El silencio

¿Por qué aquel silencio? Era sobrecogedor. No se oía absolutamente nada. Pensé en un primer momento que la explosión de la bomba me había dejado sordo, pero me equivocaba: yo estaba solo en aquella trinchera en la que, un momento antes, nos apiñábamos treinta hombres. Entonces comprendí: yo estaba muerto.
Escrito por Rosa Ibarra Amor

2 comentarios :

  1. Me ha gustado mucho, Rosa. Enhorabuena. Un abrazo

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  2. Un relato muy conseguido. Nos introduces en esa trinchera donde triunfa la muerte, en la mejor tradición antibelicista. Felicidades. Saludos.

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