El Canto de la Sibila
—Hija de Babilonia, descendiente de Noé, oráculo en Delfos, temblad, oh, humanos, yo profetizo para tiempos venideros la extinción del Mediterráneo.
Una emoción intensa traspasa el silencio del público asistente. La voz de la doncella alcanza las bóvedas del templo. En el altar suenan los últimos acordes del maestro Savall.
Una emoción intensa traspasa el silencio del público asistente. La voz de la doncella alcanza las bóvedas del templo. En el altar suenan los últimos acordes del maestro Savall.
Esperemos que la sibila se equivoque y que nuestro querido Mediterráneo no se extinga, ni con él nosotros, que la racionalidad se imponga y se explote de forma racional, sin esquilmarlo, que aprendamos a vivir sin los dichosos plásticos y demás contaminantes.
ResponderEliminarJordi Savall es un mago de nuestro tiempo. No es extraño que, conociendo tu sensibilidad y formación, te impresionase esa obra clásica, cercana a las fechas en las que casi estamos, hasta el punto de escribir este buencincuenta, de una musicalidad envolvente, que invita a asistir a ese espectáculo.
Un abrazo grande, Carmen
La sibila clásica profetizaba el fin del mundo, el cristianismo lo adaptó al Juicio Final bíblico. Hoy podríamos pensar en el desastre ecológico del Mediterráneo, al que se suman las muertes de quienes cruzan sus aguas huyendo de la guerra y del hambre. Sí, Ángel, ojalá se equivoque la sibila y reaccionemos a tiempo antes de que sea irreversible. Ojalá florezca la hermosa posidonia que limpia las aguas y les otorga ese azul característico.
EliminarLa primera parte del micro es distópica o realista; no sé. El origen es el concierto al que asistí hace años en la Iglesia de los Jesuitas de Valencia, famosa por su sonoridad. La joven soprano, desde el coro, y Jordi Savall, desde el altar, nos envolvieron en una experiencia musical que hacía vibrar el alma. La tradición, de origen medieval, perdura en muchos lugares. Este viernes, día 14, en la Catedral de Valencia. En Mallorca el Canto está declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Muchas gracias por tus palabras, especialmente por el neologismo "buencincuenta". El buen cincuentista eres tú, aunque quizás aún no lo sabes, a pesar de tanto y de tanta calidad como escribes. Le agrego el de buen comentarista y te envío un abrazo enorme.
No sé si me gusta más el comentario que haces o el relato en sí. De cualquier manera, es una terrible historia contada con una gran belleza. (Casi he podido disfrutar contigo de ese concierto divino.)
EliminarSaludos Carmen.
Muchas gracias por tu lectura, Nuria. La historia del Canto no cabe en cincuenta palabras. Por eso me he extendido en la respuesta a Ángel. De cualquier modo, solo pretendía llamar la atención sobre el estado del Mediterráneo y, sobre todo, evocar la belleza de aquel concierto.
EliminarBesos.
Parece que puedo desde aqui escuchar el silencio del público con todo lujo de detalles y sentir con ellos la misma emoción.
ResponderEliminarPrecioso relato Carmen.
Un beso
Te aseguro que fue una emoción intensa. No es solo una apreciación personal, pude comprobarlo en la reacción del público y en los comentarios posteriores.
EliminarSi he logrado transmitir algo y que te haga vibrar un poquito, ya ha merecido la pena escribir el micro, Pilar.
Muchísimas gracias y un beso.
La maestría de Savall convoca a la Sibila y su profecía es terrible. Que la emoción provocada se extienda y sirva para evitar que lleguemos demasiado tarde. Y el lector solo tiene una opción, Carmen. Sentirse interpelado por tu dramático micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
La maestría de Savall, tan reconocida y merecida, solo es creíble si tienes la fortuna de oírlo en vivo, sentada en la primera fila ante el altar. La profecía de la Sibila es la aniquilación de toda nuestra naturaleza, nuestros mitos, nuestra cultura -y cómo lamentaríamos la de nuestra literatura- y nuestra propia extinción.
EliminarAdemás de la emoción musical, es cierto que, a través de la profecía de la Sibila, he pretendido apelar a nuestra sociedad para que no dejemos morir al Mare Nostrum.
Me ha encantado tu interpretación, Josep Maria, tan directa y certera, Abraçades.
Nuestro Mar Mediterráneo, cuna de las civilizaciones más avanzadas, es hoy testigo de los más horrendos crímenes contra hombres y mujeres que solo buscan un futuro mejor. Es un relato admirable por los sentimientos que despierta y la emoción que la música y el canto nos provoca. Abraçades, Carmen!
