Rey de redes
El vídeo es un éxito, la gente lo reproduce, incansable, una y otra vez. Cuando su móvil empezó la grabación ya supo que iba a alcanzar la fama, aunque no imaginaba que llegaría a tanto. Algo tuvo que ver la piedra que cedió bajo sus pies al borde del precipicio.
¡Ay!, el precio de la fama en las redes sociales. Y fuera de ellas. No se subestime nunca la estupidez de quienes anteponen y colocan en primer lugar lo que debería ir en último o por ahí.
ResponderEliminarÁngel, me ha gustado tu micro. Salta a la vista que tu buena racha se mantiene.
Un abrazo.
El que hablen de uno de toda la vida ha alcanzado, a merced de la técnica y su uso generalizado, cotas inimaginables poco tiempo atrás. Los narcisistas buscan su ocasión de lucirse ante el mundo, aunque sea arriesgando la vida, aunque sea perdiéndola. Eso sí, nadie le puede negar que ha cumplido el objetivo.
EliminarMuchas gracias, Carmelo.
Un abrazo
Excelente cuento, muy bien narrado con todos los ingredientes y ese final, me alegra retornar a esta pagina y encontrarme con un buen texto. Un saludo.
ResponderEliminarLa escritura que se comparte adquiere una vida independiente de su autor, que nunca sabe si será del agrado de alguien o no. Agradezco mucho la lectura y me satisface que te haya gustado.
EliminarUn saludo, Luis
Cuentas en tu micro una realidad, afortunadamente no todo el mundo arriesga sus vidas por la fama.
ResponderEliminarPero es cierto que vivimos en la era de las redes sociales y que todo vale con tal de alcanzar la popularidad.
Me ha encantado tu relato. Gracias por compartirlo Ángel.
Somos muchos y es bien cierto que existe gente para todo, aunque predominan las personas más bien sensatas; si no fuera así, no ganaríamos para incidentes, desgracias y disgustos. Todo tiene un precio, también ser popular. Otra cosa es si merece la pena arriesgarlo todo por un minuto de gloria.
EliminarEncantado de compartirlo y más de que te haya gustado.
Muchas gracias y un abrazo, Pilar
¡Qué buena narración, Ángel! ¡Qué precisión en las palabras! Ese vídeo que podemos ver en las redes sociales fruto del empeño de alguien por lograr la foto más impactante, lo imaginamos al leer las últimas palabras de tu relato.
ResponderEliminarUn saludo
No cabe duda de que ese final desgraciado transmitido en directo es lo que impacta y convierte esas imágenes en virales. Lástima que el protagonista, muy probablemente, no pueda disfrutar de ningún reconocimiento.
EliminarMuchas gracias por tu lectura y tus palabras, Javier
Un saludo
La estupidez humana es ilimitada, como bien plasmas en este relato. Qué lastimita de fama póstuma...
ResponderEliminarSaludos.
"La estupidez humana es ilimitada", pocas frases guardan una verdad más absoluta. Aunque este caso esté asociado a las nuevas tecnologías de la sociedad actual, muy distinta a las anteriores, es algo extrapolable a muchos ámbitos y no es nuevo, solo hay que repasar la Historia.
EliminarMuchas gracias, Nuria
Saludos
Yo, súbdita y defensora de mantener la esperanza hasta el final, quiero creer y creo que se salvaron los dos, protagonista y móvil. De ahí lo impactante del video, ¿o no? Igual de impactante que los relatos del indiscutible rey de redes cincuentistas.
ResponderEliminarPara ti, el muérdago que cuelga de las puertas que no se van a cerrar. Y abracicos para el camino.
No sería un mal final, que pese a la imprudencia se salvaran individuo y aparato de forma milagrosa, un epílogo que ha sabido ver la mente de una luchadora que yo me sé. Doy fe de que siempre mantiene abierta su puerta a la esperanza, de que se trata de una reina que tiene por corona una gallina y a quien todo el mundo aprecia (a ella y a la gallina, por este orden).
