Piar y piara, cuestión de lenguaje
Aquel país era un nido de picos hambrientos. El desquiciante piar llegó hasta el orondo monarca, quien engordaba sus carnes a tiro de caza mayor.
Para silenciarlos, aconsejado por su galeno, difundieron este pregón: "La comida soberana impide el vuelo. Sólo una dieta absoluta os convertirá en aves del paraíso".
Para silenciarlos, aconsejado por su galeno, difundieron este pregón: "La comida soberana impide el vuelo. Sólo una dieta absoluta os convertirá en aves del paraíso".
Hola, María Jesús.
ResponderEliminarUn texto muy bien tejido en torno a ese monarca abocado a la gula, un gordinflón, y esos picos hambrientos por doquier en aquel país, como tu dices. Los que pasaban tanto hambre piaban lo suyo y ponían de los nervios a su rey. Entonces vino la preposición "para" cerrar las bocas, los piares de los súbditos, por consejo del avieso médico real, corrió el pregón que tiene su guasa: el cuento del paraíso. La historia es siempre la misma: mientras unos se hartan otros se ven privados. De lo que a unos les sobra otros adolecen. En fin...
Me gusta mucho tu propuesta que abre profundas reflexiones.
Un beso grande.
Me hace ilusión que este relato se abra a distintas reflexiones.
EliminarOtro beso para ti, Eduardo.
*El relato ha salido como "Piares y paras, cuestión de palabras" cuando era "piaras". De todas maneras, María Jesús ha preferido cambiar el título. ¡Disculpas!
ResponderEliminarMillones de gracias por tu rapidez.
EliminarSaludos cordiales
El piar del hambre de un pueblo, y la piara presidida por su máximo gobernante, un rebaño de cerdos orondos que no saben lo que es la solidaridad, la justicia y el reparto equilibrado. No solo eso, el piar de necesidad de las gentes le molesta. Todo un personaje.
ResponderEliminarUn relato sobre la desigualdad y la riqueza del vocabulario.
Un abrazo, María Jesús
He intentado reflejar el poder del lenguaje adaptado a las necesidades del momento.
EliminarOtro abrazo, Ángel.
Este relato, María Jesús, es mucho más que un juego de palabras, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Agradezco tu comentario, Paloma.
EliminarBesitos virtuales.
Desde luego ese monarca nunca será ave del paraíso y no tendrá nada que ver su alimentación.
ResponderEliminarBuen micro, M. Jesús.
Un beso.
Pablo
Pablo, agradezco tu tiempo empleado en leer y comentar.
EliminarBesito virtual.
Mentiras despiadadas envueltas en la fe para acallar al pueblo mientras el poder engorda de hipocresía y maldad. Una parábola que se refleja en muchos lugares de nuestro mundo. Me ha gustado mucho, María Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encanta el punto de vista, al que te ha hecho llegar mi relato.
EliminarUn abrazo virtual, Salvador
El pueblo pía de hambre y los oídos del cebado monarca no soportan su apremio. La manipulación está servida: la dieta famélica los convertirá en aves de paraíso, más bellas, más dignas de alcanzar el cielo.
ResponderEliminarUna fábula irónica con un acertado juego de palabras, María Jesús. Besos.
Tus comentarios siempre son instructivos, Carmen. Calas hasta el fondo del relato sacando todo el jugo y lo aderezas con acertadas consideraciones.
EliminarUn besito virtual.
Parece un cuento de las Mil y Una Noches, por la forma en que lo cuentas, pero con tu ironía característica se transforma en una bomba de hidrógeno literaria.
ResponderEliminarEnhorabuena, MJ.
¿Una bomba de hidrógeno?. Yo diría que una bomba verbal que aún son más peligrosas.
EliminarAbracito virtual, Patri.
La política se sustenta en el arte de dominar el lenguaje, en hacer malabarismos con objetos de colores para que las manos pasen desapercibidas, como tu orondo monarca que juega con las palabras, que es jugar con los estómagos.
ResponderEliminarFábula mordaz que demuestra que un pueblo confuso es un pueblo dominado.
Felicidades por este magnífico relato, María Jesús.
Un abrazo.
Tus comentarios siempre me conmueven por lo generosos que son para mis relatos.
ResponderEliminarOtro abrazo, Antonio.
El poderoso, reflejado en el monarca, sabe bien que hacer creer su propio relato al pueblo es fundamental para manejarlo y ponerlo a su servicio; del piar a la piara, solo hay una cuestión de lenguaje, como queda claro desde el título; es el, el lenguaje el que trenza las relaciones de poder social entre las personas.
ResponderEliminarMucho para reflexionar nos sirven tus cincuenta palabras de este mes. Un abrazo, Mª Jesús.
Mil gracias por tus apreciaciones, amigo Manuel.
ResponderEliminarSaludos afectuosos.