Vigilia impenitente
Lee ensimismado cada día esas enrevesadas páginas desde Vísperas a Laudes. Descifra un profundo misterio encriptado negado a neófitos, novicios y a sus afiladas lenguas que, ignorantes, preguntan por qué abandona sus obligaciones el hermano prior y labora estudiando tantas horas sobre un libro con todas las páginas en blanco.
Oh, la maldición de la página en blanco, la peor de todas. Son muchos los vigilantes, pero pocos los entendidos que consiguen desentrañar su misterio.
ResponderEliminarShh, silencio, dejemos que el hermano prior siga con su misión. De él depende nuestra cordura.
Ave María Purísima, hermano Manuel.
El secreto es que el hermano prior es adicto a Cincuenta, trata de escribir un relato para la página, pero el latín no le da para ello. Las declinaciones son muy jodidas y no hay manera de cerrar la historia en tan breve extensión. Espero que pronto lo resuelva, porque sus historias son magníficas. Yo ya he leído entero su libro en blanco.
EliminarUn besote, reverenda.
¡Ay, ay, ay! El misterio tiene su aquél. Como la nada, es blanco. O sea, todos los colores y ninguno. Ningún cromatismo en especial que rompa su neutra severidad.
ResponderEliminarEl libro de tu personaje, con todas sus páginas en blanco, le tiene comido el seso. Lo terrible es que todas las letras que tuvo se derramaron un buen día por el suelo empedrado de la celda del hermano prior. Sí, todas.
Pero no acabaron ahí los sucesos maravillosos, pues cuentan cosas... Lo diré, aunque me lo confió al oído un novicio con la promesa de no contárselo a nadie, salvo en "Cincuenta palabras". Las letras que rodaron por el suelo, en realidad las más redonditas como la o, la ce cerrada y la ese enroscada, se volvieron cuentas de un rosario tan negro como había sido la tinta inicial de aquel inquietante libro.
Ocurrieron en aquel cenobio otros muchos extraños sucesos como éste. Pero esos no me es permitido revelarlos ni siquiera en este espacio único. No, no te los puedo contar, Manuel, ya lo siento.
Creo que sobra que te diga que me ha gustado y hasta engatusado tu relato. Acabo ESTO con un fuerte abrazo!
jjje, Carmelo, cómo me gustan tus historias. Lo que sucede con esas letras da pie a un cuento fantástico que iría de perlas en el Callejón de las once esquinas, esa maravillosa revista que coordina la gran Patricia Richmond. Acaba confesando, ladrón, aunque sea directamente sobre la página en blanco. Tenemos derecho a conocer los misterios habidos detrás de las paredes silenciadas de la abadía. Dinos, sin dilación, cuál era el nombre de la rosa.
EliminarGracias por tu refrescante, misterioso y desternillante comentario. Visitas como la tuya son un premio en sí mismas. o lo ha descifrado ya o el hermano prior ha leído tu comentario. ¡Anda dando brincos por los corredores del convento!
Esto, Carmelo, y un fuerte abrazo.
Vale, Manuel, me has convencido. Vaya por ti y por el prior. Rompo ahora uno de "los misterios habidos detrás de las paredes silenciadas de la abadía" (yo tb. en blanco):
EliminarUn misterio y de los grandes. O al hermano prior se le han descolocado las neuronas, o es un visionario, capaz de vislumbrar aquello que otros no son capaces de atisbar ni por asomo. Quién sabe, quizá ese espacio en blanco desarrolle las historias que le bullen dentro y algún día las escriba. Todo un personaje y una historia impactante, con muchas opciones posibles, tantas como lectores, tantas como las que tú sabes crear y desarrollar.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Manuel
Insondables son los vericuetos que esconden las páginas en blanco. Dices, bien, Ángel, o se dedica a la literatura el personaje en cuestión o terminará fatal de sesera. Un lugar en nuestra página le iría de perlas para sosegar el espíritu. Con esa intención lo he traído a ella. A ver si encuentra inspiración o, por lo menos, encuentra respuesta a su misterio entre los 5.000 relatos y algunas más que ya atesora. Sobra decir que nutrido con refulgentes joyas de tu puño y letra.
