Tareas cumplidas
Al plantar el árbol cumplí otro de los objetivos. Días antes nació nuestro hijo. Sólo me quedaba una cosa pendiente. Desde que la completé, reconozco haberme distanciado de la familia, pero todavía les protejo, casi tanto como antes de que terminase la última línea de mi novela y cayese desplomado.
¡Relato número 5.000!
ResponderEliminarUn lujazo y una lotería que haya recaído en mí un número tan redondo. El azar es así de caprichoso. Tú dirás que la página se hace entre todos, pero de nada serviría si no hubieras creado y mantenido este lugar mágico. Así que un millón de gracias y un abrazo enorme, Álex
EliminarBuen relato 5000 Ángel . Viene muy al pelo... aunque ya sabes lo que dicen: lo fácil es tener al hijo, plantar el árbol y escribir el libro ; lo difícil es criar al hijo, regar el árbol y que alguien lea el libro.
ResponderEliminarUn abrazo compi,
Mientras podamos, seguiremos sumando relatos y haciendo entre todos que la cifra global suba y suba. Tienes razón en cuanto a lo demás: hacer las cosas no es tan difícil, el mérito es mantenerlas y que tengan una utilidad.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Raquel
Y no palmarla en el intento.
ResponderEliminarFelicidades por ese "peldaño 5.000" y a seguir subiendo.
Un saludo,Ángel.
Pues sí, de qué sirve ningún logro si no se puede disfrutar. Es como el corredor de maratón que cae inerte al llegar.
EliminarEsos 5.000 los duplicaremos entre todos y más allá.
Muchas gracias y un saludo, María
Hola, Ángel, escalador supino.
ResponderEliminarFelicidades por la coronación de ese pico tan elevado, nada menos que un 5.000. Y lo que vendrá. Seguro que esa novela que no va a conseguir que te desplomes. Eres el rey de las tareas cumplidas y las por cumplir, prolífico como Lope de Vega.
Enhorabuena por todo y un abrazo muy grande.
Ese pico lo vamos construyendo entre todos, a partir de la primera y fundamental piedra que puso su fundador. Tú contribuyes a ello y no poco, en cantidad y calidad. Prolífico ya me gustaría serlo más, como arañar unos metros de los años luz que me separan del gran Lope.
EliminarMuchas gracias, Eduardo. Otro abrazo grande para ti
¡Toma ya!!!! ¡El relato 5.000!!!
ResponderEliminarEnhorabuena para todos, para Ángel porque no podía haber caído este relato redondo en un relatazo más apropiado. Y para Álex, porque sin ti nada de esto sería posible.
Tarea cumplida, Ángel, pero no caigas desplomado. ¡Súbete al globo de los 5.000 y a volar!
Tú hubieras sido mejor destinataria de esta cifra redonda, si no ha sido así solo puede ser por un motivo: porque se coronará la cifra de un millón con un relato tuyo. Estaremos para verlo y dar de nuevo las gracias a Álex, como yo te las doy ahora a ti.
EliminarAbrazos
Hubiera sido mucha casualidad. ¡El relato 3.000 fue uno mío! Que la página siga después de tanto tiempo es el mejor regalo para todos y que te haya tocado a ti, es merecidísimo por lo que representas: constancia, maestría y elegancia.
EliminarAcabas de decirme que hay vida tras la muerte cuidando de los tuyos. Confío y deseo que estés así, eternamente, cuidándonos y arropándonos a todos desde la inmensidad de tu s relatos, comentarios y corazón. Un abrazo, Maestro.
ResponderEliminarSi no existiera vida tras la muerte tendríamos que inventarla, aunque solo fuera para que fuese posible mantener los afectos en el tiempo.
EliminarGracias a ti por tus palabras y por tus relatos, Salvador.
Un abrazo
Ángel, te ha vuelto a salir un micro de los de premio! Me ha gustado su agilidad narrativa, la idea inicial y el muy original desenlace.
ResponderEliminarTu árbol es tb. una criatura como tu criatura y lo es asimismo el libro. Vamos tres. El relato sería como la copa de un árbol, el que acaba de ser plantado, salpicado, a veces, de algunas gratas sorpresas a las que se llaman primero flores y después frutos. Sin contar con la sorprendente aparición de eventuales pájaros que jugueteen por allí.
