Castigo divino
Esa sensación regresaba de nuevo. Era la cuarta vez que le ocurría, y le proporcionaba una extraña sensación de desasosiego e impotencia.
Había olvidado otra vez su nombre, lugar de procedencia y destino.
Debía decírselo a su familia, pero no quería reconocer que era presa de él, el maldito alzhéimer.
Debía decírselo a su familia, pero no quería reconocer que era presa de él, el maldito alzhéimer.
Debe ser muy duro asumir algo así, no solo por el sufrimiento personal, también por el que se teme que producirá también a las personas más allegadas, además de muchos problemas añadidos.
ResponderEliminarQue todos tenemos fecha de caducidad es algo que sabemos, otra cosa es padecer un mal cruel, comparable a un "castigo divino" como bien señalas en el título.
Un abrazo, Gloria
Sí, no me lo puedo imaginar. Perder tu identidad, tus recuerdos, es como perder tu existencia. Dejas de existir en ese instante, no tienes conciencia de quién eres, y lo peor creas sin desearlo, ni saberlo, un gran sufrimiento a aquellos que te quieren. Muchas gracias por tus comentarios sabios, estimado Ángel. Un abrazo enorme. Gloria
ResponderEliminarEso si que es verdaderamente un castigo. Para todos, para el afectado y los otros "afectados" que están a su lado o que tienen que convivir con él (si es que tiene esa suerte); y puede que incluso peor para estos. Y no digamos si pasa como con tu protagonista, que parece darse cuenta de lo que le ocurre, al menos por ahora. Relato de los que hacen pensar. Suerte, Gloria. Un beso.
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