Ni sumisa ni devota
Siempre había sido tan silenciosa. Aceptaba todo lo que se le pedía. Cuando llegaba a casa, estallaba en lágrimas y dolor. Ser así, era una cualidad tan bien vista por la sociedad.
Un día algo cambió. El silencio encontró su voz. Dejó de ser invisible. Todos creyeron que había enloquecido.
Un día algo cambió. El silencio encontró su voz. Dejó de ser invisible. Todos creyeron que había enloquecido.
Silvana A., muy bueno, enhorabuena!
ResponderEliminarCualquier persona que, sobre todo antaño, fuera varón y más todavía si mujer, peligraba si pretendía ser libre. Podían acabar muy mal, en la cárcel, en el manicomio o en el exilio. Todavía hoy son "viejos tiempos" en este sentido. La amenaza, en términos generales, permanece. El castigo social, la represión... tienen muchas caras. Y es que la sociedad no tolera la "locura" de que las personas, las mujeres en particular, sean libres.
Un cordial saludo!
Carmelo, muchas gracias por tu comentario!!!!
EliminarSaludos!!!!