Mi regalo
Mis amigos hacen listas de juguetes para Santa Claus. Yo no quiero ninguno. Sólo que me devuelva el que me robó las navidades pasadas.
Cuando mi hermanito y yo nos perdimos en el centro comercial dijo que le esperara allí sentado, que lo llevaría con mamá para que no llorase.
Cuando mi hermanito y yo nos perdimos en el centro comercial dijo que le esperara allí sentado, que lo llevaría con mamá para que no llorase.
¡Pues menudo regalito! Uffff...¡Qué dureza! Un relato excelente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Manuel. Y a los que tengáis la suerte de poder ir a la quedada cincuentista de hoy...¡Que sepáis que mi alma lectora y escritora se colará en la fiesta!
Gracias, Aurora, por tu comentario. La Navidad tan edulcorada e iluminada, apagó sus luces el día mismo en que la inocencia de este niño fue pisoteada. Mirar al otro lado de las cosas trae a veces como consecuencia este dura visión de la realidad.
EliminarTampoco yo he podido asistir a la quedada. Espero que a la próxima nos sea posible a ambos y así podamos conocernos en persona.
Saludos.
Con estas cincuenta palabras has conseguido que se me removiera el interior. He vuelto a leerlo para confirmar la impresión de la primera lectura. En un principio parecía algo más simpático y ligero, pero el contundente final nos lleva a entrever una de esas noticias que nos hiela la sangre cuando las leemos en los periódicos.
ResponderEliminarQué imagen más poderosa y terrible ofrece ese Santa Claus diciéndole al niño que esperase sentado.
Es un relato perfectamente construido que desvela el comienzo de la desmitificación de Santa Claus por un niño que sufre con su imagen.
Es un gusto comenzar la mañana leyendo relatos como el tuyo, Manuel.
Un abrazo
Muchas gracias, Javier, te diré que comentarios como el tuyo animan a seguir escribiendo e intentando plasmar situaciones que muevan y conmuevan. Ciertamente, la vida trae aparejada situaciones tan espeluznantes como esta que relato, donde la inocencia se tropieza en el día más desafortunado, con la maldad. Terriblemente, poco consuelo nos queda al pensar que son ficción. Cuando volvemos los ojos encontramos, una vez más, que la realidad supera con creces lo narrado.
EliminarGracias, Javier. Un abrazo.
Gran relato. Y duro. 50 palabras que desnudan el alma de un niño con una terrible herida que aún sangra. Magistral dosificación de la información y la alusión sutil. La participación del lector está garantizada. Me ha impactado, Manuel. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo tomemos por donde lo tomemos, el relato, como bien dices, Josep María, es una herida que sangra por los cuatro costados. la maldad, una vez más, ha hecho presa en la víctima más desvalida, desgarrando sin piedad a la inocencia. Dura y cruda es la realidad cuando la miramos desnuda.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
Manuel, qué terrible relato en sintonía con las fechas que vienen, los atropellos infantiles (que no se denuncian como es debido) y la cara más repulsiva de la maldad. La maldad de los individuos más capacitados para destruir a las personas desde muy pronto, sin esperar, actuando sobre la misma infancia.
ResponderEliminarLa maldad frente a la inocencia; la ilusión pura de los niños frente a los infames abusadores. El canalla que se disfraza de Santa Claus para facilitar el engaño y posterior secuestro, rapto o lo que fuera.
Un comportamiento nauseabundo sensitiva, afectiva y moralmente.
Qué repugnante y a la vez maravilloso relato.
Se ve que amas de verdad a los niños y sabes alzar la voz. Artista cabal.
Gracias, y un fuerte abrazo, amigo Manuel!
Amigo Carmelo, así es. La maldad, atenta al descuido, calcula el punto ciego en el que la víctima se encuentra desvalida, lejos de la protección necesaria y activa el resorte de la trampa que la inocencia de un niño es incapaz de prever, incluso incapaz de comprender un año después, pues en un corazón inocente, no cabe comprensión de la maldad, como en el núcleo de un haz de luz radiante no cabe oscuridad ni sombra posible.
EliminarComo lo he publicado tan pronto, espero que no vaya a amargar a nadie el sabor de estas fiestas, por otro lado, tan entrañablemente comerciales y controvertidamente familiares.
Con un fuerte abrazo, te deseo unas Felices Fiestas, Carmelo. Nos seguimos leyendo en 2019 en Cincuenta Palabras.
¡Buf, qué duro!
ResponderEliminarMuy muy bien hilado. Sorprendente y estremecedor. Enhorabuena.
Saludos Manuel.
Gracias, Nuria, me alegra que te haya gustado. Articular en cincuenta palabras una historia tan dura exige contrapesar mucho lo que se cuenta y que se deja de contar. Gracias a tu comentario, entiendo que conseguí en buena medida lo pretendido.
EliminarGracias. Saludos, Nuria.
Imposible no emocionarse con este relato. Efectivo, emocional y preciso. Gracias, Manuel.
ResponderEliminarGracias a ti, Manuel, por tus comentarios y tus palabras siempre certeras y animosas.
EliminarUn abrazo.
Jod.. Manuel! Nos dejas un mal cuerpo...
ResponderEliminarImpacto conseguido!
Un beso, genio (vaya con tu prólogo, eh!, impresionante es poco).
No es agradable el tema, tienes razón M.Carme, cuando se sirve cruda la realidad no siempre es plato de buen gusto.
EliminarMe alegra que te gustara el prólogo, a pesar de lo enrevesado de jugar con los títulos, me lo pasé muy bien haciéndolo y reconociendo con él la trayectoria de tanto buen microrrelatista que pulula en esta página.
