Instinto maternal
Un minúsculo grumo rojizo que se diluye con el agua en la taza del váter cuando tiro de la cadena. Y después, un gran dolor, una tristeza profunda, una añoranza de lo que pudo haber sido. Nada más. Tan solo a lo lejos, la remota esperanza de tener otra oportunidad.
Cuando se quiere y tardan en llegar, se queda ese sentimiento de tristeza y casi de vacío pero, siempre hay otra oportunidad, otras maneras de dar ese "instinto maternal".
ResponderEliminarEs genial tu micro, felicidades.
Un saludo, Aurora.
Muchas gracias por tu comentario,María. Siempre hay esperanza de una nueva oportunidad. Un fuerte abrazo.
EliminarLa "añoranza de lo que pudo haber sido". "Nada más" y nada menos, pues nada puede satisfacer el instinto maternal que la presencia y la responsabilidad de estar a cargo de una criatura. La naturaleza, que predispone cuerpos y mentes para la supervivencia, a veces es caprichosa y en último término niega aquello que promueve.
ResponderEliminarUna pretensión tan noble y entregada merece hallar cauces para que pueda manifestarse. Tal vez tu protagonista esté destinada a paliar el desamparo de un niño o de una niña ajenos, para poner así un poco de equilibrio en este mundo.
Un relato en el que la tristeza queda supeditada a un final no cerrado, en el que late la esperanza.
Saludos, Aurora
Muchas gracias por tus palabras, Ángel. Cierto es que a veces la naturaleza es contradictoria. La adopción que propones es una buena salida para la protagonista. Un fuerte abrazo.
Eliminar¡Uf! Me ha puesto la carne de gallina. Refleja una situación dura que describes con maestría. Buen micro, es de los que remueve algo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan. El texto trata efectivamente una emoción muy honda. Un fuerte abrazo.
EliminarMe ha encantado, Aurora. Un tema muy delicado para una mujer como es un aborto, que tratas de una forma literaria muy especial. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Pepe. Dejo abierta la puerta a una nueva oportunidad. Un fuerte abrazo.
EliminarAurora estupendo relato, que pone de manifiesto una realidad, que una parte de la humanidad dedica dinero y esfuerzo para evitar los embarazos, y otra buena parte para lo contrario, lo cual a estos últimos les crea un nerviosismo que juega en su contra, muchas veces el asunto se arregla cuando ya se ha dado por perdido, siempre hay otra oportunidad para de una u otra manera llenar ese instinto maternal de tu protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes toda la razon con tu comentario, Irreverente. Unas personas luchan por tener hijos y otras se desesperan si los van a tener sin haberlo querido...Menos mal que siempre podemos dejar el final abierto para dar una salida a la protagonista. Un fuerte abrazo.
EliminarLa fría exposición de la primera frase proyecta como una bala los sentimientos siguientes hacia esa imagen de esperanza que se sobrepone al tremendo impacto de ese rojo diluido.
ResponderEliminarContundente y bien contada historia, Aurora.
Un Saludo.
Muchas gracias, Antonio. Esa primera imagen es tan demoledora como los sentimientos que vienen a continuación. Quiero creer que la protagonista tendrá otra oportunidad. Un fuerte abrazo.
EliminarUn microrrelato excelentemente construido que sabe impregnar al lector de ese sentimiento maternal golpeado, pero no derribado, agarrándose a una nueva oportunidad.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso.
Pablo
Muchas gracias, Pablo. ¡Cuánto me alegra que te haya gustado!Un fuerte abrazo.
EliminarConsigues transmitir los sentimientos y emociones de la protagonista el momento de una gran decepción. Al final, el instinto vence de alguna forma y abre un resquicio para la esperanza. Me ha gustado el relato, Aurora.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Gracias por tus palabras, Josep Maria! Esa decepción tan profunda queda levemente apaciguada por un fuerte deseo de volverlo a intentar o conseguirlo por otros medios. La naturaleza y el instinto a veces chocan con la realidad. Un fuerte abrazo.
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