La tormenta
La tormenta era intensa. El granizo golpeaba con fuerza.
Él pensaba en su auto. Ella, en su indiferencia. Él, en la ruta peligrosa. Ella, en su desilusión. Él estaba furioso. Ella, triste.
Él ganó la pulseada, como siempre, mientras el auto derrapaba en el camino y se deslizaba al barranco.
Él pensaba en su auto. Ella, en su indiferencia. Él, en la ruta peligrosa. Ella, en su desilusión. Él estaba furioso. Ella, triste.
Él ganó la pulseada, como siempre, mientras el auto derrapaba en el camino y se deslizaba al barranco.
Buen relato, una lástima que las relaciones se acaben así, seguro que más de una, aunque no acaben en un barranco, están en el pozo de la ignorancia mutua. Me encanta Marisa. Un saludo.
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