La esquina de los besos
El orador pidió silencio en la sala; pidió silencio en el edificio, en la manzana, en la ciudad. Después, colocando la palma de su mano detrás de su oreja, dijo: "Oíd, todos". Fue el trueno, fue el derrumbe: la prosa venció a la poesía en la esquina de los besos.
Precioso relato lleno de prosa poética en el que se juega tanto con una como con otra. Para enmarcar el título y el final.
ResponderEliminarBienvenido.
Un abrazo.
Pablo
Muchas gracias, Pablo.
Eliminar¡Felicidades! Me ha gustado el final porque me venía extrañando la tópica composición inicial de tus cincuenta, y ambas partes en conjunto me han sorprendido a partes iguales, por eso creo que me ha llegado. Varias veces lo he leído y todavía voy a hacerlo una más.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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