Crónica de dos ciudades
El frío aviva el eco de un taconeo que tamborilea la acera. En los escarpados hogares, el día se refugia entre rostros que se reconocen y voces que ofrecen respuesta. Afuera, la noche salpica de despedidas sin encuentros su piel prestada, fonda de semblantes anónimos bajo sordos alientos de neón.
Impresionante relato para celebrar tu cincuenta de cincuenta. Almas que habitan el mismo frío, bajo la noche o bajo la luz del fuego del hogar, en realidades que se evitan compartiendo el sueño de una realidad perdida entre la niebla.
ResponderEliminarPreciosísimo, querido Antonio. Para ti, el perfume de la lavanda que crece en el claro de un bosque de memoria secreta.
Pues aquí estoy, oliendo a lavanda, buscando ese claro de bosque para contarte un secreto de cincuenta lunas: Gracias por tu luz solar.
EliminarAntonio, qué inquietante relato, qué cincuenta brochazos radiográficos que invitan a la reflexión.
ResponderEliminarEl alma de las ciudades, su gente, dividida entre lo que se muestra y lo que se oculta, lo aparente y lo real, lo externo y lo interno: dos maneras alternativas y complementarias de manifestarse y vivir. Hacia dentro lo más íntimo, hacia fuera lo más expansivo y teatral. Como si salir a la calle, en cierto modo, fuera algo así como salir desde las bambalinas a escena... Sí, el teatro del mundo calderoniano mayormente se sitúa en la calle.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo, Antonio.
Tienes razón, el mundo a veces es un teatro con un público que no ofrece su aplauso sino que busca su provecho. De ahí la importancia de apreciar, si se tiene, ese remanso que es un hogar de verdad.
EliminarGracias Carmelo, por tu siempre aguda atención y reflexión.
Un fuerte abrazo.
¡Qué grande eres, Antonio! Tu narrativa es impecable y el uso de metáforas que haces es grandioso.
ResponderEliminarEnhorabuena por estas 50 perlas que nos dejas hoy y por los 50 relatos que nos has regalado en esta casa, son auténticas joyas.
Un beso grande.
Malu.
Como te agradezco tus palabras Malu. Tú, que fuiste mi Malu madrina, la primera en darme alas con tu primer comentario a mi primer relato.
EliminarGracias por tu constante consideración.
Un besazo repetible en los madriles.
Dos mundos muy distintos, como el día y la noche. No parece haber punto de encuentro. Muestras muy bien su lejanía y, en solo cincuenta palabras, creas dos atmósferas con una preciosa prosa poética que captura al lector. Enhorabuena, Antonio.
ResponderEliminarUn saludo.
Realmente no puede haber punto de encuentro. Desgraciadamente la comodidad de algunos siempre se alimentará de la necesidad de otros.
EliminarGracias josep.
Un abrazo.
Como siempre, tus cincuenta se expanden a cuarenta y nueve más que has descartado. Una maravilla de narración con efecto hipnótico para endulzar el fondo cruel. Un saludo, Antonio.
ResponderEliminarGracias Cristina. Qué bien me has transmitido tu sensación con ese efecto hipnótico que mencionas.
EliminarUn abrazo.
Siempre escoges las palabras correctas para que me sienta acariciado por tu maravillosa prosa y escape de mis labios un suspiro de satisfacción cuando termino de leerte.
ResponderEliminarMaravillosa historia, y dura, de dos tipos de ciudades. La historia es aún más maravillosa por ser contada con tu pluma. Es un relato de 24 quilates.
Un abrazo, mi querido y admirado Antonio.
Pablo
Y aunque se suele felicitar al autor, permíteme que en tu caso felicite a todos los lectores de cincuenta por haber tenido la suerte de leer tus cincuenta caricias.
EliminarOtro abrazo.
Pablo
La suerte la tenemos todos de contar contigo, Pablo. Eres un tipo excepcional, con un corazón tan grande como tu talento. Te doy las gracias por compartirlos.
EliminarUn enorme abrazo, que me muero de ganas de repetirlo en Madrid.
Perderse en pensamientos... atreverse a interpretar... reflexionar... disfrutar de la palabra escrita... a todo ello invitas.
ResponderEliminarGracias, Antonio.
