El secreto
Ver correr el agua desde el puente le producía sosiego. Todos pensaban que era porque su mujer desapareció un día por la ribera. Y por eso era. Quería asegurarse de que nunca volviera. Sólo el río y él sabían que estaba atrapada bajo los húmedos guijarros de aquella orilla pedregosa.
El asesino siempre vuelve al lugar dé crimen.
ResponderEliminarBuen micro.
Un saludo, Maria José.
Un secreto bien guardado, dado que el río no habla, a no ser que baje el caudal; por eso, el que corra el agua, le produce sosiego. Lo peor de todo es que la gente pensará que se trata de un buen hombre, que recuerda a su mujer desaparecida mientras contempla el paisaje fluvial.
ResponderEliminarUn micro que merecería una segunda parte, con algún detective avezado o el CSI que descubriese al asesino impune. Cuando un relato sorprende y, además, deja la sensación en el lector de desear seguir leyendo, es doblemente bueno.
Un abrazo, María José
Gracias por esta narración, un secreto que puede salir a flote.
ResponderEliminarDesde el título, tu historia promete, y no defrauda. Solo espero que llegue un diluvio que arrastre los guijarros y...
ResponderEliminarUn abrazo.
No me extraña que le produzca sosiego ver correr el agua, Como deje de hacerlo, se va a descubrir el pastel. Aunque seguro que todos pensarían que se había ahogado por accidente, la pobre mujer. Me gusta mucho el título que has elegido. Un fuerte abrazo, María José.
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