De la patada
Me ganaba la vida jugando al fútbol, era ducho. Decían que mi técnica era exquisita, un Maradona en ciernes, de buenas piernas, vaya. Con el primer contrato jugoso con el club, compré un auto de lujo.
Ahora ya ni puedo caminar, tras el accidente, mi talento lo tuvieron que amputar.
Ahora ya ni puedo caminar, tras el accidente, mi talento lo tuvieron que amputar.
Curiosas historia y, desgraciadamente, puede que demasiado habitual (aunque sea alegóricamente). No sabemos (o no queremos, o no podemos) medir nuestras ansias (la juventud, las exageradas aclamaciones del público, el dinero fácil...) y, al final, todo estalla. UN relato para pensar sobre lo que nos cuenta. Saludos y suerte, Cristopher.
ResponderEliminarGracias por el comentario Jesús. Cierto, en la juventud no tenemos consideración de las consecuencias de nuestros actos. Tal vez por eso no todos logramos cumplir nuestros sueños.
EliminarSaludos.
Buenazo el cuentazo. ¡Saludos!
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