ResponderEliminarNuestro Mediterráneo, el origen de nuestra civilización, por el que han navegado, comerciado y difundido su cultura tantos pueblos... Sus herederos, nosotros, asistimos indignados y casi impotentes al cementerio marino en que se está convirtiendo. Que la música, como lenguaje universal, ablande los corazones de quienes tienen poder para evitar tanta guerra, tanto abandono.,.
EliminarGracias por tus emotivas palabras, Pepe. Forta abraçada!
Si se extingue el Mediterráneo, por efecto dominó se extingue la Humanidad y si en ese dominó hubiese, por casualidad, alguna ficha que no cayese, tened por seguro que, asustada por su soledad y presa de una nostalgia infinita, se tiraría de espaldas para poder demostrar (ante no sé quien) que moría sin mácula, sin puntos taladrados... solo con la dignidad de la "blanca doble".
ResponderEliminar(¡Vaya rollo que me he marcado!) Y todo para decir que me ha gustado tu relato.
Un fuerte abrazo, amiga Carmen.
Efecto dominó,en efecto.
ResponderEliminarPermíteme la epanadiplosis, la repetición deliberdada de un término al comienzo y al final de una frase o verso.
Yo también me enrollo como si estuviera en clase, Isidro, y contigo es difícil resistirse a los juegos de palabras.
Esperemos poner remedio cuanto antes. A pesar del desastre ecológico -y de otra índole- en el que navegamos, aún confío en la sensatez y en la bondad humanas, que también existen. Llámame ingenua. Al menos, la sibila hace todo lo que puede: avisar para que no se quede sola esa blanca doble.
Muchas gracias por tu comentario. Un fuerte abrazo.
Es un relato muy bueno y terrible. Muy sonoro; se puede escuchar la voz imponente del oráculo, los ecos del mar. Y los gritos de los hombres que mueren.
ResponderEliminarTe agradezco que te hayas pasado a comentar y que hayas escuchado el oráculo y el mar en medio de la terrible profecía de este concierto.
EliminarUn abrazo .
Carmen, no quiero ser pesimista pero esto lo he pensado más de una vez.
ResponderEliminarNo sólo la desaparición del Mediterráneo sino la de los Océanos en su totalidad, por el abuso y poco cuidado que tenemos tanto esquilmando su fauna, como por los vertidos, cada vez más peligrosos.
Lo has plasmado de una forma culta que nos llega a todos.
Besito virtual.
María Jesús, la profecía clásica era siempre dramática y yo no quiero cargar las tintas sobre un problema que a todos nos atañe. Quisiera que la belleza del canto y de la música transformaran al género humano y fuésemos capaces de evitar los desastres ecológicos que ya han comenzado. Quizá, por encima, del cambio climático, estamos provocando uno de mayor calado, la desaparición de los océanos en un planeta de agua. No sé si es pesimismo, distopía -ojalá lo fuera- o el futuro que estamos dejando a nuestros descendientes.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un beso.
Queda anunciado uno de los desastres posibles que puede acarrearnos el cambio climático con la desecación de este mar nuestro, si antes no muere por los vertidos químicos, la contaminación por plásticos y la sobrepesca descomunal para alimentar estas bocas hambrientas de manjares de mar y tierra que no paran de crecer. En cada rincón nos nace un chef hoy día y apareja cientos de seguidores de una gula global que no tiene visos de remitir.
ResponderEliminarLa conciencia por razones de mercado se ha visto obligada a cerrar la boca y no poner peros, y el deseo subjetivo de los individuos anda desatado imponiendo su ley como religión absoluta en estos tiempos donde los valores absolutos han sido lanzados a los pies de los caballos del mercado.
Sólo nos queda la sibila como voz de alarma, como guardián de una conciencia que trata de avisar y prevenir y preservar, si fuera posible, la esencia, la identidad de lo diverso y de la biodiversidad, que es a la vida lo que la pluralidad política al parlamento.
Siempre nos quedará Savall y la viola de gamba, que siguiendo tu consejo y el relato de esa experiencia cuasi mística que nos cuentas, no quiero perderme. Esta noche, cuando remitan los ruidos del día, me prestaré a ello.
Gracias, Carmen, por este relato donde la sublimidad, lo esencial y lo vital se dan la mano. Por tu sensibilidad para acercarnos a la orilla de la belleza, del mito y del misterio.
Esto, y un fuerte abrazo, amiga Carmen.
