Mesa para cinco (Invitado)
Fue lo único que heredaron de su madre, una mesa. Siendo imposible dividirla en cinco partes iguales, optaron por disfrutarla una semana cada uno. Así que, cada siete días, la trasladan a la casa del hermano que por turno corresponde. Junto al cepillo de dientes que les legó el padre.
Me gusta tu ironía Rafa, muy tú. Deberían quedar los cinco, y cenar en esa mesa y homenajear a esa madre.
ResponderEliminarUn abrazo,
Sí, y después de cenar a lavarse los dientes por turnos.
EliminarGracias, Raquel.
Un beso.
Hay herederos mezquinos, poco prácticos y poco higiénicos, con tal de no renunciar a su parte. Claro, que su actitud es delirante, aunque no se enemistan para siempre. En otras familias el cainismo se prolonga en sus descendientes.
ResponderEliminarIrónico marca Olivares. Un fuerte abrazo, Rafa. Nos vemos pronto.
Son familias bienavenidas que comparten lo que tienen.
EliminarNos vemos el sábado.
Un beso.
Otra gran muestra de tu magnifico sentido del humor, ¿corrosivo en este caso?
ResponderEliminarEnhorabuena, maestro, y un abrazo.
Hasta pronto.
Todo lo corrosivo que cada lector quiera.
EliminarGracias, Enrique.
Un abrazo.
Madre en vida, mesa en la muerte... mueble al fin y al cabo... va de casa en casa. Cada semana a una distinta... para que no se cansen mucho de ella.
ResponderEliminarFeroz crítica a la correspondencia filial.
Lectura interesante la tuya, Salvador.
EliminarGracias y abrazo.
Las herencias muchas veces traen consigo quebraderos de cabeza. Según sean los personajes implicados, se pueden llegar a dar situaciones realmente absurdas. Tu relato lo muestra elegantemente y con sentido del humor. Enhorabuena, Rafa.
ResponderEliminarUn saludo.
La necesidad de llegar a acuerdos a veces complicados.
EliminarGracias, Josep Maria.
Un abrazo.
Ah, qué entrañable escena. Qué hermanos tan bien avenidos. Qué gran mujer debía de ser la finada, pues gracias a su legado, se aseguró de que sus hijos permanezcan unidos y que, como mínimo una vez a la semana, queden para trasladar la mesa y ya puestos, para que coman juntos. Y quien sabe, a lo mejor, en una de estas, deciden crear una empresa de mudanzas.
ResponderEliminarUn aplauso para tu fino humor e ironía, Rafa.
Abraçada.
Esos efectos colaterales que conllevan determinadas herencias compartidas.
EliminarGracias, Carles.
Forra abraçada.
Podría ser peor. Podrían haberse quedado cada uno con una pata y el quinto con el tablero de encima. Al menos así se ven un rato, no? ;-)
ResponderEliminarLo del cepillo no sé yo si...
Un petó, convidat!
Carme.