El despropósito
"¿Bailas?". Inclinado hacia ella y sonriendo con aplomo, esperaba su respuesta. Vestía mi primer traje, comprado aposta para agradarle, mientras en la pista, como una ofrenda, sonaba Samba pa ti. No recuerdo si me miró, aunque sí cada una de sus palabras: "Y tú, ¿sacas la corbata de mi refresco?".
Muy bueno Enrique, acabo de entender de significado de pagafantas, porque le tuvo que comprar otro refresco ¿no?.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que le viene muy bien el apelativo, lo que quizá quiera decir que ha habido pagafantas toda la vida, como también se ha escrito siempre más sobre los perdedores que sobre los triunfadores.
EliminarMuchas gracias, José Antonio.
Un abrazo.
¡Glup! ¡Tierra, trágame!, se dijo él.
ResponderEliminarHay que ver las situaciones tan difíciles por las que pasan los tímidos en sus intentos de acercamiento. Y qué poco comprendidos son por quienes hacen gala de grandes habilidades sociales. La escena es divertida si logras distanciarte del protagonista, como imagino que pretendes. ¿Era, tal vez, un tipo arrogante que daba por sentado que la iba a impresionar con su traje nuevo? Una nueva sonrisa y una invitación quizá lo salven del apuro. Nunca se sabe.
Me ha encantado la escena, observándolos desde
la barra. Sabes poner el foco en situaciones cotidianas y hacernos disfrutar, Enrique. Un fuerte abrazo.
Cuánta razón llevas, Carmen. Este tipo de situaciones cuanto más engorrosas son para el que las sufre, más divertidas resultan para el que las observa. Y a ver quién se libra de ello (de ambas posibilidades). A veces pienso que se puede comprender a cualquiera, aunque eso tiene el evidente peligro de hacerlo también con los incomprensivos. Al escribir el relato pensaba sobre todo en alguien inmaduro (donde podría encajar tanto el tímido como el arrogante) y lo bastante enamorado como para poner tanto empeño en la empresa.
EliminarMuchas gracias por todo.
Otro fuerte abrazo para ti.
¡Corrijo lo de comprender a cualquiera! Qué horror. No había pensado en todas las posibilidades.
EliminarJolín, pobrecillo. Tanta ilusión probablemente creada durante días, seguro que mil veces habría recreado ese momento en su imaginación. Y ella, de repente le hizo aterrizar.
ResponderEliminarGracias por compartirlo Enrique
Pues eso es, que da un poco de pena. Ojalá las cosas salieran siempre como una desea, pero sobre todo en asuntos de amor la correspondencia de la otra persona resulta imprescindible.
EliminarMuchas gracias a ti, Pilar, por tu tiempo y amabilidad.
Un abrazo
Esta vida sería muy aburrida si los propósitos no se volvieran del revés de vez en cuando. Despropositémonos, así, porque sí. Para que salgan micros divertidos y las sonrisas iluminen los días gris marengo.
ResponderEliminarPara ti, una orquídea silvestre, de las que nacen en los prados de la imaginación de los que viajan sin billete.
Muchas gracias por el regalo, Patricia. Imagino una de esas pequeñas orquídeas, feliz con su aspecto pero en ningún modo orgullosa, y capaz de apreciar la belleza de su amiga, la flor del cardo. No sé por qué me ha salido todo esto ahora, jajaja. En cualquier caso veo que no te importa que sea un despropósito. Por cierto que uno muy grande es el que no puedas venir a la quedada. Ese además sin gracia.
EliminarUn abrazo.
No sé cómo serán ahora las relaciones entre jóvenes -aunque supongo que Afrodita aunque se vista de seda, Afrodita se queda-, pero esa escena que describes me ha trasladado directamente muchos años hacia atrás, y hasta creo que he podido verme a mí mismo en alguna situación similar. Hasta la canción de Santana encaja perfectamente en mis recuerdos.
