Cajón desastre
Hacía días que abrir ese cajón era una tarea difícil. Sus guías parecían más oxidadas a cada uso. Pero esa mañana le fue imposible. Se desesperó. Valiosísimos recuerdos yacían allí dentro.
—¿Estás bien, papá?
Su única respuesta fue una lágrima, mientras su mirada se perdía en el horizonte del olvido.
—¿Estás bien, papá?
Su única respuesta fue una lágrima, mientras su mirada se perdía en el horizonte del olvido.
Ese cajón de sastre en el que todo cabe, podría ser una buena definición de memoria. Basta con un unir una proposición y un sustantivo para formar un adjetivo que todo lo trastoca, convirtiendo esa memoria en algo a lo que no se puede acceder. Perder los recuerdos es perder la conciencia de uno mismo, una enfermedad especialmente cruel, que anula a la persona poco a poco.
ResponderEliminarUn relato en el que juegas con las palabras y los símbolos, con un trasfondo tan triste como inevitable y posible.
Un abrazo