Erupción (Médicos sin fronteras I)

No puedo librarme de ellos. Me crecen por todas partes: en la cabeza, bajo las uñas, dentro del ombligo, sobre la comisura de los labios... He probado de todo, pero no he conseguido que dejen de brotar. El médico me ha recetado tranquilizantes y ahora, al menos, no gritan tanto.
Escrito por Patricia Richmond.- Web
Parte I | Parte II | Parte III

19 comentarios :

  1. Esto promete, pero mucho. El inicio de una serie que, si es lo que parece, está dedicada a una organización de personas altruistas que merecen todo el reconocimiento (no me resisto a revelar que soy socio desde hace años). Esos granos que lo invaden todo y parecen tener vida propia, pues en su picazón hasta gritan, dan ganas de seguir esta historia. Conociendo a la autora, vamos calentando las manos para aplaudir hasta que sea necesario mudar la piel.
    Abrazos grandes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Ángel. Serie dedicada con todo mi cariño y respeto a una organización que no entiende que se puedan imponer fronteras al ejercicio de la medicina. Y que no se espantan por nada ni por nadie...
      Así que, si mudas la piel, no te preocupes. Tenemos de todos los colores y texturas para los apaños que sean necesarios.
      Ponte el traje de neopreno, que ahí van unos abrazos y no sé si esto es contagioso.

      Eliminar
  2. Carmelo Carrascal4/10/18, 18:49

    Original propuesta, quizá algo rompedora, muy atrevida.

    Vaya, vaya, Entiendo que este relato en tanto que anuncia que la autora abre una serie, podría ser que a esta primera entrega le falten todavía todos los datos necesarios para el lector. Esa es mi subjetiva impresión. Y que ella pretenda facilitárnoslos, de manera dosificada y pautada, en la siguiente o siguientes entregas. A saber.

    Conclusión: La función que en cualquier micro convencional se suele asignar a lo expuesto en los inicios del mismo, se desplaza en este caso a lo que nos pueda llegar en próximas entregas. O sea, no concluir (no poder hacerlo) hasta que proceda. El suspense generado entonces es tremendo, en sí y por el martilleo de los días y días de espera por venir. Sería el microrrelato del macrosuspense o así.

    No se si hago aquí una interpretación adecuada o me equivoco. Pero a Patricia la veo con coraje más que de sobra para seguir sus pasos por el camino que le marque su imaginación artística y deseo personal. Así que.

    ¡Ah! y por encima de todo un fuerte abrazo, Patricia (en adelante, además, ¿la bruja del suspense dilataaaaaaaaado?, jeje.)

    ResponderEliminar
  3. Original, original, no va a quedar. Y aprovecho ya para dedicar esta serie y su próximo capítulo al maestro Olivares (ya sabrás por qué, Rafa).
    No esperéis una historia a lo Jeckyll y Hyde ni a lo Dr. Moreau. Simplemente, Richmond en estado vegetativo.
    Te dejo, que he quedado con el Dr. Clooney para documentarme convenientemente.
    Muchas gracias, Carmelo.
    Un abrazo sin anestesia.

    ResponderEliminar
  4. A mí me han salido unas erupciones en las manos de apalaidir al ver que vas a escribir una saga. Y sí que chillan, más que las fans de los Beatles en los conciertos.
    Expectante quedo, esperando la siguiente entrega, mientras me embadurno de polvos de talco para calmar el chillido. Y me quito el sombrero por el título de la saga, personas que dan todo por salvar vidas.
    Un besote fuerte, gran Patricia.
    Pablo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, no esperaba que mi erupción fuera contagiosa. Ya lo siento, pero no te preocupes que estos son males psicológicos y descubriremos qué tienes en la cabeza. La medicina sin fronteras tiene solución para casos tan fantásticos como este.
      Un abrazo y un ibuprofeno cada 12 horas.

      Eliminar
  5. La pandemia Richmond asolará la página de Cincuenta en las próximas entregas, pero, ¡NO!, No quiero vacunarme, abrazo su contagio, aunque los brotes no dejen de gritar hasta noviembre.
    ¡Ay, ay!¡Pero, qué demonios!¡Aguantaré la espera!
    Grititos de alborozo, capitana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja, ja, qué temeridad. Tú lo has querido, firma el consentimiento y prepárate, que va a doler. ¿Eres alérgico a algo?
      Abrazo y un botellín de agua del Carmen, que es buena pa tó, o eso decía mi abuela.