Es terrible lo que le pasa a tu exhausto prota: al finalizar el libro cae desplomado. No quiero ni pensar en lo que, en consecuencia, puedan estar sintiendo tanto el bebé como el árbol. Las dos criaturas sufrientes de la terna.
Aprovecho para enviarte un abrazo.
Sería materia de estudio tratar de dilucidar en qué momento quedó establecido que las tres tareas que deben completarse en una existencia sean esas y no otras, como montar en aeroplano o levantar una empresa, por ejemplo. Por otro lado, de poco serviría conseguir objetivos si, acto seguido, no se puede disfrutar de ellos. Tal vez lo mejor sería buscar metas inalcanzables, para tener un motivo por el que superarse de forma continua, esa sería la verdadera tarea, aunque nunca se cumpliese.
EliminarMuchas gracias, Carmelo
Un abrazo
Enhorabuena, Ángel, por este relato en el que dejas las tareas cumplidas. Me encanta cómo escribes, lo que no es ningún secreto, y lo que escribe, pues sabes escoger siempre un tema oportuno.
ResponderEliminarMe alegro un montón que este relato redondo, tanto en el número como en la calidad, lleve tu firma, uno de los grandes timoneles de este grandioso barco de 5.000 x 50 palabras de eslora.
Un abrazo.
Pablo.
Este barco no deja de crecer y tú eres en buena parte responsable de ello. Todos cuantos te conocemos tenemos un sentimiento entrañable hacia ti, será porque tu calidez humana, tu generosidad y tus palabras son únicas, al igual que tus relatos, para no perdérselos. Eres creador de grandes momentos de ficción y generador del mejor ambiente real, ni una cosa ni la otra se pagan con nada.
EliminarMil gracias, Pablo
Un abrazo fuerte
¡Enhorabuena, Àngel! ¡Qué felicísima coincidencia que el relato 5.000 te haya correspondido a ti! Y Enhorabuena también a Àlex por tu gesta. Aunque ya no me prodigue por aquí, continuo sintiendo mía esta maravillosa pàgina. Muchas gracias a todos los que la hacéis posible.
ResponderEliminarPerdón por entrometerme, Ángel.
EliminarAmigo Carles, es una alegría leerte de nuevo por aquí. Tan solo decirte que tu próximo Cincuenta sería tu relato número 50. Ahí lo dejo a ver si te animas.
Un fuerte abrazo.
Todo tuyo, querido Ángel.
Pablo
¡Hombre, Carles, muy buenas tardes! Yo también espero verte de vuelta algún día, ya lo sabes. Quedarse en 49 relatos sonó mucho a "Continuará".
EliminarY aprovecho para que conste que fue una feliz coincidencia que el relato de Ángel cayera en el 5.000, aunque parezca preparado ;-)
Bendita coincidencia, coincidiendo con un muy buen relato como nos tiene acostumbrados Ángel.
EliminarVeremos quién es el afortunado del 10.000
Un saludo
Carles, no imaginas la ilusión que me hace volver a ver tus palabras. Por algo será que todos pensamos lo mismo, pues Pablo y Álex se me han adelantado al decir que esperamos tu regreso a las letras. Solo me atrevo a añadir que seguro que tendrá lugar. Cuando, antes o después, el corazón te lo pida, ya sabes donde estamos.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Carles
Doy fe de que, como dice nuestro capitán, ha sido coincidencia que me tocase a mí una cifra tan redonda, prueba de que la suerte existe.
EliminarYa sabemos que la vida da muchas vueltas, pero esperamos estar aquí para ver quién será el afortunado relatista diez mil. Lo importante será poder ser testigo de ello.
EliminarGracias y un abrazo, José Antonio
Está claro que hasta las cifras se rinden a tus letras! Buena propuesta Ángel, me ha gustado leerte
ResponderEliminarUn beso..
No creas que los números y yo nos llevamos demasiado bien, igual es una señal para una reconciliación. A partir de ahora los miraré de otra manera, incluso los de la lotería, que siempre me ignoran.
EliminarMuchas gracias, Paloma.
Un beso
Una vida vivida para dar vida seguro que deja huella más allá de la muerte. Algunos mentores nos protegen incluso entonces. Un microrrelato lleno de significado. Enhorabuena, Ángel.