ResponderEliminarMil gracias y mil abrazos
Por similitud fonética ese rey de redes recuerda a rey de reyes, pero si tu protagonista es rey de algo lo es de la necedad. Y siendo un rey de redes, me remite a los pescadores, y ese individuo, como tantos otros, creo que era un merluzo que se quedó atrapado en la red de la tontería.
ResponderEliminarLa que describes es una situación que, por usar un término que está acorde con esta fiebre de las redes sociales que vivimos, se ha hecho viral. Las nuevas tecnologías han caído sobre nosotros como una fina lluvia y nos han empapado hasta los huesos sin que nos diésemos cuenta, sin que haya habido antes una educación al respecto; por el contrario, como en casi todo, primero es el negocio, y luego ya se verán cuáles son las consecuencias adversas para la población, ocurrió con las máquinas tragaperras, por ejemplo.
Pero esta fiebre de ahora es mucho más peligrosa, leo en una página de Google, que por hacerse una autofoto en situaciones extremas, entre 2011 y 2017 han muerto 259 personas. Creo que esto no lo pudo adivinar Warhol que predijo esos quince minutos de fama para cualquier persona en los medios de comunicación.
Lo que demuestra es lo arriesgado que es poner en nuestras manos inventos para los que no estamos preparados, pues lo primero, y no sé si por eso hay muchos que apuesten en este mundo, es formar individuos con criterio y fuerza de voluntad, para que luego no sean manejados por los poderes económicos y políticos del mundo para quienes las personas, muchas veces, son poco más que números, por más que pregonen y presuman de lo contrario.
Los inventos de ahora creo que tienen bastante peligro, y no es una opinión particular, pues se la he oído a muchos artistas e intelectuales, no porque sean malos, que no lo son, sino por el poder inmenso que les dan a los malos, y por la propia estupidez de la que nadie está exento.
Pero este no es un mundo donde predomine la prudencia, por el contrario, son los intereses de unos cuantos y la flojera de ideas las que predominan, además de las múltiples delincuencias que se valen de medios tan potentes y extraordinarios para amplificar sus delitos.
Pero lo que denuncia tu microcuento es la estulticia llevada a su extremo, que es la de jugarse la vida por unos minutos de ‘gloria’. Creo que un paramecio no sería tan ‘paranecio’ como tantos de nosotros, deberían pasarse por aquí no sé si los extraterrestes o los ángeles para hacernos unos cuantos ajustes en la mollera.
En fin, apostemos porque no ceda bajo nuestros pies la piedra de cierta cordura, la tuya está intacta poniendo el dedo en la llaga de estas nuevas formas de tontería que no dejan de ser las de siempre pasadas por el sistema binario de nuestros modernos dispositivos.
Un abrazo, Ángel.
Tú sí que sabes poner el dedo en la llaga, Enrique.
EliminarLa educación es la piedra angular de todo, su ausencia o una versión deficiente de ella solo puede traer malas consecuencias. Las tecnologías no son negativas en sí mismas, es innegable que nos han abierto un campo de posibilidades impensables antes. Como bien señalas, han pasado a formar parte de nuestro ADN sin que nos demos cuenta, de forma sutil pero también precipitada, sin tiempo para asimilar todas las consecuencias que traen consigo, no siempre positivas. Los que hemos jugado con piedras y palos nos damos cuenta de que poner un móvil en las manos de un niño de corta edad supone entregarle el mundo sin que aún esté preparado. Es difícil escapar a una inercia en la que todo se precipita, donde no hay tiempo para formación, pausas y reflexiones. Un homínido con un simple hueso pudo hacer muchas cosas, en buenas manos fue un instrumento que contribuyó a la evolución, lo que no quita para que fuera utilizado como arma, de forma injustificada, por los mas necios y violentos.