Gracias a ti, Salvador, por hacerme llegar tus sensaciones.
EliminarUn fuerte abrazo.
Sólo felicitarte por éste y los 49 relatos restantes. Espero poder seguir dsifrutando de otros 50 más como mínimo. Del relato poco que decir que no hayan dicho ya, dos ciudades que son la misma, ¿Blanco? ¿Negro? Al final todo son matices grises.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita, querido amigo. Estoy de acuerdo en que todo son matices de gris; hasta el blanco es un gris muy muy clarito y el negro profundamente oscuro.
EliminarUn abrazo.
Enhorabuena por estas 50 palabras tan bien encadenadas y por tus 50 relatos.
ResponderEliminarUn saludo, Antonio
Muchas gracias Pilar
EliminarDesarrollas la contraposición de dos ciudades paralelas que coexisten en un mismo lugar: la interior, luminosa, de convivencia armónica y afectiva, y la exterior, oscura, despersonalizada, desprovista de sentimientos, en la que se comercia con los cuerpos.
ResponderEliminarLa idea de la antítesis está sabiamente delimitada en sus contornos y la prosa, como siempre, nos seduce con sus imágenes.
Un micro extraordinario para celebrar tus cincuenta cincuentas. Mi enhorabuena por este y por los cuarenta y nueve que los preceden, Antonio. Es un placer y un honor tenerte en esta casa. Un beso enorme.
Tus comentarios son siempre una fuente de riqueza, Carmen. Eres una de las mejores narradoras de esta casa y te aseguro que el honor es mío el que me tengas en tan buena estima.
EliminarUn pedazo de abrazo y deseando verte en Madrid.
La imagen de esa mujer,fonda de semblantes anónimos, expuesta a la noche de neón contrasta vivamente con los hogares escarpados que encienden frente a su desamparo su confortable intimidad de refugio. La calidez del interior frente al desamparo de la intemperie. Estamos hechos de mitades irreconciliables, divididos en dos, fragmentados, anónimos paseantes de dos ciudades marcadas por signos tan diferentes como el día y la noche.
ResponderEliminarYa el genial tamborileo de la primera frase nos anuncia un micro encomiable: profundo y delicado en su trazado; poderoso, rico y poético en sus imágenes.
Felicidades, amigo Antonio, por esta cincuenta entrega de luz y sabiduría. Pero qué suerte tenemos los habitantes de esta ciudad de letras de que sus calles estén pobladas por cincuentas hogares como los tuyos que nos permiten refugiarnos del sordo desdén de la noche oscura.
Que sean muchos más.
Esto y un fuerte abrazo.
Bueno Manuel, una vez más me dejas con la boca abierta al final de tu abrazo. Qué maravilla de comentario. Te lo agradezco con la misma intensidad que has puesto al redactarlo y sólo lamento una cosa, no poder disfrutar de tu compañía en la próxima quedada; te echaré de menos, Pero, a cambio, estoy seguro de que tu exposición será un éxito.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Magnífico relato Antonio, la ciudad con su sombra y luz simultáneamente, todo depende del lugar en que nos encontremos en cada momento, afuera el frio glaciar y dentro la calidez del hogar, todo ello ocurre a la vez, la ciudad se comporta como un doctor jekyll y mr hyde.
ResponderEliminarFelicidades por tu cincuentena de cincuentas.
Cierto, todo tiene sus dos caras y lo verdaderamente difícil es mantener el equilibrio en su filo.
EliminarMil gracias por tus felicitaciones
¡Magistral! Con trazo enérgico y al mismo tiempo con sedosa delicadeza, dibujas de manera admirable las dos caras de un mismo escenario. Enhorabuena por tus primeros cincuenta y millones de gracias por regalarnos con cada uno de tus textos toda la grandeza que hay dentro de ti. Un abrazo enorme, Antonio.
ResponderEliminarGracias Matri, son un verdadero honor tus palabras porque tú de grandeza sabes mucho.
EliminarUn abrazo. Me alegra saber que nos veremos en Madrid.
Lo primero que me ha recordado el título de tu microcuento ha sido una novela histórica de Dickens, titulada Historia de dos ciudades, la cual transcurre en la época de la Revolución francesa, y las dos ciudades en cuestión son Londres y París.