ResponderEliminar¡Cuántas tonterías habremos hecho! ¡Cuántos despropósitos! Por suerte, eso que llamamos memoria -y que, al compararla con los dispositivos electrónicos e informáticos que hay hoy en día, deberíamos llamarla de otra manera, pues la mayor parte de nuestras vivencias desaparecen en ese océano ignoto del cerebro-, hace su trabajo de maquillaje y nos presenta ante nosotros mismos mucho mejor que lo que fuimos, y eso que, en mi caso, no creo que fuese tan necio como para morirme de vergüenza si pudiese verme ahora en aquellos lances por un agujerito, como suele decirse, aunque sí me echaría algunas risas y me haría algo de autocrítica.
Sea como fuere, la situación que describes con humor tiene su parte seria, muy seria, diría yo; pues cuando uno está interesado por una persona de manera que desearía pasar el resto de su vida con ella, como puede ser el caso de tu protagonista, se juega el todo por el todo en esos intentos de establecer una relación.
Y si es un tanto tímido, como puede ser también el caso de ese buen hombre que se ha comprado un traje para abordar tan peliaguda situación, una metedura de pata puede dejar su autoestima por los suelos, de tal manera que tomar la decisión de hacer un nuevo intento le cueste más que a Espartaco rebelarse contra los romanos.
Me lo imagino en soledad llamándose idiota a sí mismo, maldiciendo su suerte, dándole mil vueltas a la escena, ora cayendo en el desánimo, ora creciéndose y diciéndose que la próxima vez será más osado, que actuará con mayor aplomo.
En fin, ahí le dejamos con sus dudas y sus luchas, quizá tenga suerte y, como en la canción de Mecano, la fuerza del destino vuelva a reunirle con ella, pronombre que, como bien supo Pedro Salinas, cuando se refiere a la persona amada, cobra dimensiones gigantescas.
Estupendo y divertido microcuento para los lectores y un tanto agridulce para el protagonista.
Un abrazo, Tocayo.
Samba pa ti estuvo sonando en las discotecas durante muchos años, pues yo la conocí a través de mi hermano mayor y luego, previo cuidado con la corbata, yo también la bailé alguna vez. Ocurre, como bien dices, que nos acordamos solo de algunas cosas y siempre de un modo distorsionado. Nosotros éramos un grupo de amigos bastante “normales” en este aspecto, vamos, que lo habitual era que volviéramos a casa como habíamos salido. Eso sí, nos reíamos mucho, sobre todo de nosotros mismos. Claro que debajo de todo esto siempre está el drama de la vida, sobre el que a menudo pasamos sin ser verdaderamente conscientes de su trascendencia, siendo el amor su principal personaje. No sé cómo encajaría la situación el chico de mi historia. El mundo no se acaba en una corbata mojada, y confío en que tuviera más oportunidades de intentarlo y que ella finalmente aceptara. Y si no, que la palabra “ella” volviera a cobrar la misma dimensión en otra chica. El traje seguro que lo aprovechó para la gala de los “quintos” del pueblo.
EliminarMuchas gracias por tus acostumbradas amabilidad y generosidad.
Un abrazo.
Muy bueno, Enrique. Sabes narrarnos la escena de una manera divertida, pero a la vez nos pones en el lugar del protagonista de la metida de pata (de corbata, en este caso) y nos haces hasta sentir un poco mal. Como ya han dicho, tierra trágame! Felicidades y abrazos.
ResponderEliminarAunque no he podido ponerlo, mientras lo escribía también escuchaba las risas de las amigas de la chica. En casos así puede llegar a doler más eso incluso que el amor contrariado. Apostaría lo que fuera a que para ellas fue a partir de ese día “el de la corbata”.
EliminarMuchas gracias, Pepe.
Abrazos.
Me ha gustado tu relato sobre cambio y despropósito, Enrique. Inicio y final muy acertados; las dos preguntas condensan los significados del relato. Cambiar para agradar puede ser una buena idea o un despropósito. En cualquier caso, la falta de costumbre puede llevar a cometer errores. Con la intención no basta, también se tiene que saber “cambiar”.
ResponderEliminarUn saludo.
Y a mí me ha encantado tu análisis de la historia, Josep. Lo más positivo que saco de la conducta del personaje es su decisión de hacer algo para intentar lo que quería. Parece, no obstante, que la cosa no le salió bien, se ve, como bien dices, por la falta de costumbre. A saber de todos modos cómo le habría ido de haber puesto algo más de cuidado en el lance.
