Estirpe
El ambiente estaba muy frío, hasta que a Luisito se le ocurrió contar su primer chiste. Cuando todos nos reímos su padre decidió marcharse, orgulloso de comprobar que su pequeño, tan divertido como él, también sabía hacer feliz a la gente. Atrás dejaba su cuerpo, rodeado de coronas de flores.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Irse orgulloso de lo que se deja merece una gran ovación. Por cierto, ¿para cuándo un microrrelato de tus descendientes? La estirpe de los Saiz Mora ya está instalada en nuestros corazones.
ResponderEliminarAbrazos para todos ellos.
Son dos chicos que prometen, por ellos mismos sobre todo, también, seguro, por la buena influencia materna. Aprendo mucho con ellos, y mas que debo seguir aprendiendo, si quiero escribir algo algún día que esté a su altura.
EliminarLes transmito encantado esos abrazos y yo también te mando unos.
Mil gracias en su nombre y en el mío
Es un orgullo "ver"los logros de nuestros hijos.
ResponderEliminarMe gustaría "ver" el de los míos, pero sin coronas de flores de por medio.
Como siempre... sorprendentes tus finales, Maestro.
Como no sabemos lo que habrá después, las cosas, mejor en vida, luego que pase lo que tenga que pasar. Ver a un hijo salir adelante es una de las mayores satisfacciones, porque en gran parte será mérito suyo, pero nunca dejaremos de pensar, aunque no lo digamos, que en su mejor versión puede haber algo nuestro. No hay nada comparable al sentimiento de orgullo paterno o materno.
EliminarMuchas gracias, Salvador
Un abrazo
Deben ser los nervios, la tristeza, pero es verdad, es en los velatorios donde más chistes se cuentan.
ResponderEliminarUn saludo, Ángel.
Siempre me han llamado la atención las culturas en las que, para despedir al que partió para siempre, se organiza una fiesta. La sensación de pérdida es algo muy duro, pero hacer un homenaje a la memoria del ausente, aceptarle como parte de nuestras vidas, pensar quizá que todo no ha terminado, son mecanismos útiles y, sin duda, necesarios para los que se quedan. Si el difunto fue chistoso, qué mejor que un buen chiste para recordarlo.
EliminarGracias, María
Un saludo
El padre parte al otro mundo orgulloso de su hijo y de la huella que ha dejado en él. Un sueño hecho realidad en un momento tan delicado. Humor negro de calidad, Ángel.
ResponderEliminarTú también dejas tu huella personal en todas tus letras. Un fuerte abrazo.
Los hijos, por más que los padres traten de considerarlos como lo que son: personas individuales, libres e independientes, resulta inevitable sentirlos como algo propio, de ahí ese orgullo cuando actúan de forma ejemplar.
EliminarMuchas gracias, Carmen
Otro abrazo fuerte para ti
Qué maravilla, Ángel, poderse ir de este mundo con el orgullo de padre y con la alegría de las risas de un buen chiste. Un fuerte abrazo desde el mundo de los vivos.
ResponderEliminarUn velatorio puede no parecer el lugar más adecuado para expresar comicidad, pero quizá sí lo sea, porque el buen humor no debería perderse nunca del todo. Cuando las tinieblas vencen no es nada fácil reconquistar el terreno. El pequeño del relato ha logrado dar calidez a un ambiente demasiado frío. No es mala manera de despedirse de este mundo.
EliminarGracias, Aurora. Un abrazo
Captas la atención desde el principio. Dosificas tan bien la información que uno no sabe lo que está ocurriendo hasta el final sorpresa. Me ha gustado tu microrrelato, Angel. Como otros tuyos, tiene una segunda lectura (o más). A uno le es más fácil “marcharse” con sus deseos (o sueños) cumplidos. Ver que se ha dejado algo de valor a los que se quedan también ayuda.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debe ser terrible que todo termine habiendo dejado muchas cosas pendientes. Los sueños nunca se consiguen del todo, no debemos engañarnos, pero alcanzar lo esencial y dejar un buen recuerdo es algo que muchos firmaríamos.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras
Un abrazo, Josep Maria
Aunque le había visto en los comentarios de algún relato que me había gustado, creo que no había leído ningún relato suyo, Ángel. Desde luego me ha encantado, combina una historia en apariencia corriente con un giro inesperado, que además presenta a un fantasma de la mejor especie. Gracias por alegrar mi día.
ResponderEliminarHay fantasmas terroríficos, con cadenas o sin ellas, mientras que otros, como bien dices, pertenecen a la mejor especie, pues son bienintencionados, que es el caso de este personaje. No lo sabemos o no lo sabremos hasta que llegue el momento, pero intuimos que para poder descansar en paz debe ser condición indispensable haber dejado todo bien atado, con la sensación de las cosas bien hechas.
EliminarMe alegro de que te guste, Manuel
Muchas gracias y un saludo
Gracias a ti, Ángel.