ResponderEliminarY aunque de entrada no hay ninguna relación entre tu microcuento y la novela de Dickens, sí que me atrevería a decir que lo que narras tiene el aire dickensiano de muchas de sus novelas, en las que el enorme novelista que fue, denuncia la crueldad de la sociedad británica de su tiempo, cargando el acento en sus historias de niños, sobre todo en esa explotación infantil que no le causaba el menor remordimiento al feroz capitalismo de la época.
Las dos ciudades tuyas están en la misma ciudad, pero, como bien sabemos, una ciudad son muchas ciudades, y las fronteras invisibles que las separan suelen ser tan difíciles de superar como las que separan a muchos países o, incluso, más.
Por un lado, están esos hogares donde la gente se refugia tras haber pasado sus jornadas en la jungla de asfalto, por decirlo con el título de una película, y a este respecto, muchas veces, al ver mendigos en la calle en días de frío, he pensado que ellos seguirían allí pidiendo una limosna mientras yo tendré la enorme suerte de irme a mi casa, donde me esperan muchas comodidades que esos seres marginales no pueden ni soñar. Y eso produce una desazón difícil de soportar, pues es un problema que ninguna sociedad soluciona, los marginados no desaparecen nunca, los pobres, siempre, son legión, por decirlo con palabras evangélicas.
Pero volvamos a tu microcuento, a esos otros seres que pululan por las calles, a quienes tienen que vender sus cuerpos para ganarse la vida, a quienes, por vicio, o por miseria afectiva los compran en lugares sórdidos, donde Afrodita, de ser visible, aparecería como un ser degradado y monstruoso. ¡Cómo ensuciamos el erotismo y el amor!
Y esos lugares, no sé por qué, transportan a mi mente a las callejas oscuras y siniestras en la que Jack el Destripador cometió sus crímenes, quizá por haber traído a Dickens a colación, y por las imágenes que han inducido tus palabras en mis neuronas, las cuales, no sólo están cargadas de literatura, también de séptimo arte, quizá más de séptimo arte que de literatura.
Sea como fuere, tu cincuenta número cincuenta mantiene el alto nivel al que nos tienes acostumbrados, e invita a seguir leyéndote y disfrutándote en cada entrega.
Un abrazo, Antonio.
No solo eres un comentarista considerado y erudito, Manuel sino que además sabes captar las frecuencias de fondo de los textos. Efectivamente, el germen de mi idea parte de la historia de Dickens que se desarrolló hasta esta crónica.
EliminarGracias a ti por el regalo de detenerte a comentar mis textos.
Un abrazo. Qué bien volver a verte en Madrid.
Mucho podría decir de este soberbio relato, Antonio. Pero, al mismo tiempo, siento que no tengo palabras para alabar debidamente tu texto. La ciudad nocturna, reverso sórdido de la urbe respetable bajo la que los sueños tienen siempre aspecto de pesadilla.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Pues, a tenor de el magistral final de tu comentario, si llegas a tener más palabras que decir me descubro hasta la tapa de los sesos.
EliminarNormal que te echara de menos, Carles. Espero que cumplas tu promesa de quedarte, no seas cruel.
Un fuerte abrazo.
Frío, hambre, desamparo..., y soledad sobre todo, hacen que las diferencias entre estas dos ciudades resulten muy dolorosas para quienes están en "la cara mala". En los cálidos hogares incluso la noche parece llegar más tarde.
ResponderEliminarHermoso, triste, crudo... Qué sugerentes y poéticos esos sordos alientos de neón. Magnífico y oportuno, Antonio.
Enhorabuena y un abrazo.
Y felicidades también, por supuesto, por tus cincuenta cincuentas. Todo un privilegio haber estado ahí para leerlos.
Gracias querido Enrique. Qué gozada poder disfrutar de esa forma tan tuya de escribir.
EliminarEspero que puedas acercarte a la quedada. Yo también me muero de ganas de charlar contigo.
Un fuerte abrazo.
Me estoy imaginando una calle sórdida y fría por la que deambulan personajes marginados que se venden, en contraste con el confort de los hogares ajenos a la realidad.
ResponderEliminarLo has logrado con este impactante relato para reflexionar.
Saludos afectuosos.
Antonio,