ResponderEliminarUn saludo y felicidades a Álex y a 50 palabras por haber llegado a los 5.000.
Aunque dicen que nada es para siempre, cuesta creer que unos vínculos fuertes y sinceros se pierdan en la nada.
EliminarÁlex se merece un monumento. En cuanto a lo que de nosotros depende, seguro que intentaremos que ese pico de 5.000 se quede pequeño.
Muchas gracias y un saludo, Josep Maria
5.000 Felicidades, Ángel. Pero, por favor, sigue escribiendo sin desmayos, eh?. Todos te lo agradeceremos leyéndote con pasión. Fuertes abrazos.
ResponderEliminarQue no nos falte el ánimo ni la salud para hacer algo que tanto nos gusta y en lo que todos aprendemos de todos.
EliminarMuchas gracias, Pepe,
Abrazos fuertes
¡Grande, Ángel! Felicidades por este relato que cae en número tan significativo. Y gracias por cada uno de tus relatos y comentarios que forman parte indisoluble del alma de esta página. Con cada uno de ellos nos haces mejores y nos enseñas -aunque no lo pretendas- también a escribir mejor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. ¡Que sean muchísimos más!
Tú eres el que nos enseñas, Manuel, lo que es escribir, con tus palabras e historias tan cuidadas. Un verdadero lujo que, como casi todo lo que de verdad importa, es gratis a pesar de ser tan valioso.
EliminarMuchas gracias y un abrazo fuerte, Manuel
La casualidad del 5000 no empaña tu talento. Igual daba que hubiera sido el 4068...Genial relato, amigo
ResponderEliminarYa sabes cómo funciona esto: uno escribe sin conocer bien la causa, o la inquietud que lo motiva; luego, no sabe si lo que hace llegará a alguien o habrá merecido la pena, al menos a mí, te lo puedo asegurar, siempre me entran dudas. Cuando se comparte ya no nos pertenece. Se trata de un proceso misterioso. Lo que si sé es que, si gusta, es una satisfacción.
EliminarMuchas gracias, Rafael. Un abrazo
Maestro Ángel (de quien puedo presumir que tengo por amigo), ¡¡ENHORABUENA POR TU RELATO!! A tu excelente historia, se le une la virtud, casual, de ser el relato número 5000 de esta página literaria a la que estamos indisolublemente unidos tanta gente y... cada vez más. Sucede algo parecido con nuestra amistad, nacida en este mismo entorno. Y, en mi caso, además, se añade mi devoción por la manera que tienes de escribir y de elegir temas, siempre tan cercanos pero, a la vez, tan cargados de profundidad.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por haber sido tú quien ha puesto la guinda de cinco mil relatos en Cincuenta Palabras. Orgulloso de ti y muy agradecido, ¡cómo no!, al artífice de este rincón de buena literatura, mi también amigo Álex Garaizar. Gracias a ambos.
A Álex no solo le debemos el haber creado una herramienta única, capaz de motivar para extraer la creatividad de cada uno y compartirla, para enriquecimiento de todos. También y no es menos meritorio, nos ha permitido conocer a personas que estaban detrás de esas letras, con la consiguiente satisfacción de encontrar muy buenas amistades y gente llena de humanidad y la más sana inquietud. Yo no me canso de dar las gracias al artífice de Cincuenta Palabras, uno de los motivos de ese agradecimiento es, sin duda, haberte conocido, José Antonio
EliminarMil gracias por tus palabras y un abrazo, amigo
Posdata: No te tomes al pie de la letra el título de tu relato y, por favor, sigue deleitándonos con tus historias. Que tienes muchas cosas aún por contarnos, compañero del alma, compañero.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé si para bien o para mal, pero no acabo de parecerme mucho al personaje. He intentado plantar bonsáis, que no dejan de ser árboles, con fracasos absolutos. Novela no puedo decir que tengo, a pesar de un intento fallido, unos folios vergonzantes escritos hace años, que guardo en algún cajón. Hijos sí que tengo dos. Las tareas nunca están cumplidas del todo, el afán de aprendizaje constante es la mejor de las pautas.