EliminarGracias, por tus palabras, Ángel. Esto y un fuerte abrazo.
He ahí la lucidez del que estudia las páginas en blanco y las reescribe a su antojo.
ResponderEliminarUn cordial saludo, Manuel.
Buena posibilidad apuntas, Pilar, reescribir es de sabios. Gracias por tus palabras. Saludos.
EliminarSolo un iluminado o un místico es capaz de descifrar el misterio de unas páginas que para el resto de la congregación permanecen en blanco.
ResponderEliminarEl misterio de tu relato queda encerrado en esa celda y sigue su sendero en la mente de tus lectores, Manuel. Un fuerte abrazo.
Me marco una historia de una película sobre un matemático, no recuerdo el título, que el hombre se encerraba noche y día entre sus cálculos para dar respuesta a uno de esos enigmas matemáticos irresolubles. Al cabo de los meses, cuando presentó sus trabajos dando respuesta al mismo, su mente había enfermado en el transcurso, pero había llenado cientos de cuadernos de signos y grafismos sin sentido, completamente indescifrables. La mente, su poder, sus límites y sus misterios.
EliminarGracias, Carmen, por tus palabras. Un beso grande.
Las comunidades de iniciados siempre han tenido más facilidad para acceder a la sabiduría y los conocimientos gnósticos. Qué duda cabe que solo el prior tiene esa capacidad envidiada por las lenguas afiladas que le rodean. Continuaré leyendo ensimismado. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Manuel.
Manuel, el comentario de abajo, es la respuesta al tuyo.
EliminarLo esencial es invisible a los ojos, decía El Principito. Hay ojos que saben mirar y otros que sólo miran sin ver. Las revelaciones ocurren siempre al otro lado de las evidencias. Las páginas en blanco sean, tal vez y únicamente, la bruma que cubre la entrada al valle que atraviesa la montaña inexpugnable.
ResponderEliminarGracias, Manuel, por tus preciadas palabras. Un abrazo.
Me ha traído a la mente las andanzas de Guillermo de Barskeville y su compañero el novicio Adso en "El nombre de la rosa". Se me ocurren varias ideas con la página en blanco, pero no me atrevo a ser despellajado por la comunidad monacal, así que espero impaciente ver la luz del misterioso caso de "La vigiia impenitente"
ResponderEliminarMancantao! Un abrazo, Monsieur Bocanegra.
Sí, señor, a las mientes se viene el nombre de la rosa, solo faltaría untar de poción venenosa el borde de las páginas para aliviar el calvario en vida del hermano prior por la vía rápida.Lo que está padeciendo el pobrecillo.
EliminarGracias por la visita. Un abrazo, señor Moreno.
He vuelto a leer (releer) tu texto y creo que ya he encontrado la clave. Bueno, se dice que la encontró un seminarista en prácticas que era muy observador y también quiso pasar la mano por las páginas blancas en las que apreció unas protuberancias a modo de acné juvenil. Eran los principios del Braille!
EliminarUn abrazo amigo, amigo. .:..¨.¨:::.¨.
Qué preciosidad de relato, Manuel. Está escrito con las palabras exactas y precisas.
ResponderEliminarQuiero pensar que la imaginación del Prior viaja por mundos más felices que el que tiene alrededor, invisible al que no puede ver más allá de sus narices, y me atrevería a decir que, con el tiempo, quizá tome una pluma y llene esas páginas de todo lo que encierra en su interior, para gozo de sus futuros lectores.
Un abrazo muy fuerte.
Pablo
tu visión positiva es muy de agradecer. El prior es una especie de Don quijote, con la sesera perdida en el blanco nuclear de la mística esotérica, pero no me cabe duda de que será un relatista descomunal si consigue saltar de las páginas en blanco a la zona de autores de esta página y se dedica a leer cincuentas en su vigilia impenitente; sobre todo, si toma nota de aquellos escritos por un tal Pablo Núñez, conocido cariñosamente en estas latitudes, como El sevillano.