Un beso, me hubiera gustado ir también esta vez y haber coincidido contigo.
Un beso, M.Carme
Vaya pajarraco este personaje, la perversión absoluta, el mal total. Hay bastante gente que reniega de estas fechas que se acercan, les abruman, les aburren, pero tu protagonista tiene motivos para odiarlas mucho más que nadie.
ResponderEliminarUn relato de los que golpean con eficacia medida y certera en la línea de flotación.
Un abrazo, Manuel
Estos pajarracos degenerados son psicópatas en toda regla. Perversos de manual con experiencia, ajenos a la empatía y pro debajo del mínimo umbral de la conciencia. No son lobos (que sería denigrar a tan fiero y noble animal), son personalidades oscuras, encarnación del mal, aunque caminen, consuman y se vistan con trajes de Navidad como el resto de los mortales.
EliminarGracias por tus palabras,Ángel. Un abrazo.
Como quien no quiere la cosa, has soltado a bocajarro un espectacular y espeluznante relato de terror. Además, el hecho de que el secuestro ocurriera un año atrás, aún subraya más el contraste con la ingenuidad del protagonista y con los días tramposamente entrañables de la navidad. Gran relato, Manuel. Sobrecogedoramente bueno.
ResponderEliminarSe te echó de menos en Madrid, que lo sepas.
Un fuerte abrazo.
Tu perspectiva es única, Antonio. Mirada tal cual, la historia resulta espeluznante y terrorífica. Destacas algunos supuestos presentes en el relato que le prestan fuerza a su impacto, como el aspecto temporal. Sin embargo es curioso que al escribirlo, uno no sea consciente de los resortes que maneja. Por ello, creo que son tan importantes los comentarios. Los que están bien fundamentados, dan perspectiva de análisis y ayudan a obtener conclusiones de lo escrito y a tomar nota para seguir aprendiendo.
EliminarMe hubiera encantado volver a veros en Madrid. Te guardaré el fuerte abrazo que pensaba darte.
Mientras llega una nueva oportunidad, ahí va otro de alto voltaje con mi agradecimiento por tus palabras.
Apreciado Manuel, un relato estremecedor y realista.
ResponderEliminarMe ha causado escalofríos y prefiero no ponerme en la piel de tu protagonista. Impactante, esa es la palabra exacta.
Un abrazo
Gracias, estimada Pilar, da gusto recibir comentarios como el tuyo. El protagonista ha quedado atrapado en un infierno ante el que su inocencia e ingenuidad son incapaces de encontrar salida.
EliminarUn abrazo.
Manuel, eres la bomba...
ResponderEliminarMe dejas siempre con la boca abierta después de leer tus relatos.
Enhorabuena, beso grande.
Malu.
Gracias, hada Malu, es una motivación extra pensar en sorprendente con el próximo.
EliminarUn besote.
Durísimo relato sobre la maldad humana que, disfrazada de figura bondadosa, secuestra -nos dejas que imaginemos cuantas atrocidades nos vengan a la mente- a un niño y deja al hermano esperándolo. Contrasta con la ingenuidad infantil, aún intacta un año después. No podía pedir mejor regalo: nada material, la compañía del hermano desparecido para siempre.
ResponderEliminarMuy bien contado, Manuel, con la información imprescindible hasta el golpe final en el corazón del lector.
Felicidades y un fuerte abrazo,
Das con una de las teclas que más intensidad prestan a este relato, según lo veo yo, y es que tiene tanto peso o más lo que no se cuenta. No saber nada sobre el "regalo" resulta a la postre tan inquietante como la inocencia quebrantada del protagonista.
EliminarMe alegra mucho contar con tu punto de vista. Muchas gracias por pasarte y dejarme el regalo de tus palabras, Carmen.
Un fuerte abrazo.
Tu relato me ha dejado helada, es verdad que mezclar la dureza con la inocencia de un niño da un resultado impactante... Yo estoy aún sobrecogida.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel Bocanegra.
Gracias, Raquel, tu primera impresión me da muestras del alcance de este cóctel no premeditado. A veces, (sabemos cómo es esto de la escritura)se alían elementos y recursos que convierten ciertas asociaciones, como la que señalas, en explosivas.
Eliminarun placer recibirte en este rinconcito. Un abrazo para ti, Raquel Tevas.
Ojalá existiera Santa Claus y pudiera cumplir los deseos de tu protagonista. Un escalofrío me ha traspasado, Manuel. Gran relato escrito con tu habitual maestría.
ResponderEliminarEsto, y mi enhorabuena por tu magistral prólogo del libro de cincuenta.
Un abrazo y todos los éxitos que mereces, artista.
Se te echó de menos en la quedada.
Pablo
Me acordé un montón de vosotros el sábado. Mira que estuve liado con la inauguración, pero el cincuentismo es cuasi sagrada religión.
EliminarGracias por tu visita y tus palabras, me haces crecer con cada comentario.
Un fuerte abrazo, Pablo.
Soberbio relato, Manuel. Ha removido todas mis vísceras en estos días pre-navideños.
ResponderEliminar¿Qué tal la expo?. Te eché de menos en el Dinosaurio.
Saludos afectuosos.
Hola, María Jesús, la expo va marchando bien, en una sala estupenda y con buena acogida, aunque ya estoy de nuevo en el norte y bajaré de nuevo para descolgar las obras en enero.
EliminarMe hubiera gustado mucho verte y conversar contigo. Tu simpatía personal es uno de los regalos que me traje de la anterior quedada.
De momento, me conformaré con esperar tu sesenta y una entrega de cincuenta, y mandarte este fuerte abrazo.Gracias.