Libertad

Asqueada, necesitaba respirar, que la brisa arrastrase el pegajoso sudor que había mancillado su cuerpo. Tras pisotear aquellos amontonados ojos, temerosos del látigo del capitán, saltó a cubierta. Las luces de la costa le marcaban su final.

Al alba, contemplaron su piel de ébano, inerte, sobre un mar de libertad.
Escrito por Pedro Rodríguez

2 comentarios :

  1. Gracias por este canto a la liberación del cuerpo y del alma. Cuánto tiempo hacía que no me encontraba con un buen texto sobre la esclavitud.

    Un saludo afectuoso, Pedro.

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  2. Quizá se le puede dar una lectura más actual. Veo a inmigrantes ilegales que tienen que dejarse el cuerpo para que los lleven a Europa y al final se dejan también la vida en el intento, buscando esa libertad que no consiguen...
    Saludos.
    Carme.

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