Pecado original
Cada tarde cruzaba la plaza hacia la parroquia donde el padre Braulio había aceptado enseñarle el catecismo y las cuatro reglas cuando los demás niños se hubieran ido. Sentía las miradas de siempre tras los visillos y se preguntaba qué culpa tenía ella de cómo ganaba el pan su madre.
La culpa, el pecado, los visillos...¡Qué bien lo cuentas, Aurora!
ResponderEliminarLa madre por una parte y el padre Braulio por otra, cada uno en lo suyo, desde la necesidad imperiosa aquélla y desde la fe (fe cual garrapata, o que mueve montañas, a elegir entre estas dos opciones por el lector), sencillamente, hacen lo que pueden.
Un cordial saludo!
Temática muy actual. Un relato triste.¡ Pobre cría!.
EliminarMe gustó. Cuánto se condensa en 50 palabras.
Uf¡...Se me agolpan las interpretaciones, no sé con cuál quedarme. La del "padre" Braulio. La tan actual sobre el clero. O la simple del pueblo y sus beatas. No sé, no sé...
ResponderEliminarEs genial tu micro, Aurora.
Muy bien fotografiada esa escena. Por un lado, dejas claro que la niña ha de ir cuando los demás niños no están, seguro que porque los padres de estos ya la señalan y no quieren que sus hijos coincidan con ella. La gente escondida tras los visillos retrata esa costumbre de mirar sin ser visto, de soltar habladurías, de ver la paja en el ojo ajeno, de ser juez de los demás, de una sociedad hipócrita. Y al fin, también veo en el padre Braulio un cura que, al tener la negativa de sus vecinos para enseñar a todos los niños juntos, dedica parte de su tiempo a que esta niña no se quede con las ganas de aprender. Por mi parte, y no sé si me equivoco, no veo ninguna maldad en el padre Braulio. No sé, parece que cuando sale un cura en un relato ya lo tomamos por un pervertido y, aunque haberlos haylos desgraciadamente, no todos son así, creo yo.
ResponderEliminarUn beso y enhorabuena por esa forma tan maravillosa de escribir. Y, como siempre, el título es genial.
Pablo
Pues me he quedado meditando sobre tu relato y se me ha ocurrido que si el padre Braulio no podría haber puesto más empeño en no dejar aislada a tu protagonista. En fin, que al final no me ha parecido tan inocente.
EliminarCuando le doy vueltas a un relato es porque me ha gustado bastante, Au, y este es el caso.
Otro beso.
Pablo
Perfectamente descrita la vida de tu protagonista y de los habitantes del pueblo en cincuenta palabras. La intolerancia hacia la niña y hacia la madre. El qué dirán y la curiosidad de los vecinos y sus comentarios. Por no hablar del maldito sentimiento de culpa. Me ha encantado. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEsos pequeños mundos cerrados, vigilantes, acusadores, ahogan la existencia de quienes son diferentes. Lo has reflejado muy bien, Aurora. Besos.
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