El diagnóstico
Salí del consultorio. La angustia y el dolor me torturaban, pero lo peor era decírselo a mi padre. La llamada de mi hermano interrumpió mi pensamiento: "Vení urgente, papá sufrió un ataque". En el cementerio lloré y agradecí no tener que decirle a mi padre que yo iba a morir.
Aunque sea así, preferimos sufrir nosotros. Es algo difícil de explicar.
ResponderEliminarMe gustó tu relato.
Un saludo, Marisa.
Como mortales que somos todos vamos a morir, una obviedad en la que no queremos pensar y que, aunque sabemos que llegará, querríamos posponer eternamente. La tragedia es que se produzca antes de tiempo y que los padres sobrevivan a sus hijos. Al menos, en este caso, a tu protagonista le queda ese pequeño consuelo.
ResponderEliminarUn relato, no por triste, menos posible.
Feliz año y un saludo, Marisa.