Mesa para cinco (Comensal #2)
―Sí, solicitaron un reservado para "los cinco cincuentones", o algo así, diciéndonos que traerían ellos su comida. Cuando entré ya estaban muertos, con sus manos entintadas y entrelazadas. Parecía un pacto diabólico de esos, apestaba a azufre. Lo más extraño es que dejaron un puñetero dinosaurio despedazado sobre la mesa.
Hola,Jesús. Pobre Monterroso. Si levantara la cabeza y viera en lo que ha acabado su Dinosaurio. ¿Qué os hizo el pobre animal, si tan solo estaba allí? 😝
ResponderEliminarMenos mal que lo resucitamos dentro de poco en nuestra magnífica quedada cincuentista anual. Una pena que este año no podáis asistir.
Abrazos.
Jesús...ahora si que me habéis sorprendido entre María José y tú. Esto va tomando otros derroteros mucho más oscuros de lo que yo había imaginado.
ResponderEliminar¿Va a haber más comensales o me quedo con la intriga?
¿Tengo que interrogar a María José?
Jajajajaaaa (risa diabólica).
Un cordial saludo, Jesús.
Querido Comensal número 2, me causas escalofríos con tu historia, jajaja, teniendo en cuenta que yo era una las asistentes a la cena... Muy divertido y muy bien escrito, Jesús, como todo lo que tú haces. Besos.
ResponderEliminar"los cinco cincuentones", jajaja (norrll!!, cincuentistas!!)
ResponderEliminarUn poco negruzca esta comida...
Me quedo con la intriga de si el dinosaurio resultó indigesto por estar lleno de tinta (de tanto que se ha escrito sobre él ;-) y de azufre (por tanto relato matando gente que vamos escribiendo por ahí).
Pero esas manos entrelazadas me hacen sospechar que ese dinosaurio era inocente el pobre.
Por si acaso, yo en la próxima ocasión quizá esté ocupada ese día, jajaja
Un beso!
Carme.
Genial relato, comensal 2. Generas expectativas desde el principio y dosificas muy bien la información para garantizar el impacto del final sorpresa.
ResponderEliminarQué mejor que morir unidos en un homenaje a los mentores. Augusto estará muy satisfecho al comprobar que su memoria sigue tan viva.
Un fuerte abrazo, Jesús.
PD para Pilar: el relato del siguiente comensal va por unos derroteros mucho más oscuros.
Genial, Jesús. El despedazamiento de un puñetero dinosaurio universal tiene sus consecuencias. ¡qué demonios!Enhorabuena.
ResponderEliminarAh, Sr. Garabato, qué lugares más extraños que frecuenta. No aclara Usted la causa de la muerte de esos cincuentones y me deja con una duda horrible. Por cierto, seguro que era azufre a lo que olía. ¿Quiere decir que no sería más bien allioli?
ResponderEliminarEn cualquier caso, y si me permite la confianza, le mando un cordial abrazo.
jajajaj, allioli! :-))
EliminarEsa mesa para cinco creo que está ubicada en un restaurante donde hay muchas más mesas y muchas más personas observando lo que ocurre en ella, aunque esté en un reservado, atentos a las nuevas entregas de los otros comensales.
ResponderEliminarEsos cinco cincuentones le dijeron al dueño del restaurante que llevarían ellos la comida, lo que el tal dueño no podía saber es que esa comida era intangible, aunque no por eso podría dejar de causar sensaciones más reales que las de la realidad misma.
Supongo que como dijo ese fenómeno, ese personaje berlanguiano que fue presidente de la Diputación de Castellón, cuando, al inaugurar el aeropuerto, dijo aquello de no han entendido nada, tampoco el dueño del restaurante ha entendido nada, y lo que nos cuenta tiene que pasar por el tamiz literario para cobrar sentido.
¿Qué había ocurrido en ese reservado? ¿A qué se debía ese olor azufre? ¿Y ese dinosaurio despedazado sobre la mesa? ¿Y los cinco muertos con las manos entrelazadas y entintadas?
Allí había ocurrido algo muy gordo, por allí había rondado Mefistófeles, de la mano de Gohete, y un dinosaurio de la mano de Monterroso, y de los cinco muertos podría decirse lo de la canción de Peret: Que no estaban muertos, que no, que estaban tomando cañas...
Tomando cañas y celebrando su encuentro, y pergeñando historias y hasta escribiéndolas, como lo denota esos dedos entintados, pues supongo que los cincuentones aún son capaces de escribir con bolígrafos y con plumas.
Un divertido relato negro metalitarario con homenaje incluido a unos compañeros, excelente, Jesús, un abrazo.
Claro, el dinosaurio aún estaba alli, aunque muerto. Lo mejor es que quedo con apetito de una nueva entrega.
ResponderEliminarGracias por una nueva vuelta de tuerca, Jesús.
Divertido en un principio por la confusión entre "cincuentones" y "cincuentistas", va adquiriendo matices oscuros con ese extraño ritual de manos entintadas -como escritores que son- y entrelazadas, ¿Cómo han muerto? ¿Qué hay de diabólico en el banquete? Y, para desesperación del narrador, el famoso dinosaurio estaba allí, despedazado por los microrrelatistas. Sois unos iconoclastas, Jesús.
ResponderEliminarEste banquete estaba maldito. O eso pretendes que creamos.
Un fuerte abrazo.
Jesús, cómo me habéis sorprendido. Un magnífico relato que nos deja suspendidos en la intriga de lo que vendrá después. Muy visual. El detalle del dinosaurio, magnífico. Besos!
ResponderEliminarMe gusta mucho tu micro Jesús, lleno de claves. Me ha gustado mucho mucho la parte del azufre, y claro del dinosaurio... Trágico final... "reservado", "cincuentón es", muy en tu línea muy divertido de leer.
ResponderEliminarUn abrazo
"cincuentones" ¡Maldito corrector del móvil ! Y aún así, sigo empeñada en no usar el pc... A ver si voy a ser milenial yo también 🤔🤔
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