EliminarQue tengas un feliz domingo, anticipo de una semana fabulosa.
Esto y un fuerte abrazo, Pablo.
O el prior está dotado de una celestial capacidad para leer blanco sobre blanco, o tiene un mundano morro que se lo pisa y se hace el interesante para escaquearse de sus obligaciones. Más le vale, entonces, tomar una pluma y, al menos, enfrentarse al desafío de una hoja en blanco y crear historias como las del autor que le ha dado vida; historias con un envoltorio cuidado y deslumbrante que acompañan a una narración repleta de inventiva.
ResponderEliminarUn gran relato, Manuel. Enhorabuena.
Una abrazo.
Este prior, pobrecillo, está enajenado, poblado el pensamiento de luminarias y fuegos fatuos que nadie más puede ver. Como todo iluminado seguirá su camino sobre lo invisible hasta que surja la revelación, noche tras noche en su desvelo interminable. Pero le haré llegar tus recomendaciones, Antonio, le invitaré a la pluma y a publicar en Cincuenta. Bien pensado.
ResponderEliminarGracias, por tus consideradas palabras hacia mis relatos. Siempre las he recibido como un impulso para seguir escribiendo, participando de este juego que, a la chita callando, llevo algo más de dos años disfrutando. Y para mi bien, recibiendo tus comentarios y gozando la belleza de tus relatos.
Gracias por compartir la grandeza de tu mirada, Antonio. Esto y un fuerte, fuerte abrazo.
"Dios escribe recto en renglones torcidos" es lo que yo había oído siempre. Pero que escribe páginas en blanco que el prior descifra, es nuevo para mí. Bueno, si soy sincero, sospecho que Dios ha escrito siempre lo que la cada autoridad eclesiástica ha querido oír. Así que, Manuel Bocanegra, has dado en el clavo con este prior con alergia al texto escrito. Espero tu próximo relato.
ResponderEliminarMuy buena observación, Juan, Dios escribe blanco sobre blanco y de ahí los desvelos de este pobre prior que se está dejado vida, sueño y mente en descifrar los designios secretos de la divinidad.
EliminarGracias por tu visita y tu comentario. Yo también leo tus relatos y sigo tus historias. Hasta la próxima, un abrazo.
De entrada, tu microcuento me ha llevado directamente, a través de los vericuetos de la memoria, a la celebérrima novela de Umberto Eco El nombre de la rosa, en la que, por cierto, el malo era un paisano mío: Jorge de Burgos.
ResponderEliminarY es que la vida en los monasterios y conventos da para mucho, desde la mística hasta lo más carnal y retorcido en lo que se regodeó lo suyo, primero Bocaccio y siglos más tarde el Marqués de Sade, además de muchos otros.
Por otra parte, esos lugares de vida en común y retirada eran propicios para lo que tú planteas en tu historia, es decir, para el estudio, para la copia de manuscritos antiguos, en definitiva, para pasar muchas horas en el escritorio, lo que ocurre con tu prior es que ha sido absorbido por completo por ese libro cuyas páginas están en blanco, y aquí cabe apuntar varias hipótesis, como la de que están en blanco para esos neófitos y novicios ignorantes que no saben leer lo que allí pone, por tanto, es como si no estuviese escrito nada.
También cabe pensar que ese manuscrito en blanco se transforma en un manuscrito lleno de maravillosos textos cuando el prior, que es el único que conoce el abracadabra milagroso, desencripta lo que está oculto y que sólo él se permite leer. Puede también que disponga de algún líquido milagroso que derramado sobre las páginas de ese libro haga aparecer el texto.
Sea como fuere, ese prior parece estar muy por encima en sabiduría y conocimientos del resto de la comunidad, y mucho me temo, como suele ocurrir en tales casos, que de las murmuraciones y críticas esos monjes pasen a algo más peligroso para la integridad física del prior que, como Arquímedes con sus investigaciones y descubrimientos, está absorbido por completo por ese libro.