La sibila no hace más que avisar a los humanos que la escuchan del grave peligro que corren las aguas del Mediterráneo, extensible a otros mares y océanos tratados como auténticos vertederos de toda nuestra basura, nuestros productos tóxicos y nuestros plásticos. No nos páramos a pensar realmente en el daño que provocamos en la naturaleza, en esos peces ahogados y atrapados en plásticos, en lo que puede suponer la extinción de tantas especies de flora y fauna; en la extinción de nuestra civilización y de nosotros mismos, en definitiva. Nos servimos del planeta como si se tratara de una propiedad privada para disfrutarla y esquilmarla a nuestro antojo, como si no formásemos parte de un todo interrelacionado.
ResponderEliminarLa belleza de la voz de la soprano y del sonido de la viola de gamba de Jordi Savall conmueven, nos ayudan a creer en la salvación de la Humanidad a través del arte, del lenguaje universal de la música.
Espero, Manuel, que disfrutes esta noche de tu concierto privado, tú que eres un gran degustador y creador en distintas artes. Un fuerte abrazo.
Magnífico relato, Carmen, que combina la desazón que nos produce la profecía (de cuyo cumplimiento no me cabe la menor duda, es cuestión de tiempo) con la evocación del deleite de la música del maestro Savall, grande donde los haya. Me transmite una gran melancolía. Un placer leerte, como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo, Au.
Esas son las dos claves del tono sentimental del micro, Au: la desazón ante el anuncio del desastre ecológico y el deleite ante la excelsa música de Jordi Savall.
EliminarMil gracias por tu emotiva y clarificadora lectura. Besos.
Pués no sé como acabaremos haciendo caso a la Sibila pero con tu micro pase lo que pase lo hará más llevadero. Eso sí también espero que al final podamos salir victoriosos, y si es con música mejor.
ResponderEliminarUn saludo.
No sabemos el futuro de nuestro querido Mediterráneo, aunque ya conocemos su degradación paulatina. Algo debemos hacer para que la profecía no se cumpla. Mientras tanto, dejémonos llevar por la música, que tiene el poder de amansar a las fieras. Y aquí las fieras somos los humanos, los depredadores de la naturaleza.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Jose. Encantada de haberte conocido en la Quedada. Un fuerte abrazo.
Las sentencias de la sibila de Delfos solían ser ambiguas y, a veces, quienes allí acudían en busca de consejo las interpretaban de forma equivocada causando su ruina con ello.
ResponderEliminarPero la de la sibila de tu microcuento -que, al parecer, está inspirado en el espectáculo El canto de la sibila, dirigido, supongo, por Jordi Savall, de quien no he tenido la suerte de ver ninguna de sus actuaciones-, es bastante claro y perentorio.
Lo que cabe desear es que no le ocurra lo mismo que a Casandra, que aunque poseía el don de la profecía, no la creía nadie debido a la maldición que le echó Apolo; pero no soy yo muy optimista al respecto, pues hace décadas que muchos vienen advirtiendo de las fatales consecuencias de la contaminación y el cambio climático, y los líderes mundiales y las multinacionales se han pasado esas recomendaciones por el arco del triunfo; y para más inri, como suele decirse, en el país que más ha contaminado –ahora es China- eligen como presidente a un negacionista, es descorazonador, es como que el enfermo de cirrosis no te haga caso alguno cuando le dices que deje de beber.
Quizá en el espectáculo al que asististe sí que se produjo esa catarsis que perseguía la tragedia griega, quizá sí consiguiese concienciar a muchas personas de la necesidad de cuidar, no sólo ese mar de cultura y arte que es el Mediterráneo, sino el planeta entero cada vez más deteriorado.
Tan mal debió de verlo el recientemente fallecido Stephen Hawking que nos aconsejaba colonizar el espacio como una de las soluciones para salvar a la humanidad de su destrucción; también, el otro día, en una entrevista que leí en un periódico, el físico Michio Kaku expresaba esa misma idea, pero yo me digo que si consiguiésemos colonizar otros planetas y nuestra mentalidad de depredadores, codiciosos y ciegos de voluntad de poder no se corrigiesen, no habríamos conseguido mucho a pesar de los espectaculares conocimientos que serían necesarios para realizar tal hazaña técnica; pues volveríamos a las andadas, como el pueblo judío en el Antiguo Testamento, vuelve a las andadas una y otra vez y tiene que sufrir continuos castigos de Yavé: Diluvio, Sodoma y Gomorra, 40 años de errancia por el desierto, cautiverio en Babilonia...
Pero las posibilidades que tenemos ahora con la ciencia son muchas, y la esperanza es lo último que se pierde, dicen, por eso, el futuro es una incógnita, y no sabemos si vamos a dar un paso gigantesco hacia la solución de todos nuestros problemas, o nos esperan catástrofes cuasiapocalípticas.
