La revolución ya está aquí
La puerta tardó en abrirse más de lo habitual. Ya dentro, pulsé el botón del decimoctavo, pero terminé irregularmente en el séptimo. Remarqué aquel, atónito, para terminar esta vez en el ático. Maldecía tales anomalías técnicas cuando una voz mecánica declaró, con virulencia, por los altavoces internos:
—¡¡A las barricadas!!
—¡¡A las barricadas!!
Partiendo del hecho de que es posible que me equivoque (ruego me disculpes si es así y pido que me corrijas sin problemas), tras la lectura de tu relato he visto con claridad una idea muy original y un desarrollo que no lo es menos.
ResponderEliminarLos números de los pisos están cargados de historia y de simbolismo, algo que se apunta con el título y la última frase.
Tu personaje, que podría representar a un ciudadano cualquiera, un hombre del pueblo, se encuentra en el ascensor con un 18 y un 7, identificados con el 18 de julio de 1936, día del levantamiento militar contra el Gobierno de la II República española, a lo que sigue, ya en el ático, sin posibilidad de escapatoria de esa realidad, un famoso grito que llama a la resistencia, que coincide también con una célebre canción anarquista.
Tu protagonista se lo encuentra todo sin quizá buscarlo, sin que le quede otro remedio que vivir esa situación de enfrentamiento, con final incierto.
Un relato de lo más original, podría decirse que revolucionario, por la manera de narrar un episodio conocido. De la Guerra Civil española se han escrito ríos de tinta, pero seguro que nunca de esta manera y en cincuenta palabras.
Un abrazo grande, José Antonio