Hay quien mataría o es capaz de exponerse a su propio fin por un supuesto minuto de gloria que no es tal, en una sociedad insaciable en la que impera el consumo rápido y todo se olvida tan pronto. Si es cierto que somos observados por seres de otras civilizaciones, seguro que no dejamos de sorprenderles, por inteligentes que sean, ese afán autodestructivo, ilógico y necio que nos caracteriza, debe ser algo arduo de comprender desde fuera.
Mil gracias una vez más por tus reflexiones, siempre tan lúcidas y enriquecedoras que nos no falte nunca.
Un abrazo fuerte, Enrique
Se le atribuye a Einstein una famosa frase: "Hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana; de la primera no estoy tan seguro." A tu personaje le viene pintiparada. No hay mayor necedad que arriesgar la vida para protagonizar un vídeo viral. Necio y narcisista en este mundo de las redes sociales en el que sacamos a pasear nuestro ego, unos con más descaro que otros. En cambio, hay quienes sin pretenderlo son reyes de determinadas redes y páginas, aunque les cueste admitirlo. Será porque escriben buenos relatos llenos de sensatez y buenas letras. Y no miro a nadie, Ángel.
ResponderEliminarUn micro sensato, como ya he dicho, crítico y certero en su análisis. Un fuerte abrazo.
Arriesgar lo más preciado solo puede tener justificación en muy contados casos, que no es el que ocupa al protagonista. Debió pensar que aunque jugase con lo que no tiene repuesto, que diría Serrat, a él no iba a sucederle nada, como si no entrase dentro de las estadísticas por algún tipo de bula que solo él supone o conoce. Necedad y estupidez van asociadas a quien no sabe o no quiere tener en cuenta los límites. Vivimos como si fuéramos inmortales, sin que el hecho, que debería ser ineludible, de lo perecedero, nos condicione, con la inmodestia arraigada de creer que somos únicos, mejores que el resto, merecedores de una atención especial.
EliminarPara sensatez y buenas letras las tuyas, Carmen. Tu relato de este mes y este comentario, sin ir más lejos, dan fe de ello.
Muchas gracias y otro abrazo fuerte para ti
Hemos llegado al punto del 'que hablen de mí aunque me haya matado'.
ResponderEliminarSiempre me ha chocado el contraste abisal entre el eterno afán de inmortalidad humana y la extrema volatilidad, desapego y ligereza al consumir aquello con lo que se pretendía perdurar (sea una estatua, una proeza o un selfie)
Como siempre, has puesto la tecla en la llaga de la inmensa capacidad humana para hacer estupideces. Normal, eres un gran observador con una notable capacidad para plasmar el mundo en letra.
Enhorabuena por otra nueva maravilla, Ángel.
Muertecito de ganas de verte de nuevo en Madrid.
Un abrazo.
La obsesión por perdurar, incluso cuando se sabe que no es posible, ha llevado al hombre a construir pirámides (que sobreviven, los hombres no) o, como es el caso del personaje, al sinsentido de morir antes de tiempo para ser recordado. El afán de protagonismo puede convertirse en algo peor que enfermizo: mortal. Mira que somos complicaditos.
EliminarMuchas gracias, Antonio. Deseando verte también.
Un abrazo
Buscar el éxito en las redes puede tener sus riesgos. Y lo malo es que a muchos les gustan las conductas de riesgo; las “killfie” son un buen ejemplo. Dosificas muy bien la información para generar expectativas y acompañar al lector hacia el final sorpresa (y dramático). Enhorabuena, Ángel.
ResponderEliminarUn abrazo.
De poco sirve un reinado en la red, o en otro ámbito, si no se puede disfrutar. Pero algunos no lo piensan, o se creen inmunes a todo riesgo. En verdad que hay gente para todo. "Selfi" llegó a ser palabra del año, más popular que su equivalente al español: "Autofoto". Esperemos que "killfie" no se generalice por su mucho uso.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Josep Maria
No me puedo resistir a parafrasear tu título para nombrarte, Ángel, Rey de Cincuenta. Creo que en este punto hasta los republicanos estarían de acuerdo.