EliminarMuchas gracias y saludos.
¡Ole con ole los relatos divertidos y bien contados! Bravo Enrique, tu historia arranca sonrisas, literalmente, porque es imposible no sonreír una vez terminado de leerlo. Y para eso, amigo mío, hace falta sentido del ritmo y una correcta dosificación de las palabras y frases, en definitiva, hace falta maestría.
ResponderEliminarFelicidades Enrique, por otra obra maestra de cincuenta palabras.
Un fuerte abrazo.
Bueno bueno, amigo Antonio. Cuánto me alegran tus palabras, tu entusiasmo, ante una historia por la que no daba mucho. Sí que es verdad que no me fue fácil escribirla; las situaciones cómicas, como los chistes, son delicadas de tratar y no a todo el mundo hacen gracia. Reacciones como esta tuya te aseguro que me animan a intentar él humor en más ocasiones, siempre que se me ocurra algo, claro.
EliminarMuchas gracias por todo y otro fuerte abrazo para ti.
Jajaja...pobrete...¡Con lo guapo que se había puesto para la ocasión!...Seguro que después de pagarle otra Fanta, le concedió un baile. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarSí que se había puesto guapo, jajaja, como para dar un telediario. Simpático seguro que le cayó, y si le pagó otra Fanta (y también a las amigas), quizá hasta la conmoviera.
EliminarMuchas gracias, Aurora.
Otro fuerte abrazo para ti.
Uno se siente invadido por la sensación de ridículo ajeno al ponerse en la piel de ese protagonista vestido primorosamente para lo ocasión (un tanto hortera con sus pantalones ajustados de campana, chaqueta sobre falsa camisa y su deslumbrante corbata), encendido de pasión e ilusión, que después de haber hecho acopio de valor para estar a la altura de la situación, acaba sumergiendo su engolada presencia en un vaso de burbujas.
ResponderEliminarMuy divertido el relato, pero también provisto de la sutileza que convierte en quiebro la situación y nos la devuelve como paradigma de todos aquellas veces en que sin querer queriendo acabamos arrojando la margarita deshojada a los cerdos.
Cabe, no obstante, pensar que el mismo sentido del humor que reconocemos en el autor, sea también adorno del protagonista, que resuelto y decidido, después de reírse del percance, arrojara la corbata a la pista y con la chica de la cintura se marcara un baile por todo lo alto.
Enternece, divierte y cuestiona nuestro proceder de gallitos de corral.
Esto, un fuerte abrazo, y como no puede ser de otra forma, mi carcajada junto con mi enhorabuena, Enrique.
Cada vez me asombro más de la imaginación que habita en esta página, sobre todo en determinados magines. Como dices, se mete la pata muchas veces, y diría que el riesgo de que esto ocurra es mayor cuanto más grande es nuestro interés en lograr el objetivo, devolviéndonos de golpe a la realidad y haciendo que nos replanteemos nuestra conducta. Me quedo con esa continuación que sugieres, aunque no sé si estará al alcance del personaje. De ser yo, desde luego que el ridículo sería totalmente paradigmático (inimaginable incluso para ti, jajajaj).
EliminarMe alegro de que te haya gustado y sugerido tanto.
Muchas gracias por todo y otro fuerte abrazo para ti.
Muchas suerte en esa maravillosa exposición que tanto me gustaría ver, ;-).
A veces nos encajamos una armadura de caballero pretendiendo evitar los embites del desdén. Pero, aún así, seguimos recibiendo golpes.
ResponderEliminarCreo que la protagonista no es ella, esa mujer aparentemente fría, ni él, ni tan siquiera la corbata... sino el fracaso de nuestros propios intentos... nuestro deseo de agradar siendo o aparentando lo que no somos.
Me ha gustado, Enrique.
Totalmente de acuerdo contigo, Salvador. Es además este un tema universal que suele dar mucho juego, tanto en literatura como en cine, en cuanto cualquiera puede sentirse identificado con el personaje o empatizar con él en el peor de los casos.
EliminarMuchas gracias por tu amabilidad.
Un abrazo.