Aunque también cabe, como dice Antonio, que sea un impostor, un caradura como tantos que en el mundo son o han sido, que se aprovecha de su cargo para eludir sus obligaciones y se ha inventado algo parecido a lo que se inventaron los caraduras del cuento El traje nuevo del emperador. Lo malo es que en los monasterios y conventos no suele haber niños para desenmascararlo, aunque quizá aparezca por allí Marcelino, pan y vino.
Así que habrá que vigilar a ese prior que vive sin vivir en él en una vigilia perpetua por si es un impostor o, por el contrario, se trata de un gran sabio o mago.
Un abrazo fuerte, Manuel.
El blanco del papel es terreno fértil para la imaginación del que la tiene, para el pensador que reflexiona y para visionario que proyecta sombras y mundos sobre el invisible tejido del futuro. Todas las posibilidades que apuntas, caben en la interpretación del relato y las referencias a las que aludes están bien traídas, que todos somos deudos de los misterios del Nombre de la rosa.
EliminarEn este caso, yo quería apuntar hacia el enajenamiento mental al que lleva la obcecación por el estudio al prior, que acaba obsesionado por desentrañar las páginas en blanco de un libro que aún no se ha escrito. Pero ya sabemos que las intenciones del autor dejan de serlo y se convierten en interpretaciones del lector, que enriquecen cada una la lectura del relato y ofrecen perspectivas, puntos de vista que al autor ni se le pasaron por la cabeza. Ocurre como en aquella cancioncilla de Manuel Machado que decía que las coplas hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe su autor. Aquí, al menos, aunque su interpretación se abra y se comparta, el texto queda firmado. Ventajas de lo escrito, sobre lo cantado.
Me alegro de tu regreso a la página después de ese septiembre gozoso y gozado, imagino lleno de viajes y lecturas apasionantes. Ya nos irás contando, que a buen seguro, alguna pizca de tus vivencias se escaparan en tus cincuenta.
Gracias por tu jugoso comentario, amigo Enrique, un abrazo fuerte te dejo, para que te haga entrar en calor ante el relente que ya recorre tu tierra.
Esa locura divina que tiene tu prior te ha permitido contar una historia estupenda que también me ha transportado a las páginas de El Nombre de la Rosa. He disfrutado con su lectura.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Paloma, este prior ha recorrido los pasillos de la misteriosa biblioteca de El nombre de la rosa y allí ha perdido el seso como el mismísimo Don Quijote. Gracias por tu lectura y tu comentario. Un abrazo.
EliminarEl misterio que esconden las páginas en blanco solo puede descifrarlo quien cree que existe y quiere hacerlo. Para algunos, el premio bien vale una dedicación plena y asumir la incomprensión. Me ha gustado tu microrrelato, Manuel. Fluye con un ritmo muy logrado que acompaña al lector hasta la revelación final. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Josep Maria, por tus apreciaciones sobre el relato. Los misterios de la mente son fuente de inspiración a los que es difícil sustraerse, tanto como el atractivo que puede suscitar una página, más, todo un libro de páginas en blanco. Recibe un abrazo.
EliminarAunque tengo el brazo derecho averiado, voy a intentar comentarte tu texto, Manuel.
ResponderEliminarMe ha recordado la obra "Arte", el lienzo en blanco donde cada cual proyecta su psiquis y ve lo que quiere ver.
Tal vez el prior se escuda en las páginas para evadirse de sus obligaciones y de un mundo que no le satisface, y lograr ante sus subordinados ese "aura" sólo destinado a los "iluminados", y hacer crecer así su superioridad
Me ha enganchado el relato desde la primera palabra. Tu destreza con la pluma, aumenta cada día.
Saludos virtuales,,
Gracias por pasarte y comentar, Mª Jesús, siempre tan generosa con mis textos. Tus consideraciones sobre la página en blanco y las intenciones del prior añaden, sin duda, riqueza interpretativa al relato y potencian aspectos del mismo que me hacen verlo con nuevos ojos.
ResponderEliminarMe alegra que hayas podido comentar a pesar de tu malestar. Espero que pronto estés recuperada del todo porque tu pluma está en forma y escribiendo con una intensidad y una belleza de la que nos das cuenta en cada entrega.
Un abrazo, Mª Jesús.