Olores
Despertó aturdido, desganado y con frío, pero el olor a madera le reconfortó al evocarle su lejana infancia, cuando acompañaba a su padre en el viejo taller de carpintería.
Asustado, pensaba que si hubiera prestado más atención entonces, tal vez ahora sabría cómo desatornillar la tapa.
También olía a tierra.
Asustado, pensaba que si hubiera prestado más atención entonces, tal vez ahora sabría cómo desatornillar la tapa.
También olía a tierra.
¡Qué miedo! A parte de la claustrofobia y el terror de tu relato, cierto es que, como dijo Proust, ciertos olores nos recuerdan sentimientos y momentos del pasado. Un abrazo, Álvaro.
ResponderEliminarHola Aurora. Sí, creo que es un terror que todos tenemos, seguir vivo cuando todos te dan por muerto...
EliminarGracias por tu comentario, y un abrazo de vuelta.
Jajaja, que final tan corto y apoteosico, me encanta como tu micro te despeja todas las incógnitas con las cuatro últimas palabras. Muy guay!!
ResponderEliminarHola Carmen, me alegra que te haya gustado. Te agradezco tanto la lectura como el amable comentario. Un cordial saludo.
EliminarTerrorífico! Perfecto! Aplausos!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Loli!
EliminarEste micro resucitaría a un muerto... y nunca mejor dicho.
ResponderEliminarEstupenda técnica narrativa, ese contar sin contar que engrandece a los textos breves. Muy bueno. Enhorabuena, Álvaro.
Hola Mallen. Agradezco enormemente tu comentario,es de los que te animan a seguir juntando y contando palabras. Un abrazo.
EliminarQué cierto es aquello de "el saber no ocupa lugar". Algunos conocimientos de ebanistería le habrían venido muy bien a tu protagonista para salir del féretro, comprobar quienes se alegrarían de su "resurrección" y quienes se decepcionarían, para darse el gusto de interponer una demanda por negligencia contra el doctor que certificó su óbito. El sentido del olor ha regresado para mostrar que se precipitaron al facturarlo para el otro mundo, también para dejarle claro que conviene atender las enseñanzas de los mayores. La última moraleja para él es que el refrán: "nunca es tarde para aprender" tiene excepciones.
ResponderEliminarImaginativo relato.
Un saludo para ti y, si me lo permites, para Marvin el marciano.
Marvin te devuelve sonriendo el saludo, y yo te agradezco tu elaborado y siempre acertado comentario, todo un honor para mí.
EliminarUn abrazo Angel.
Claustrofobia total. Lo consigues completamente Álvaro en tu micro, y con las palabras justas. Enhorabuena.
ResponderEliminarHola Mª Luisa. Me aterran los espacios reducidos y más aún si no tengo clara la salida,así que creo que mejor el fuego final. Pero, ¿¿y si...??
EliminarGracias y un cordial saludo.
Simplemente macabro. Fantástico.
ResponderEliminarHola Manuel. Creo recomendable dejar por escrito que nos entierren con una navaja suiza en el bolsillo...
EliminarMuchas gracias y un cordial saludo.
Este relato desprende el aroma de las cosas bien hechas, repletas de elegancia y talento. Recoger recuerdos y añoranzas para envolverlos en un relato del más absoluto terror, tiene un mérito estratosférico, Manuel. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Perdón, Álvaro, que te he cambiado el nombre, así, alegremente.
EliminarTe agradezo sinceramente, Antonio, tu amable y constructivo comentario.
EliminarUn abrazo.
Guau!!! Qué bueno!!! Es una pasada, Álvaro-
ResponderEliminarMuchas gracias MARCO, me alegra que te haya gustado.
EliminarMe alegra ver tu textazo ahí, Álvaro (me impactó) Los demás tengo que leerlos; seguro que también son fantásticos.
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