EliminarQué uso tan fino del “quien a los suyos parece honra merece". Se puede ir tranquilo este hombre... Me ha encantado Ángel.
ResponderEliminarSaludos.
Recibir un buen ejemplo es una suerte, adoptarlo como práctica vital es un acierto. Poder marcharse habiendo cumplido uno de los mejores objetivos: ser un buen ejemplo, precisamente, es una de las aspiraciones más nobles y satisfactorias.
EliminarMuchas gracias, Nuria
Saludos
Genio y figura... tiene el autor de este relato para dejarnos esta perla que conjuga humor negro y encaje de estilo para perfilar una historia más de su interminable maestría, que hace del momento singular un breviario universal de emociones, que se reconocen vivamente, aunque transcurran en ese limbo donde la condición humana está próxima a dejar de serlo.
ResponderEliminarDe esos relato cuya presencia se hace notar. Un fuerte abrazo, Ángel.
Mientras tengamos algo que contar y la inquietud de compartirlo vamos a seguir haciéndolo. Comentarios como el tuyo son una inyección de ánimo para sacar el tiempo hasta de donde no lo hay si hace falta, para seguir aprendiendo, algo que siempre sucede cuando se lee a los que saben, como es tu caso.
EliminarMil gracias y un abrazo fuerte, Manuel
"En un ambiente frio"... Está claro que todo debe continuar, los padres se van y dejan a los hijos seguir la rueda de la vida. Me ha gustado mucho ese orgullo del padre hacia su hijo por saber hacer feliz a la gente. Emotivo y muy bien contado. Abrazos, Ángel.
ResponderEliminarLa vida siempre sigue, siendo esta verdad ineludible, solo queda irse de la forma más digna posible y con la sensación de haber hecho lo correcto; si de ello ha quedado buena huella, bienvenida sea siempre.
EliminarMuchas gracias, Pepe
Abrazos
Puede irse tranquilo sí, que la genética obra maravillas!! Me gusta ese tono humorístico matizando la dolorosa estampa. Muy tuyo Ángel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca deberíamos perder el buen humor, ni siquiera en los momentos más tristes, menos aún cuando se comprueba que siempre queda alguien con la virtud de hacer sonreír a los demás.
EliminarMuchas gracias, Paloma
Un abrazo
Tierna y sorprendente historia donde el humor aparece como el vínculo con las personas que ya nos dejaron y nos enseñaron a sonsacarle sonrisas hasta a la muerte.
ResponderEliminarUn relato delicioso, delicado y redondo. Felicidades, Ángel.
Un abrazo.
Ver la vida con alegría, incluso en las peores circunstancias, hacer que brote del corazón de las personas, sobre todo cuando parece que la han perdido, es un don y algo para agradecer a quien lo brinda.
EliminarYo también te agradezco tu lectura y tus palabras, Antonio.
Un abrazo
Más de una vez he fantaseado con la posibilidad de que el muerto, bien de forma invisible, o bien desde una dimensión paralela o algo similar, pudiese asistir a su propio entierro.
ResponderEliminarSe imagina uno muerto, poniéndose al lado de las personas que han asistido a nuestro sepelio, y se detiene a observarlas, oye sus comentarios, si es que los hacen, ve quiénes están más apenados, quizá hasta descubre algún secreto del que nunca supo nada mientras estaba vivo, y todo eso lo añade a los recuerdos de su existencia ya perdida, y con ello hace el balance final; más si, como dicen, antes de palmar vio entera la película de su vida.
Luego, se va por las llanuras del ultramundo, quizá para toda la eternidad. O se presenta ante Caronte para que en su barca le pase la laguna Estigia, o el río Aqueronte, según sea la fuente a la que uno se remita, tras haberle entregado el óbolo de marras.
En fin, la fantasía nos da estas posibilidades, como te la ha dado a ti para escribir este microcuento de humor negro –por partida doble-, en el que el hijo del difunto cuenta un chiste en el entierro de su padre, rompiendo así el ambiente de seriedad y tristeza que hay en los entierros.
Por otra parte, en los entierros, tal y como cuentas en tu historia –aunque el que sea el hijo del muerto quien lo haga ya resulta excesivo- suelen contarse chistes; y no sólo eso, se ve charlar de forma animada a mucha gente –siempre que no sean las personas que más querían al difunto-, tal vez porque están alegres por el hecho de que el muerto sea otro y no ellos; y porque algunos o muchos habrán asistido por aquello de cumplir y de que le vean a uno, no porque de verdad sientan la desaparición del difunto, es lo que satirizó en su cuadro El entierro de Ornans, Gustave Courbert.
En definitiva, los entierros pueden servir también para hacer un estudio sociológico, siempre que no se esté muy compungido.
Sea como fuere, parece que Luisito ratifica el refrán: de tal palo tal astilla, y así cumple también lo de la canción de Serrat: “A menudo los hijos se nos parecen, y así nos dan la primera satisfacción”.