EliminarGracias de nuevo, José Antonio. Que no falten tus letras y tu amistad. Abrazos
El hij@, el árbol, el libro. Cómo lo plasmas madre mía!! Un gustazo leerte siempre y confirmarque eres de verdad un maestro. Un fuerte abrazo. Antonio
ResponderEliminarComo acabo de decirle a José Antonio, así lo siento, sé que nunca dejaré de ser un aprendiz, que se nutre de lo que otros hacen muy bien, tú entre ellos.
EliminarMuchas gracias, Antonio.
Un abrazo fuerte
¡El micro 5000 con tus letras, Ángel! Doble enhorabuena. Sigue cultivando los bonsáis, cuida de tus hijos y regálanos tus relatos. Ah, en cuanto los jóvenes se independicen, nos debes el libro. No importa el género, porque de la calidad literaria estoy convencida. Me pongo a la cola para que me lo firmes.
ResponderEliminarFelicidades también por ser como eres. Un fuerte abrazo.
Seguro que al igual que muchos, tengo la sensación de que floto entre dos realidades. Por un lado, las interminables posibilidades de aprender, a la vez que la lucha por arañar, al tiempo esquivo, cuanto sea posible para dar salida a esa inquietud que llamamos escribir. Bajo esas circunstancias en las van pasando los días, algunos hemos tenido la suerte de encontrarnos a personas como tú.
EliminarMil gracias, Carmen (o más bien 5.000).
Un abrazo fuerte
Parece ser que la frase tan repetida de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro la dijo el poeta cubano José Martí. Sea como fuere, se ha convertido en cultura popular, en ese acervo al que echamos mano una y otra vez, en las diversas circunstancias que tenemos que vivir, para darnos ánimos, añadir algo de humor a los reveses de la vida e intentar comprender lo que nos ocurre.
ResponderEliminarTal es así con el personaje de tu microcuento, el cual parece haber hecho suyas esas tres metas principales que darían sentido a la vida, y se ha propuesto llevarlas a cabo.
Pero la vida no puede planificarse como el montaje de un mueble, hacer planes es necesario, pero en el tablero de ajedrez de la existencia el destino también mueve sus fichas, con lo cual, aquello que habíamos imaginado o proyectado de una manera sucede de otra, o no sucede.
Plantar un árbol parece fácil, el que ese árbol crezca sano y contribuya a paliar la contaminación humana parece más complicado, y el responsabilizarse de ese árbol pues ya es una obligación a la que hay que dedicarle su tiempo.
En mucha mayor medida ocurre con los hijos, como vemos en los continuos ejemplos que la vida nos pone ante los ojos, donde los resultados, a veces, no van parejos con los esfuerzos y desvelos empleados en su educación, donde cada uno de ellos es diferente del resto, y lo que vale para uno no vale para otro.
Pero el personaje de tu microcuento se sentía feliz en el momento en el que vio cumplidas dos de esas tres condiciones que él pensaba que eran necesarias para que la vida fuese plena, sólo le quedaba la tercera, la de escribir un libro, y a ella parece que se entregó con todas sus fuerzas, con toda su voluntad, tal fue así, que le ocurrió como a esos maratonianos que poco antes de llegar a la meta se caen desplomados.
Y no sólo eso, esa entrega, esas horas robadas a su familia para escribir esa novela, le distanciaron de sus seres queridos, aunque su amor por ellos siguiese siendo el mismo, aunque, probablemente, ellos no comprendieran la necesidad que tenía de ver cumplido ese sueño.
En definitiva, sea cual sea el esquema que uno siga en su vida, siempre hay que contar con los imprevistos, con los fracasos, con que muchas cosas se frustrarán y otras no llegarán nunca, es el aprendizaje de la decepción, el cual, ha de servirnos para valorar todo lo bueno que nos suceda y apurar cada gota de felicidad –y esta puede depender de muy poco- que el destino ponga en nuestros labios.
Felicidades Ángel porque este relato sea el número 5000, creo que el azar te ha hecho un cariñoso guiño.
Un fuerte abrazo ya otoñal.
El personaje se ha tomado de forma demasiado literal las tres tareas que, se supone, toda persona debería acometer para acercarse al objetivo de una vida plena. Nunca José Martí pudo imaginar que una ocurrencia propia iba a formar parte del acervo universal, identificada como modelo de vida o metas a alcanzar.
