Humanos, demasiado humanos
Los asesinos seriales también tenemos corazón: nos conmovemos hasta las lágrimas ante una delicada pieza musical, sabemos admirar el vuelo de una hermosa ave, suspiramos extasiados, nos enamoramos como chiquillos, aunque no siempre seamos correspondidos.
Algunas mujeres incluso logran rompernos el corazón; por fortuna, sabemos corresponderles de la misma manera.
Algunas mujeres incluso logran rompernos el corazón; por fortuna, sabemos corresponderles de la misma manera.
¡Espeluznante!Bravo. Una novela negra en 50 palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarEn la primera parte este asesino en serie reivindica su supuesta humanidad, algo compatible, desde su punto de vista, con sus crímenes. Aunque no podamos, no queramos y no debamos comprenderle nunca, hay que reconocer que sus palabras son convincentes. En la segunda parte, a su discurso añade la coherencia, pues es cierto que él también sabe romper corazones, la diferencia con la mayoría de sus semejantes es que lo hace de forma literal.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, desde el título.
Un abrazo, Daniel
La viva imagen de Anibal Lecter. Estupendo retrato, lleno de humor negro, de esa justificación de la maldad.
ResponderEliminarCordiales saludos.
BRUTAL, en el mejor sentido!!!!!
ResponderEliminarMuy bueno! Entrar en el alma de un asesino en serie como lo has hecho tiene mucho de psicología y saber pasar del interior a los hechos concretos. Felicidades! Abrazos, Daniel.
ResponderEliminarjeje Parece que todos tenemos nuestro corazoncito, lo que pasa es que alguno lo disimula muy bien...
ResponderEliminarMuy bueno Daniel.
Saludos
Muy ingenioso tu excelente microrrelato sobre ese sentimental rompecorazones. Me ha parecido una genialidad.
ResponderEliminarEnhorabuena, Daniel.
Pablo
Qué fina ironía en la voz de este narrador asesino, tan sensible y sentimental. Y es que los seres humanos, asesinos o no, somos tan contradictorios...
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, Daniel. Un fuerte abrazo.
Que los asesinos son seres pasionales, no es sorprendente. Sí lo es encontrarse con este relato donde lo conmovedor y emotivo conviven en armonía con lo cruel y atroz.
ResponderEliminarFelicidades por esta magnífica composición, Daniel.