Disyuntiva emocional
Por fin he dejado de ver sus rostros, de escuchar sus voces: las pastillas han triunfado.
El cepillo baila solo en el vaso; el mando del televisor se me ofrece solitario; mi móvil, inerte; y el cartero solo llama una vez.
Cojo los malditos antipsicóticos y los arrojo al inodoro.
El cepillo baila solo en el vaso; el mando del televisor se me ofrece solitario; mi móvil, inerte; y el cartero solo llama una vez.
Cojo los malditos antipsicóticos y los arrojo al inodoro.
Genial. Aunque el cepillo y el mando, sigan igual, al menos no se sentirá tan "solo".
ResponderEliminarUn saludo, Salvador.
¿Ser o no ser? Si la vida es sueño y los sueños, sueños son, tal vez sea mejor no despertar. ¿O sí? No sé. La respuesta está en el viento, que ya lo cantaba un poeta al que le dieron el Nobel.
ResponderEliminarAbracicos, Salva.
Tu protagonista se había acostumbrado tanto a convivir con esas creaciones de su mente, para él reales, que, una vez sanado, ha preferido que regresen. Tal vez la soledad sea su verdadera afección, que requeriría otro tratamiento distinto al de los fármacos. Cuántos males no vendrán provocados por ella, silenciosa, implacable.
ResponderEliminarOriginal relato, Salvador.
Un abrazo
Jo, pues parece que el posible efecto "tranquilizante" de esos medicamentos ha sido un tanto selectivo: no oirá voces nuestro protagonista pero parece que, en cambio, algunos objetos han cobrado vida a sus entender. No sabemos que será mejor... Visto desde fuera, y en algunas ocasiones, creo que la soledad o determinados síntomas de "disfunción mental"pueden aliviarse con algo más de compañía, cariño y comprensión. Ah, me sorprende lo de que el cartero llame una sola vez... Buena relato, salvador. Saludos y suerte.
ResponderEliminarSalvador, una vez más, logras inducir en mi pálpito el quiebro que lo hace temblar ante la vastedad de la condición humana. Inmenso. Un abrazo.
ResponderEliminarFina ironía sobre los efectos secundarios de los medicamentos. Pero lo duro es lo que subyace tras ellos; la ambición de las farmacéuticas para las que somos un doble banco: de pruebas y de dinero sin fin.
ResponderEliminarMe encanta tu relato, Salvador.
Un abrazo.
En cincuenta palabras has extractado todo lo que comprende el mundo del medicamento.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu poder de síntesis.
Un saludo