Sea como fuere, dejemos que la música, que suele ser un beneficioso lenitivo para casi todos los males, nos acune y nos transporte a regiones no contaminadas.
Un abrazo, Carmen.
La ambigüedad del oráculo y del canto antiguo de la sibila, la profetisa, anunciaba catástrofes; o así lo interpretaban quienes lo oían. Tenemos magníficas muestras de sibilas salidas del pincel de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Al parecer, este canto procedía en concreto de la sibila Eritrea. El crisrianismo asimiló la tradición clásica de la sibila, que se producía en el solsticio de invierno, como hizo con tantos otros aspectos culturales que lo precedieron. Su adaptación convierte al personaje en la voz que anuncia el Juicio Final. Para ello comienza hablando del Ser que nacerá de una Virgen y que será quien juzgue a los muertos resucitados. De ahí que se mantenga, desde la Edad Media, la costumbre de su canto y representación con otros personajes bíblicos en las fechas navideñas. La profecía del texto es ficción. He querido actualizar el desastre anunciado. El del Mediterráneo ya ha comenzado y me ha parecido más oportuno por conservar el origen de esta tradición, pero todos sabemos que estamos contminando gravemente los océanos y que somos la especie más depredadora de la Tierra. Si colonizásemos otros planetas, volveríamos a las andadas. La solución, sin embargo, está en nuestras manos. Quizá aún lleguemos a tiempo de detener la destrucción del planeta, aunque no dependa únicamente de nuestros pequeños actos cotidianos de consumo y reciclaje y sí de las grandes multinacionales que solo buscan enriquecerse, a costa del equilibrio ecológico y por encima de cualquier visión de futuro.
ResponderEliminarAhí estaría la primera parte del micro. La segunda se centra en la belleza de la música. Decir Jordi Savall es hablar de música con mayúsculas. Tuve el privilegio de asistir a este concierto hace muchos años y, por capricho de las musas, me ha dado tema para un cincuenta. Confío en el poder Salvador de la música y de las artes, bien por ingenuidad, bien por la creencia de que la educación ejerce una gran transformación en el ser humano.
El pasado día 14 asistí a la representación completa de este canto en la Catedral de Valencia. És muy conocido en bastantes lugares del Mediterráneo, un espectáculo digno de verse al menos una vez en la vida. Quizá aún pueda asistir en alguna ocasión al de la Catedral de Mallorca.
Muchas gracias, Enrique. Un fuerte abrazo.
El corrector me ha colocado el verbo en catalán: Es*, no "És".
EliminarCarmen, el relato es de una belleza sobrenatural. La historia se las trae... ¿seremos capaces los seres humanos de no acabar con nuestro planeta Tierra?
ResponderEliminarMe encanta la segunda parte del micro, con esa música de fondo que nos balancea para que fluyan los sentimientos y nos impulsa a actuar de forma positiva para salvar nuestro mundo.
Enhorabuena, teacher Carmen, sabes que te lo digo siempre de forma cariñosa porque cada relato tuyo es una lección de cómo escribir y transmitir bien.
Beso enorme.
Malu.
Confío en que los seres humanos acabemos por abrir los ojos ante la fatídica predicción que yo le he atribuido, osadamemte, a esta Sibila. La medieval, la que se sigue cantando, anuncia el nacimiento del hijo del Dios que juzgará a las almas tras la Resurrección de los muertos.
ResponderEliminarLa segunda parte es la musical, la que estremece, ahora, por la belleza de la voz de la soprano y el sonido del
instrumento que toca Jordi Savall.
Muchísimas gracias por tu generoso comentario, querida Malu. Otro beso enorme para ti.
Es impresionante la capacidad de Savall de unir el presente y el medievo a través de la belleza, como también lo es comprobar una y otra vez tu deliciosa capacidad para componer historias de una sensibilidad magistral y de una ejecución impecable.
ResponderEliminarEres una gran maestra, Carmen. Todo un lujo haber disfrutado y, sobre todo, aprendido de tu manera de escribir.
Un fuerte abrazo, paisana.
Jordi Savall es música en estado de gracia, tanto en su ingente labor de recuperación de piezas antiguas y del uso de la viola de gamba, como en la misma ejecución de cualquier obra. Un maestro vivo de la Historia de la Música.
ResponderEliminarAntonio, te agradezco tus elogios, pero considero que poco te he podido enseñar yo a ti, habida cuenta de que tus letras están en lo más alto de esta familia, una altura que muy pocos alcnzáis. Lo que sí es cierto es que esta página es una buena escuela, en la que todos aprendemos de los compañeros.
Y me alegra, por supuesto, saber que el micro te ha gustado, estimado paisano. Otro abrazo enorme de vuelta.