ResponderEliminarLa estupidez humana está de enhorabuena. Nadie como tú ha sabido sacar punta con tanto ingenio y sutileza al lápiz romo con el que actuamos tantas veces a lo largo de la vida. Lo que en otra situación sería caso para lamentarnos, constituye un acto regocijo al disfrutar de la lectura de cada uno de tus micros.
Este que nos ocupa es otra muestra de tu inmenso y rico repertorio. De esos relatos en que no sólo cabe felicitar al autor, sino a los lectores a los que cae en suerte su lectura.
Esto y un fuerte abrazo, Ángel.
No sabría decir si a ésta nuestra querida comunidad cincuentista se la podría considerar red social de forma literal. Sea como fuere y, aunque hablo por mí, creo que todos los que andamos por aquí dentro podemos decir que nos sentimos a cuerpo de rey. Álex es el principal "culpable", pero a ti hay que darte de comer aparte, tus relatos-resumen mensuales, junto a los de Enrique, se han hecho tradición, no menos que tus buenos relatos y comentarios como éste, que aunque me sobrepasa un poco, te agradezco infinito.
EliminarGracias de nuevo y un abrazo fuerte, Manuel
Cada una de tus palabras nos acompañan para descubrir el final de tu relato. Cada frase nos lleva a expresar el consabido... " ¡Si lo estaba viendo venir!" o el tan dramático... "¡Lo sabía. Sabía,que pasaría esto!".
ResponderEliminarPor suerte para nosotros tienes el arte para descrubirlo ante nuestros ojos al final del relato.
Un abrazo, Maestro.
No sabes cuánto agradezco tu lectura y tus palabras, Salvador. Ruego me excuses por no comentar tu relato este mes, en el que he preferido abstenerme al ser jurado.
EliminarGracias de nuevo y un abrazo
Estamos tan drogados con las redes, que no somos conscientes que se nos ofrecen cebos, una y otra vez, para atraparnos en ellas.
ResponderEliminarLos humanos somos así.
Saludos cordiales, Ángel
Lo has dicho muy bien, lo de las redes sociales está muy cerca de ser una verdadera droga, fruto de estos tiempos frenéticos de bombardeo de informaciones, sin la necesaria calma para conocerse a uno mismo y asimilar las vivencias. Efectivamente, somos así, y cada vez es peor.
EliminarMuchas gracias y saludos cordiales también para ti, María Jesús
Fuera del gran acierto de tu idea al tratar de manera inmejorable uno de nuestros nuevos males, y del que ya habéis hablado abundantemente, me encanta el modo en que lo has hecho, aportando toda la información necesaria para que el lector se ponga en situación, y dejándole además que continúe la acción, sufriendo de paso el vértigo del personaje como en carne propia. Cosas de maestros.
ResponderEliminarEnhorabuena una vez más, Ángel, por mantener tan alto tu listón.
Un abrazo.
Si alguien sabe mantener alto el listón ese eres tú, Enrique. Con ser mucho, no solo haces eso, sino que te superas en cada relato, que parecen escritos por un grupo de personas distintas y con gran oficio, una garantía de calidad. Encantado de leerte siempre y, si este mes no te comento, ya sabes que es por la coincidencia con hacer de jurado.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Yo lo único que quisiera saber, es el modelo del móvil. Lo de la estupidez humana, ya se sabe de sobra.
ResponderEliminarMuy bueno el micro. Y a riesgo de ser macabra...¡Que lastima que ya no hayan "Vídeos de primera", se hubiera forrado.
Un saludo, Ángel.
Si el aparato ha sobrevivido a su temerario dueño, cumpliendo su función de enviar esas últimas imágenes, merecerá la pena comprárselo, por su resistencia probada.