ResponderEliminarNo me gusta mucho hablar de mí, pero voy a hacerlo esta vez porque creo que viene al caso, en el sentido de que soy bastante programado (cuadriculado me dicen a veces), pues nada odio más que perder el tiempo, que es cierto, es oro. Ese afán mío para que nada escape al control hace aguas por todas partes. Como bien dices, la vida enseña que no todo puede encauzarse a nuestra medida, pues son muchos los factores que juegan, unas veces a favor y otras en contra, pero no queda otra que aceptarlos, habida cuenta de que no se puede luchar contra lo inevitable. A menudo los imprevistos y hasta los, en apariencia, peores fracasos, son señales y aprendizajes.
Tener un hijo o plantar un árbol no es difícil en sí, la tarea de sacarlos adelante ya es otra cosa y no hay manual que ofrezca las pautas exactas para ello, porque lo imprevisible interviene y mucho. imprevisible ha sido que haya recaído el número 5.000 en esta pequeña historia, una alegría y un protagonismo no buscado, pero que, en consonancia con lo dicho, acepto gustoso.
Una vez más (y que no paren nunca) agradezco de corazón tus palabras, Enrique. Un libro de relatos enriquecidos con tus comentarios sería de lo más interesante, abriría mil mundos, temas infinitos y coloquios posibles. Ahí lo dejo.
Un abrazo fuerte y a ver qué nos depara la nueva estación
Qué buen relato y qué buena obra de ingeniería ha hecho la suerte al adjudicarte el número 5000.
ResponderEliminarRealmente eres un tío cojonudo y por eso te queremos tanto toda la familia cincuentista.
Hoy, amigo Ángel, te mando tres abrazacos.
El relato no me ha gustado, me ha encantado, o mejor, ¡Mancantao!
EliminarTú sí que te haces querer, artista. Una fábrica de sonrisas inagotable como eres tú no se encuentra muy a menudo. Si te presentases a la política, en el partido que fuese, o uno que te inventaras, arrasarías en las urnas.
EliminarMil gracias, campeón.
Veo tus tres abrazacos y ahí van otros tres.
Cuando vivir se convierte en un objetivo cubierto de etapas y sólo nos dedicamos a plantar cosas, nos estamos perdiendo el conjunto del bosque, la multitud de hombres y todas las bibliotecas. Y todo para perdurar después de la vida, cuando ya no podemos ser conscientes de ello y somos como esos bustos romanos desenterrados representando a patricios que ya nadie recuerda.
ResponderEliminarEsa enorme reflexión está guardada en esa aparentemente sencilla historia, pero contada con tal maestría y oficio, que se expande inevitable cuando terminas de leerla.
Eres un auténtico artista del microrrelato, Ángel, y una prueba de que, en ocasiones, el azar sabe escoger muy bien.
Enhorabuena y un fuerte abrazo.
P. D. El 5000, mola, y mucho, pero, además de Malu, mola más el 5050. ¿A quién le tocará? ¡Qué nervios!, ...porque se sabrá en octubre.
Con el ejemplo de los bustos romanos has retratado de forma gráfica y eficaz la esencia de este relato, equiparable a esos sepulcros presuntuosos en iglesias y catedrales de personajes olvidados, que trataron de asegurarse una eternidad imposible. Entre caminar sin rumbo y no vivir marcándose objetivos para perdurar debe de haber un término medio.
EliminarEl azar hará lo que quiera, menudo es él, pero sería muy aplaudido que se acordase de ti o de Malu en ese 5050 que está a la vuelta de la esquina, igual que algo más lejos pero no mucho, el 5555. Lo importante es que entre todos mantengamos vivo este pequeño milagro que es Cincuenta Palabras.
Muchas gracias, Antonio.
Otro abrazo fuerte para ti
Querido Ángel, perdón por llegar tan tarde a tu relato. Me alegra muchísimo que seas tú quien firme este número tan redondo.
ResponderEliminarSi hay alguien merecedor de firmar este micro número 5.000, ese eres tú, nuestro ángel de la guarda. A gran escritor y comentarista no te gana nadie. Eres una de las personas más regulares y generosas que conozco en esta casa. Gracias siempre por regalarnos tu arte.
Besos.
Malu.
Pd. Por cierto, una historia estupenda la que cuentas. A veces cumplir tareas cuesta la vida.