El síndrome de Don Quijote
Descubrió, de repente, que ya no podía caminar por el bosque como solía. Luego se le vio distraído y su voz empezó a sonar como un oboe melancólico. Poco después, perdió el hilo de la conversación con el mundo: fue cuando empezó a señalar con su lanza a los molinos.
Maravilloso relato. Enternecedor. ¡A mí me ha hecho sentir tanto! Mi más sincera enhorabuena, María José. Besos.
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