Hartazgo
Tenía mirada triste pero muy penetrante, impropia para una persona apenas veinteañera, reflejo de un dolor que se presume más en quienes peinan canas. Juventud aviejada por una convivencia tóxica. Desde su interior profundo surgió el grito a la vez que entraba en comisaría: "¡¡Que no me joda la vida!!".
La mirada de esa persona joven es la ventana que trasluce un sufrimiento interno constante. Dicen que el ser humano tiene una capacidad inmensa para acostumbrarse a cualquier circunstancia, pero también se escucha mucho aquello de que todo tiene un límite, de ahí ese lógico "hartazgo". No se especifica, pero el otro personaje latente y dañino tiene todas las trazas de ser alguien de su entorno más cercano, de su propia familia, alguien de quien no le será fácil zafarse.
ResponderEliminarUn relato que no detalla ningún padecimiento concreto, pero lo pone de manifiesto haciéndolo palpable.
Un abrazo, Rafael
He querido reflejar la tragedia de muchas mujeres pero con un matiz aún más sangrante al describirlo en una mujer joven. Ya no se sabe si las verdaderas razones que llevan al "macho" a ejercer violencia sobre la "hembra" tienen muy en cuenta o no la edad de los personajes. Y eso es triste y a la vez inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo, maestro...
El hartazgo suele ser un sentimiento muy corriente en la vida, a nada que uno se descuide, sufre multitud de abusos, a veces, incluso, por parte de quienes no te lo esperabas; por parte de esas personas más cercanas a ti, esas en las que pusiste tus esperanzas de felicidad y que, al defraudarlas de forma egoísta y cruel, te hacen un gran daño.
ResponderEliminarLa protagonista de tu microcuento, una chica joven, según has desvelado, produce tristeza -en realidad, todo ser humano que sufre, por empatía, nos la debería producir, pero tal carga creo que nos hundiría en la miseria-, pues el que a sus veinte años ya haya sufrido maltratos psicológicos –estos hacen muchísimo daño-, o incluso físicos, es una tragedia que, sin duda, le está ocurriendo ahora en todo el mundo a millones de mujeres.
Por suerte, esa protagonista ha tenido fuerzas para reaccionar, por suerte vive en un país donde es posible denunciar esos abusos en una comisaría, aunque la ley no siempre protege a los inocentes de los abusos de los poderosos, a las víctimas de la brutalidad de los verdugos. Porque hay países donde la mujer es un ciudadano de segunda o de tercera, y los abusos que se cometen contra ella quedan impunes; lo crea produce una indignación que, a poco que uno tuviese el poder del Dios de la Biblia, se dedicaría a lanzar rayos contra esa raza de canallas que harían bueno hasta a Caín.
Ese grito: ¡Que no me joda la vida!, deberían de expresarlo muchas víctimas, pero resulta difícil, y no digamos ya si las víctimas son esas mujeres a las que mafias brutales las obligan a practicar la prostitución. A tales ‘angelitos’ los tenía yo picando piedra hasta el día del Juicio Final por la tarde.
Duele tu microcuento, pero deja una puerta abierta para la esperanza. Mis felicitaciones por combatir en ese campo. Un abrazo, Rafael.
Gracias Enrique. Es un campo en el que nunca sabes si te van a incluir como protagonista. Es una lacra que la sociedad actual, tan avanzada en innumerables cosas, no sabe, no puede y, en ciertos casos parece que no quiere, tomar las medidas adecuadas.
ResponderEliminarSoy de los convencidos que todo ésto tiene más que ver con la asunción de unos valores individualistas, alejados de la atención a los cuidados y a la empatía entre personas. No sólo es una educación en igualdad. Muchos niños y niñas que ya han recibido esa educación son los que actualmente aparecen como sujetos protagonistas de los tristes hechos que nos enrabietan. Cuando llegan a casa, después de atender a sus enseñantes en la escuela, ¿qué viven en su familia, en su entorno, en los medios de "información"...? En fín, un drama...
Un saludo, amigo.