Fuera del capullo
Con la marea baja y envuelta en la niebla, descubrió que le estaban creciendo cuernos en su cabeza. Asomaban frágiles entre su cabellera desordenada y salvaje. Más allá de la creencia popular, nadie la engañaba. Era su alma que se expandía y ya no cabía en su interior. Había madurado.
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