Fáustico
Desesperado, amargado, abandonado y abrumado por adjetivos de tal funesta ralea, quiso vender su alma al diablo, pero no encontró ningún comprador de tan rancio abolengo. Un vendedor de humo le prometió resurgir de las cenizas pero, en la hoguera de las vanidades, las promesas siempre devienen en fuegos fatuos.
Un individuo con las ganas de vivir a cero recurre a demonios y coquetea con los infiernos, en un intento desesperado para que su desazón termine, pero ponerse en manos de dudosos tratantes y vendedores engañosos no es solución. Cuando el mal, que siempre está dentro, se adueña de una naturaleza, nada ni nadie, humano, divino o demoniaco, puede resolverlo.
ResponderEliminarUn relato existencial, cargado de gran expresividad.
Un abrazo, Javier
Siempre buscando la solución fuera. La última la del clavo ardiendo. El vendedor de humo es el diablo mas listo… encima cobra. Enhorabuena, Javier.
ResponderEliminarUn saludo.