abierto, como una ventana.
Un abrazo, Aurora.
Ángel, me gusta mucho la idea de que fuera un hombre bueno, tímido y enamorado. Daría para un buen relato de amor. Y la vecina con intenciones malignas, también tiene lo suyo. Muchas gracias por tu comentario, puede que de él salga algo más. Un fuerte abrazo.
EliminarTodo me lleva a pensar que el protagonista está enamorado hasta los huesos de ella y el peso de la timidez no le deja otra opción que la observación desde detrás de las persianas. Me parece un relato brillante, lo que viniendo de tu pluma ya no me sorprende, coronado con un espléndido titulo, que nos trae la imagen de James Stewart y su cámara. Una excelente elección.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Aurora!
Un beso.
Pablo
Muchas gracias por tus palabras, Pablo. Aunque he tardado en leerlas. Parece que me he despistado un poco. Si fuera el caso de un enamorado tímido, habría que darle un pequeño empujón para que abra esa ventana de par en par y deje entrar al amor. Un fuerte abrazo.
EliminarCreo que es algo innato en el ser humano. Mirar, escudriñar, observar... sin ser descubierto. Muy buen relato Aurora, además, real. ¿Quien no lo ha hecho alguna vez? No creo que se lo diga nunca. Perdería encanto.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias por tu comentario, Mª Luisa. Siento haber tardado en leerlo. De todo se aprende. Y para nosotros, amantes de las historias, todo es motivo de inspiración. Un fuerte abrazo.
EliminarTu relato me ha sugerido que, a veces, solo miramos la vida fluir a través de una cámara. Y esperamos vernos en alguna secuencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es cierto, Josep Maria. Qué curioso sería sentarnos un rato y ver nuestra vida pasar sin participar en ella. Un fuerte abrazo.
EliminarAcabo de bajar la persiana, ...solo te digo eso, jajaja, me encanta!! Enhorabuena Aurora!
ResponderEliminar¡No pretendía que cundiera el pánico, Carmen!Jeje. Seguro que has dejado a más de una persona frustrada. Un fuerte abrazo.
Eliminarver nuestra propia cotidianidad tras cristales ajenos nos devuelve una confortable afinidad, en el mejor de los casos, o una sensación de posesión, en el peor de ellos.
ResponderEliminarCoincido con mis compañeros comentaristas en que, en este caso, más parece un caso de enamoramiento en conserva, un voyeur platónico que se conforma con presenciar de lejos lo que le encantaría compartir de cerca.
Buen relato Aurora.
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario, Antonio. Siento haber tardado en leerlo. Si nuestra vida nos aburre, siempre podemos nutrirnos un poco de las experiencias de los demás. Sin asustar, claro. Un fuerte abrazo.
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