Su padre fue divertido y tuvo habilidad para los chistes, y, por ende, para hacer feliz a la gente haciéndolos reír; así que si el hijo ha heredado ese don, puede irse al otro mundo orgulloso de él y tranquilo, pues, presumiblemente, podrá manejarse con soltura en las diversas circunstancias que se le presenten en la vida.
Feliz se va uno también después de leer tu microcuento, con su pizca de ironía, su pizca de sabiduría y su pizca humor negro del que no hace sangre, todo ello perfectamente combinado.
Un abrazo fuerte, Ángel.
Has hecho una disección perfecta de lo que sucede en un sepelio. Podrían escribirse grandes tratados, pero tú has esbozado los diferentes tipos y actitudes que suelen darse en una reunión así. Está claro que a cada uno le duele lo suyo, y más duele cuanto más cercano; que también es un acto social, algunas personas acuden por quedar bien con la familia, por puro compromiso. Son muchas cosas las que se juntan. Como ejemplo concreto y personal, puedo decirte que en el funeral de mi madre vi a unas primas suyas, lejanas, que departían muy alegremente, me impactó esa alegría en contraste con mi el dolor, claro, pero también pensé lo que he dicho antes, que en un momento así cada uno tiene su papel, que yo mismo había actuado igual en otras situaciones similares y menos cercanas, seguro que sin darme cuenta y que, a pesar de todo, debía agradecer a esas personas el que hubiesen acudido.
EliminarEn el caso concreto del niño del relato, su intención de alegrar un poco a su familia y presentes es inocente y positiva, no hay maldad en ello ni falta de respeto, al contrario, es un homenaje a su padre, que tanto hizo reír a todos. Verles así, satisfechos, hace que él se marche tranquilo. Llegados a este punto, ser testigos de lo que sucede cuando uno ya no está, las reacciones de los que conocemos, sería un ejercicio muy curioso, aunque supongo que el aludido debe de estar en otro sitio, en otro camino y en otro mundo, o tal vez no, o tal vez sí. Ante lo que no podemos saber siempre se puede, como bien dices, fantasear.
Ya sé que me repito y mucho, pero no sabes cuánto agradezco tu detenida lectura, tus reflexiones y el tiempo que dedicas a mis relatos.
Mil gracias y otro abrazo fuerte para ti, Enrique
Ha heredado el humor del padre. El progenitor, satisfecho, se va al otro mundo dejando al hijo rodeado de personas que lo admiran.
ResponderEliminarÁngel, qué bien lo cuentas, desde luego que tienes maestría y eso lo demuestras en cada micro que queda en esta casa y por donde vas dejando tus letras.
Enhorabuena, un beso.
Malu.
Si algo aprendemos (o lo intentamos) al plantear historias breves, es a eliminar lo superfluo. Yo he tratado de condensar una historia que podría ser más larga en cincuenta palabras, que tú has resumido en 23, eso sí que es maestría y no es casualidad, no hay más que leer cualquier cosa que escribes.
EliminarMuchas gracias, Malu
Un beso
En la carrera de relevos que es la vida, parece que la entrega del testigo se ha realizado con éxito, es de admirar que la mayor preocupación del fiambre sea dejar a alguien que haga feliz a la gente.
ResponderEliminarMagnifico relato coronado finalmente por flores
Un abrazo.
El ejemplo de la entrega del testigo es mu apropiado para esta historia. Ese muchacho vale mucho, no cabe duda, pero no menos que el padre, cuya principal motivación, como bien dices, es que alguien haga feliz a los suyos como él lo hizo.
EliminarAgradezco mucho tu lectura y tus palabras
Un abrazo
Dedo a dedo, letra a letra, despacito, deslizo mi comentario con el brazo derecho averiado.
ResponderEliminarUn buen golpe final para la descripción de un velatorio "velado".
Tu sagacidad me incita aplaudirte pero los huesos no me dejan, así que "plas, plas", letra a letra...
Saludos cordiales, Ängel
Siempre agradezco mucho la lectura y las palabras que puedan recibir mis pequeñas historias. En este caso, aún más, porque el esfuerzo tiene más mérito si cabe.
EliminarComo he dejado escrito en tu relato recién publicado, no dejes de escribir, aunque sea con un dedo solo, y cuídate mucho para poder usar todos pronto.
Mil gracias de nuevo y saludos, María Jesús
Qué buena mezcla del humor negro con la filosofía paterna y el costumbrismo español (por lo de los chistes en los funerales).
ResponderEliminarLo más difícil en estos caso y con 50 elementos, es dar con la proporción justa.
Tú lo has clavado, pero no me extraña porque siempre lo haces.
Un fuerte abrazaco, Ángel
Para palabras certeras las de tu comentario, que te agradezco un montón. A mí tampoco me extraña y, aunque nos tengas acostumbrados, es un suerte poder disfrutarlas, en los relatos y fuera de ellos.
EliminarGracias otra vez y otro fuerte abrazaco, Isidro