¿Quién apagó el sol? (La ciudad sin alma I)
Las primeras semanas fueron espantosas. Sin serotonina, la oscuridad trajo también oscuridad de entendimiento. La gente perdió la noción del tiempo. Comenzaron los robos y asesinatos. Aún recuerdo a Rebeca, una mujer risueña y comedida, ardiendo a lo bonzo entre desvaríos atroces. Nadie entendía que el sol se hubiera apagado.
¡¡Wow!! Raquel, has encendido una mecha inconmensurable. No pienso perder ni una palabra de los siguiente.
ResponderEliminarMagnífico. Un abrazo.
Inquietante relato, Raquel. Me ha gustado y me impacta hasta en su relectura..
ResponderEliminarSi como nos anuncias en esta primera entrega, el sol se apaga... Apaga y vámonos. Estamos buenos, no habrá bicho viviente que lo entienda. Esto es tan perturbador o más que el Apocalipsis.
No estamos diseñados para soportar una oscuridad completa. Hasta el desenfrenado empeño por conocer, que nos caracteriza (junto a la insondable maldad/bondad y estupidez) podría nacer de la añoranza de la luz. La luz.
Sin embargo, intuyo que tus letras anuncian no sé qué tipo de extraña luminosidad residual, imposible, de origen insospechado... Veremos. Un mes, más o menos, durará la espera, o acaso varios.
Un abrazo!
Los seres vivos se adaptan al medio, los seres humanos no son una excepción. Sin caer en tópicos, los usos y costumbres de las gentes varían cuanto más al sur o al norte se encuentren, que las horas de luz son fundamentales es un hecho demostrado y comprobable. Su inexistencia afectaría gravemente a todo lo que se mueve, una mujer risueña y comedida podría convertirse en lo opuesto. Alguien ha apagado el sol. Nos quedamos con ganas de que nos lo cuentes. Crear expectación tiene mérito.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Deseando leer sobre esa ciudad sin alma. Tus primeras semanas (la consecuencia y la reacción) aparentan presentan de forma precisa por dónde van a ir las siguientes entregas, pero mi intuición me dice que nos vas a sorprender. El título me ha parecido absolutamente fascinante porque deja aparcado en la oscuridad al causante sin exponer sus motivos. Espero que se aclare. Me ha recordado el ambiente de "El amor es ciego" de Boris Vian, solo la situación de unos personajes sometidos a lo imprevisto. Un abrazo, Raquel. de Cristina Aguas.
ResponderEliminarHola Raquel. A la serotonina se la conoce como la hormona del placer y también del humor. Su falta, asociada a estados depresivos, trae consigo funestas consecuencias. Espero con ansiedad (controlada, claro) la continuación que nos prometes de esta saga. Abrazos.
ResponderEliminarEl apocalipsis bajo las riendas de tus palabras se presenta misterioso y poderoso, turbador y equilibrado, con esa frase final, perfecta para cerrar el relato y abrir el siguiente.
ResponderEliminarA la espera bajo la sombra de ese sol apagado.
Un abrazo, Raquel.
Interesante relato breve donde se hace una curiosa mensión de los ciclos cicardianos, la serotonina y la regulación de los ciclos del sueño con el temperamento animal. Sin duda alguna somos hijos de una Tierra con determinadas condiciones y cambiar estas tan drásticamente nos acaerrá grandes problemas.
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