El segundo plato vale más
—Priscila, mi amor, eres extraordinaria, dulce, inteligente... Contigo soy feliz. Una vez más, ha sido maravilloso. Ojalá mi mujer fuera así. Deberías ser tú la que viviera como una reina, no ella.
Y Priscila asiente, mientras recoge los billetes que el cliente de los jueves le tira sobre la cama.
Y Priscila asiente, mientras recoge los billetes que el cliente de los jueves le tira sobre la cama.
Sórdido ambiente pero de una realidad brutal.
ResponderEliminar"Mancantao", Sonia.
Un beso y feliz año, amiga.
Muchas gracias, Isidrín, muy amable.
EliminarFeliz año también para ti, y que se cumplan todos tus deseos, que viene a ser lo más importante. Un beso.
Jejeje, la mentira del buen cliente y mal amante.
ResponderEliminarUn buen reflejo de la realidad.
Un saludo, Sonia.
Jajaja... Buen resumen, María. Una realidad, ni buena ni mala, detrás de muchas de las ventanas que vemos en cada calle.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
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ResponderEliminarTodo tiene el valor que queremos otorgarle, o el que las circunstancias nos dictan. "El segundo plato vale más" por el gusto de lo prohibido, porque a esta mujer solo está unido durante un rato de esparcimiento. Si fuese ella con la que comparte las facturas, las limpiezas, los hijos o las obligaciones en general, la miraría de otra forma, seguro. Sin embargo, para ella, solo es un eslabón en la cadena de rutina que constituye su sustento.
ResponderEliminarUn relato sobre las personas y la forma de mirar.
Un abrazo, Sonia. Te deseo un nuevo año con todo lo bueno que puedas desear
Efectivamente, Ángel, habría que preguntar a cada protagonista qué lugar cree que ocupa en la vida del otro, si hay incluso amor por parte de alguno de ellos o si solo hay esparcimiento y negocio. El título me lo sugirió la primera persona (una mujer) que leyó el relato; era su forma de verlo, y me gustó.
EliminarUn abrazo también para ti, y a perseguir esos sueños que nos están esperando. ¡A por ellos!
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ResponderEliminarEso le dice a la mujer que contrata rutinariamente los jueves, que ella vale más. Es el juego de la doble moral, de la máscara que utiliza el cliente habitual del prostíbulo. En realidad, no valora ninguno de los dos platos del menú. Es un embustero, un embaucador. Ni siquiera tiene la gracia de la famosa canción misógina de Machín, 'Corazón loco'.
ResponderEliminarLa prostitución está muy extendida en nuestro país, lo cual no significa más que la existencia de numerosos clientes de vidas aparentemente respetables. Ahí pones el dedo en la llaga, Sonia.
¡Feliz 2019 y un beso!