Cenicienta
Como de costumbre, Cenicienta debía retornar a su palacio antes de la medianoche; sin embargo, esta vez ocurrió algo inesperado: el reloj del castillo del apuesto príncipe se detuvo. Sin percatarse del tiempo, ella disfrutó de la hermosa velada hasta el amanecer. Entonces, desde aquel día, decidió caminar sin zapatos.
Me encanta esta nueva versión de la Cenicienta. Gracias por compartirla, Manuel.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Manuel. Un cordial abrazo.
EliminarPues me parece muy bien, Cenicienta. Porque esos zapatos tienen pinta de incómodos. Hay momentos de disfrute en los que el tiempo se detiene. ¡A disfrutar!Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Aurora. Un cordial abrazo.
EliminarYa lo decía el bolero del recién fallecido Lucho Gatica: "Reloj, no marques las horas". Cenicienta ha conseguido que el reloj se detuviera mientras vivía su mejor momento. La sirvienta convertida en princesa, de nuevo tocada por la magia en esta una nueva versión-homenaje.
ResponderEliminarUn saludo, Manuel
Detener el tiempo para prolongar la dicha, descalzarse para liberarse de la opresión de las normas, reescribir una historia mil veces contada.
ResponderEliminarAsí deberían vivir todas las Cenicientas. Un fuerte abrazo, Manuel,