Duelo
Los dos hombres llegaron al duelo con idéntica premura; los dos sostuvieron el arma con las manos temblorosas; los dos dispararon al mismo tiempo, con los ojos cerrados.
Solo uno de ellos se desplomó con el pecho sangrante. La otra bala se quedó incrustada para siempre en mitad del espejo.
Solo uno de ellos se desplomó con el pecho sangrante. La otra bala se quedó incrustada para siempre en mitad del espejo.
¡Oooooh!¡Chapeau, Daniel!
ResponderEliminar¡Daniel! Boquiabierta me has dejado. No te digo más.
ResponderEliminarDaniel,¡ay!, la siempre seductora propuesta de los espejos. Sí, has estado inspirado.
ResponderEliminarDuplicidad y duelo comienzan por dos letras coincidentes, se diría que se miran ellas al espejo antes de derivar en dos vocablos diferentes.
El resultado del duelo que describes es de resultado fatal en una de las orillas. Lo primero que uno piensa es que muere el único que en la realidad puede morir. ¿Pero no nos movemos en la tentadora irrealidad de la ficción? De ser así, no sé, no sé. ¿Y si quien "se desplomó con el pecho sangrante" esta vez, en la lógica escurridiza de los espejos, como de los perfiles de las cosas en medio de la niebla espesa, fuera el otro? Esto sí que se me hace, si cabe, todavía más inquietante. Pero lo tengo que pensar más despacio, Daniel.
Un saludo!
Fantástico , para ponerse a pensar en ello e intentar desgranar las intenciones de ese duelo contra el espejo.
ResponderEliminarMagnífico duelo, Daniel. El tema de los espejos es inagotable y tú has sabido crear una tensión hasta el desenlace. ¿Quién de los dos muere? Lo vuelvo a leer y las dos posibilidades me parecen plausibles.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Magnífico, Daniel. Enhorabuena.
ResponderEliminarFantástico. Redondo.
ResponderEliminar