Morir de amor
Soñé con un cuervo. Al despertar vi una guadaña apoyada en la silla de mi habitación. Quise huir pero, al encontrar una capa caída ante la puerta del baño, tuve curiosidad y asomé abriendo una rendija. Ella, desnuda, hermosa, sonreía y me hacía señas para que entrara. No pude resistirme.
Disculpa que no pueda resistirme a la atracción de la frase hecha: hay amores que matan.
ResponderEliminarAunque creo que tu relato nos pone ante una reflexión no poco profunda:¿por qué sabiendo que lo fatal está detrás de alguna de nuestras decisiones aún así las tomamos?¿Vivir al límite asumiendo riesgos en pos de un instante intenso?¿Reflejo instintivo?
No lo sé, pero me queda claro que es mejor no atender la solicitud de ciertos reclamos.
Aparte de reflexivo, encuentro mucho sex appeal en las forma sinuantes de tu relato.
Saludos, Nuria.
La vida es una yincana de decisiones a tomar y no siempre se acierta. Los reclamos pueden tomar formas muy atractivas; seguro que hay uno para cada persona del que sería difícil escapar…
EliminarMuchas gracias por comentar Manuel.
Saludos.
A veces, la atracción es tan grande que, aún sabiendo que vamos hasta el ocaso, aceptamos el destino pues no podemos echar marcha atrás al imán del deseo.
ResponderEliminarExcelente relato y título.
Aprovecho para darte mi enhorabuena por tu victoria en rec y desearte la mayor de las suertes en la final mensual.
Un beso.
Pablo
Lo que nos depara el destino es inevitable y, si a eso le sumamos la pasión, a ver quién es el guapo que no cae. Podemos intentar huir pero al final...
EliminarMuchas gracias por tu felicitación. Ojalá que tu suerte me llegue y acabe el año a lo grande :-)
Un abrazo Pablo.
Hay decisiones cuyas consecuencias negativas se conocen, pero no por ello dejan de hacerse. En este caso estaría más justificado que nunca ceder a la tentación, pues cuando la señora de la guadaña se presenta nadie puede eludirla. Tu protagonista lo sabe, por eso concluye con un "No pude resistirme". Ya que le va a tomar como presa, al menos, entregarse con estilo y que fluya la pasión. No tendrá oportunidad de contarlo, pero sus últimos momentos en este valle de lágrimas serán vibrantes, como poco.
ResponderEliminarIntenso y bien narrado, Nuria
Un abrazo
Quizá a veces se pueden cerrar los ojos y que sea lo que tenga que ser. O quizá es mejor no empujar una puerta entreabierta. La vida es un camino de tentaciones y, en este caso, era inevitable caer. Al menos, se fue a lo grande. :-)
EliminarMe alegro de que te guste.
Gracias por pasarte Ángel.
Vas introduciendo los símbolos más comunes de la muerte en nuestra cultura, creando un clima de tensión dramática y preparándonos para el desenlace fatal. La sorpresa ha sido enorme: la muerte aparece personificada en una sensual y tentadora mujer que invita por señas al protagonista. Has roto con el tópico del miedo a la muerte. Ofreces la visión de una muerte apetecible y placentera, a la que entregarse de buen grado cuando nos llama.
ResponderEliminarMe ha encantado, Nuria. Felicidades y besos,
Ojalá sea tan fácil ir con ella llegado el momento ¿verdad? Quizá sepa cómo embelesar a cada uno de nosotros para hacer el paseo más fácil... :-)
EliminarMe alegro de que te haya gustado Carmen.
Besos.
Que dulce despertar tendrá tu protagonista en el otro mundo. Un relato lleno de sutileza. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso, Nuria...y como ya falta poquito, aprovecho para desearte Feliz Navidad.
Muchísimas gracias Pilar. :-)
Eliminar¡Felices Fiestas para ti también!
Besos gordos.
Precioso relato de sentimientos encontrados en el que la curiosidad y la atracción física vencen al temor y al riesgo. Muy bien construido y con buen ritmo. Capturas al lector. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Josep. Agradezco tus bonitas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que esa señora estaba de muerte, Nuri :-) como tú.
ResponderEliminarMuack
Jajajaja Sí que estaba de muerte, sí. Al menos fue remedio de todos los males, y además, un gran remedio...
EliminarBesos gordos.