Yo quiero ser como tú de mayor, amigo Enrique...����
ResponderEliminarLa sonrisa, al llegar al final del relato, ilumina toda la habitación. Gracias por estar tan cerca de nosotros...
Pues anda, Rafa, y si te digo que yo cada vez me gusto menos, jajaja.
EliminarMe alegro mucho de que te haya hecho sonreír este relato, pues no era otra mi intención con él.
Muchas gracias por tu entrañable reacción, pero sobre todo por ese mismo motivo que dices sobre mí.
Un abrazo.
Seguro que al meter la corbata en el vaso mientras que escuchaba Samba pa ti, pensó que era una Black magic woman y le preguntó ¿Oye como va?, mientras sentía que se le quedaba el Corazón espinao, y era el mas desgraciado de toda Europa.
ResponderEliminarDe peores inicios han surgido grandes historias, a fin de cuentas, no deja de ser The game of love
Desde luego lo que está claro es que a ninguno de los dos se les va a olvidar el encuentro, es una manera como otra cualquiera de dejar huella, (probablemente no tanta como tus micros).
Un abrazo Magic.
Otra cosa que está clara es que no tienes desperdicio, Irreverente. Hay que ver. Y también que hay muchos carrozas por metro cuadrado en este página. Aunque hay que decir que Santana ha logrado que la gente joven también lo conozca y que no confunda su nombre con un espesante de comidas.
EliminarYo confío igual que tú en que el juego siga y que, si son compatibles, estos dos lleguen a algo juntos.
Muchas gracias por todo, I.I.
Un abrazo para nada Smooth.
Fíjate, amigo Enrique, que por más que intento imaginarme a un tipo atolondrado con los ojos bobalicones ante los efluvios del alcohol y la belleza de la chica, cuando llego al final se me viene a la mente Luis Agulé con una de sus características corbatas. Genial Micromochón con un sentido del amor desbordante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Del amor o del humor, que se me va la olla. 😂😂
EliminarPues menos mal que a mí no me vino esa imagen mientras lo escribía, porque entonces no lo habría acabado. De todos modos, el Aguilé con su corbata en vez de estropearle la bebida le habría lustrado los zapatos.
EliminarMuchas gracias, Pablo. Tú sí que desbordas humor, jajajaj.
Otro abrazo para ti.
Ay, Enrique, si es que vales pa´tó. Dominas también el relato en tono humorístico y lo haces de forma soberbia.
ResponderEliminarPues fíjate que yo te diría que hay parejas que han empezado con un despropósito y después no han acabado tan mal.
Un beso.
Malu.
Bueno, se nota que no me has visto bailar, jajaja (pocos lo han hecho, la verdad). Me alegra que te haya gustado, porque una presunta gracia mal contada da ganas de llorar, y temía que fuera así. En cuanto a cómo puede continuar esta historia yo tampoco soy pesimista, aunque comparándola con la fórmula clásica de "chico busca chica, encuentra chica, pierde chica y, finalmente, la recupera", este parece haberse saltado los dos primeros pasos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Malu.
Un beso.
Si no fuera por estos "relatos" y otros peores, nuestra vida sería muy insulsa. Qué bueno contar contigo en este rincón de letras que, como un medicamento certero y siempre eficaz, ayuda a todo el que lo toma.
ResponderEliminarSigue, amigo Quique, repartiendo tus píldoras de salud enlatadas en cajas de 50
Un abrazaco.
Tu comentario me recuerda lo bien que me lo hizo pasar tu "Relatos para ratos", una fórmula magistral contra la tristeza y el aburrimiento, pero también la fortuna que me ha traído esta afición de escribir al conocer a gente como tú.
EliminarMuchas gracias por todo, amigo Isidro.
Te mando otro abrazaco en espera de uno, muy próximo, verdadero.
Enrique, has hecho de una escena cotidiana, un cuento divertido para el lector y comprometido para tu prota. Lo has plasmado con una habilidad extraordinaria y te envío mi felicitación.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Muchas gracias, María Jesús. En definitiva es eso, un intento de divertimento, por mucho que para el personaje la situacion no sea muy agradable. Me alegran mucho tus elogios.
ResponderEliminarUn abrazo.