EliminarAunque no veo mucho la televisión, recuerdo que en los "Vídeos de primera" y sus derivados había todo tipo de trastazos, más desternillantes cuanto más aparatosos. Que la cosa terminase en tragedia sería un valor añadido,como muy bien apuntas.
Este mes no comento relatos (aunque los lea y analice todos), por lo que te agradezco doblemente que hayas comentado el mío.
Un saludo
Yo estoy con María, sería importante saber la marca del móvil en cuestión, ya que estoy bastante harto de aparatos que dicen ser casi indestructibles y luego a la primera…
ResponderEliminarDe todas formas, tampoco me ha quedado muy claro como de profundo era el precipicio, aunque desde luego menos que la estupidez del rey de redes.
Estupendo relato que nos recuerda que la fama tiene su precio.
Un abrazo
"La fama tiene un precio", en homenaje al western "La muerte tenía un precio" y a la célebre serie de academia de baile, hubiera sido un título estupendo para arropar las andanzas del inconsciente protagonista.
EliminarCon menos obsolescencia programada y más móviles como piedras mejor nos iría.
Siento no comentar tu relato este mes, habrá otros, meses y relatos.
Muchas gracias y un abrazo
Desgraciadamente vivimos en una sociedad dominada por el ego, tenemos que ser conocidos en nuestros círculos, y para ello se hacen muchas tonterías, como por ejemplo la del protagonista del relato. Una pena.
ResponderEliminarUn saludo.
Estaría bien dejar el móvil sin utilizar un tiempo, al igual que las redes sociales, pero no sé si podríamos. De esa dependencia a la tontería máxima puede que no haya mucho trecho.
EliminarMuchas gracias, José Antonio.
Un saludo
Has plasmado con tu habitual maestría una nueva enfermedad inventada por esta sociedad que depende demasiado de esas redes, y por la cual tantos han perdido la vida por hacerse el selfie perfecto.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan magistral relato.
Abrazo, Ángel.
Pablo
Tú hablas de nueva enfermedad y María Jesús de droga. Los dos tenéis razón, como nuestros mayores cuando nos decían que todo en exceso es malo.
EliminarMil gracias por tu lectura y por tus amables palabras
Un abrazo, Pablo
La piedra, harta de soportar humanos estúpidos encima de ella se tomó la venganza. No tenía la culpa de estar en un sitio privilegiado, ni que la gente acudiera en masa a sacarse selfies. Muy bueno, Àngel, como siempre nos llevas al huerto con un final reservado solo a los grandes. Abrazos!
ResponderEliminarCon razón se dice que la naturaleza es sabia. Tampoco es menos cierto eso de que los hay tan pesados que aburren a las piedras.
EliminarMe alegro de que te guste, Pepe.
Muchas gracias y abrazos
Lo mejor de esto, es que puede resultar perfectamente creíble a tenor de todo lo visto ya.
ResponderEliminarComo ya se ha dicho, la estupidez humana no tiene límites y tanto es así, que aún sabiéndolo, todavía nos gusta probarlo con ese cierto regusto de reto y de veto cuando probamos el fruto prohibido, o el poquito veneno vestido de droga o cualquier otra ponzoña o situación que nos pone al borde del abismo y que, a menudo, de forma estúpida, caemos.
Mancantao tu relato! pero esta vez, para no repetirme, no te diré aquello de "como siempre".
Un abrazco. (mejor dos)
Tenemos un cerebro único en el planeta, quién sabe si también en el universo, con una inteligencia que ninguna ora criatura (que sepamos) mejora, pero también se da la paradoja de que somos capaces de tonterías mayúsculas, de arriesgar la vida y hasta perderla de la forma más tonta, algo que no haría nunca otro ser vivo, porque su instinto de supervivencia, sensatamente, se lo impediría.
EliminarMil gracias, Isidro.
Dos abrazacos también para ti