A pierna suelta
Tras una noche de farra, dejamos al novio acostado en la trastienda de la botica de su padre. Musitaba incongruencias y se revolvía desazonado bajo la estantería de "Sedantes y lenitivos".
Toda la mañana lo esperó Inés en el pórtico de la iglesia, colérica y hermosa, toda vestida de blanco.
Toda la mañana lo esperó Inés en el pórtico de la iglesia, colérica y hermosa, toda vestida de blanco.
Un relato como la vida misma: la farra del novio deja plantada a la novia. ¿Por qué siempre son las farras de ellos los que sufren ellas... y no al revés...?
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