Malos tiempos
Antonio escupió, asqueado, dentro de la taza.
—¿Esto qué demonios es?
—El banco ha cobrado treinta euros de comisión por un día de retraso en la cuota. No tenemos presupuesto para café.
Resignado, volvió a sorber. Ella también bebió.
El ruido de una manifestación callejera rompió el silencio esa mañana.
—¿Esto qué demonios es?
—El banco ha cobrado treinta euros de comisión por un día de retraso en la cuota. No tenemos presupuesto para café.
Resignado, volvió a sorber. Ella también bebió.
El ruido de una manifestación callejera rompió el silencio esa mañana.
La necesidad conduce a las personas a acciones y situaciones impensables, realmente inhumanas. Esa manifestación callejera demuestra que no es un caso único el de esta pareja. Que nunca lleguemos a algo así.
ResponderEliminarUn abrazo, Fernando
Dicen que la crisis ha llegado a su fin. Dicen que los índices de consumo repuntan hasta lo más alto. Dicen...
EliminarYo sigo viendo mucha pobreza. Callada. Sumisa. Invisible.
Un abrazo, Ángel. Muchas gracias por pasar (como siempre) por aquí.
Vivimos la límite y tragamos. Pero siempre habrá otras voces que clamen (hasta por los callados).
ResponderEliminarCierto, María. Y mientras no nos afecte directamente seguiremos callados. Y cunado nos afecte, ya no tendremos voz. O no querrán escucharnos.
Eliminar¿Escupió y luego bebió? Lo he tenido que leer dos veces...ufff...¡pues sí que están en una situación difícil! Se manifiesten por lo que se manifiesten los de fuera, creo que tus personajes deberían salir también a protestar. ¡Razones no les faltan! Un abrazo, Fernando.
ResponderEliminarGracias por comentar, Aurora. Creo que hay mucha gente que se tiene que tragar sus propios escupitajos, aunque la mayoría se avergüenza y no lo dice. Por eso nos parece tan raro... Un abrazo.
EliminarHasta para la lírica son malos tiempos, Fernando, que ya lo decía “Golpes bajos”. Es increíble lo rápido que pasa factura un atraso por parte del ciudadano y lo difícil que resulta lo contrario. Siempre gana la banca y, a veces, con la inestimable ayuda del tribunal supremo (una panda con minúscula que ya tendrá resuelta su hipoteca).
ResponderEliminarUn abrazo. Esperando quedo tu próximo libro, que seguro que será un éxito.
Saludos.
Pablo
Eso es, Pablo. En el casino de la vida, la banca siempre gana. Y si no gana, sus matones te invitan a salir de la sala...
EliminarUn abrazo, campeón.
Cierto es... siguen siendo malos tiempos para muchos, que aguantan como pueden. Y ante los abusos de todo tipo, pocos son los que se manifiestan. Como dices, hasta que nos afecte y luego a saber. Nos habremos merecido lo que encontremos.
ResponderEliminarUn beso.
Ya lo dijo Brecht,¿no? Esperemos que, cuando nos llegue, no sea demasiado tarde.
EliminarUn beso, Carme.
Me ha gustado Fernando, y sí, como bien titulas son malos tiempos, y lo peor es que no hay reacción, la gente se cree a unos o a otros, nadie tiene espíritu crítico, nadie piensa por si mismo, y los que lo hacen están cómodos en su sofá. Pinta mal.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, José Antonio. No obstante, los chalecos amarillos franceses, aunque los quieran politizar y acusar de terrorismo, tal vez demuestren que algo está cambiando, o que el pueblo también se cansa.
EliminarUn abrazo.
Malos tiempos, mucha pobreza invisible, muchas necesidades en tantas familias, muchas comisiones de los bancos, rescates bancarios, desahucios... Alguien debe salir a protestar mientras estos pobres se pasan los malos tragos.
ResponderEliminarCrítico y realista, Fernando. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Carmen. Coincido plenamente con tu análisis.
EliminarUn abrazo.
El dedo en la llaga, querido Fernando. Pobreza invisible y que no protesta... es muy triste, pero la sociedad que vive en estos días es-somos- así...
ResponderEliminarBravo, señor Da Casa.
Besos.
Malu.
Como bien dices, querida Malu, es así. No debemos olvidarlo nunca, y con mayor motivo en estas fechas.
EliminarBesos y feliz entrada de año.