      Eliminar
  6. Esperemos a ver que nos depara la trilogía que parece ser dedicada o ambientada con tan altruista colectivo.
    Al menos la intriga está servida en el primer plato.
    Veamos hasta el postre.
    Un abrazo sincero, amiga Patri.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Isidro, la intriga se me ha roto en el segundo plato. Ya veréis, ya, qué estropicio. Espero que el postre lo arregle.
      Un abrazo y unos caramelicos de menta.

      Eliminar
  7. ¿Musas soplonas? ¿Inquietos duendecillos? ¿Qué será lo que le brota, Miss Richmond? Parece que en esta ocasión son gomas de borrar, siempre insuficientes para tanta línea roja en los mapas y que gente maravillosa traspasa sin importar cómo son o dónde viven quienes les necesitan.
    Tenemos trilogía Richmond, ¡qué nervios! Espero con ansiedad la próxima entrega. Mientras, con tu permiso, le he pedido un tranquilizante a uno de tus médicos.
    Un abrazo sin fronteras, Patricia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Antonio. Las series son muy arriesgadas porque crean expectativas que tal vez no se merezcan. Ahora, risas las va a haber, seguro. Porque estos médicos míos no se esperaban tener que prestar su asistencia fuera de la cabeza de la chalada y su gallina. Y tengo un hermano gemelo. Clones perdidos. A final de mes, se descubrirá el pastel.
      Hasta entonces, la pastilla blanca con el desayuno y la rosa, comida y cena.
      Y abracicos cada dos horas.
      Besos, Antonio.

      Eliminar
  8. Josep Maria Arnau8/10/18, 23:04

    Las expectativas crecen sin parar hasta las últimas tres palabras, el final revelador (y sorpresa). A mí me ha sugerido la vivencia de un delirio (no criticado) o una realidad delirante. En cualquier caso, quedo expectante a la espera de la siguiente entrega. Enhorabuena, Patricia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Josep María. Puedes criticar, no te cortes. No te imaginas lo que es esto: delirio de picores, de mejunjes que no funcionan, de teorías sobre cómo lo habré pillado. Y la poca comprensión. ¿Te has fijado? Las chicas no entran ni para compadecerme. En fin, te dejo, que han empezado a cantar Macarena y si no me tomo los tranquilizantes pronto seguirán con Bisbal.
      Gracias por la visita.

      Eliminar
  9. Josep Maria Arnau10/10/18, 0:44

    Disculpa, Patricia. He utilizado "criticado" como término médico (deformación profesional). Los pacientes que presentan delirio pueden criticarlo (se dan cuenta de que lo que perciben durante el delirio no es la realidad) o no criticarlo (creen que el delirio es real). Me ha parecido que en este caso el personaje protagonista cree que lo que le ocurre es real.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por la aclaración, Josep Maria. Se lo he explicado así a mis "cosas" y se han puesto a cantar el Sobreviviré de Mónica Naranjo. ¿Tienes una aspirina?

      Eliminar
  10. ¡Rich! Aquí viene una chica...
    Primero de todo, decirte que me hace mucha ilusión tu aventura, las trilogías me encantan, el título, Médicos sin fronteras me apasiona y tus letras me enloquecen, ¿qué más se puede pedir?
    Eres una crack, sabes que te admiro muchísimo. Quería pedirte un favor, mira a ver si me pasas alguna ¨pirula¨, estoy enganchada a las letras de los cincuentistas, especialmente a las tuyas y me cuesta mucho esperar un mes para volver a leerte.
    Beso grande, saluditos y un puñado de trigo para Enriqueta.
    Malu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Doña Malu! Ya no esperaba a nadie por aquí. Para tu adicción no tengo remedio ni creo que la ciencia haya dado con una vacuna anticincuentista. Asimílalo: estás perdida. Pero, a cambio, no habrá que esperar mucho más para el segundo capítulo de este disparate.
      Muchas gracias, de parte de Enriqueta y de esta paciente sin salvación.
      Un beso extra fuerte.

      Eliminar
  11. Una riqueza interior tan inmensa como la de tu personaje es normal que manifieste síntomas extremadamente notables, no solo por quien los "sufre", sino también por los que le rodean. Resulta difícil, no obstante, obtener la aceptación de otros cuando ni uno mismo logra entenderse.
    Me ha encantado tu trilogía, Patricia; tres pequeñas obras maestras en mi opinión.
    Enhorabuena y muchos besicos.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!