Pasó muy cerca
Ya en la calle cerró fuertemente los ojos. La sensación de que un tren había pasado a su lado rozándole la piel lo dejó sin aliento. Hasta sintió el viento producido.
Lívido, recordó las palabras del médico: "Eran células cancerosas, pero ya no existen". Y su recomendación: "Una buena cena".
Lívido, recordó las palabras del médico: "Eran células cancerosas, pero ya no existen". Y su recomendación: "Una buena cena".
La vida es una lotería en la que la mala suerte te acaba tocando. Si te libras de una, te aparece otra hasta que La Parca se sale con la suya. Pero siempre nos queda un consuelo: una buena cena, de esas que llenan sepulturas. Amén, Javi, que así sea.
ResponderEliminarSabemos que al final la Parca se saldrá con la suya, pero una vez aceptada esta regla del juego nos queda el saber jugar bien nuestras cartas mientras dure. En eso estamos, en encontrar unos buenos compañeros que jueguen limpio. En disfrutar con ellos de las cosas buenas y de vez en cuando en contarlo en cincuenta palabras.
EliminarLo de la cena queda pendiente, ya que no hemos podido estar con esta "quedada" en Madrid.
Nos vemos Juan, Un abrazo
Me ha gustado tu relato sobre la vivencia de sentir la parca de cerca. Muy bien construido, transmite una intensa sensación física de angustia. Y un final con la mejor recomendación posible: vivir la vida. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu amable comentario Josep Maria. Son momentos relevantes de la vida que contados en pocas palabras pueden impactar al leerlos, pero impresionan más en la realidad cuando te plantan ante ti la fragilidad de la vida.
EliminarUn saludo Josep Maria
Sobrevivir a una enfermedad que tanto pavor produce es comparable a sentir el roce de un tren que, en un momento, puede terminar con una existencia. Dicen que cada uno tenemos nuestro destino escrito, si es cierto, en el de tu protagonista estaba previsto un buen susto, pero no su final definitivo. Quién sabe si se trataba de mandarle el mensaje de que cada minuto debe aprovecharse y vivirse con intensidad.
ResponderEliminarMe alegré de conocerte el año pasado, aunque no habláramos mucho. Anímate a la próxima quedada.
Un abrazo, Javier
En el caso de este relato no me hizo falta tirar de imaginación para construirlo, porque lo viví personalmente. Ciertamente fue un buen susto y el propio médico me dio la pauta para sobrellevar el trance: Había que celebrar que no fuera mi momento. Fue un aprendizaje más en la vida.
EliminarPor cierto, Ángel, creo que me confundes con otro. No estuve en ninguna quedada el año pasado. A ver si el próximo puedo asistir y nos vemos.
Un abrazo, Ángel
Consigues que el lector perciba el cúmulo de sensaciones intensas que abruman a tu protagonista. Un buen relato, Javier.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu comentario Antonio. Muy bien empleada esa palabra de abruman. Es la sensación que queda al recibir tal noticia.
EliminarUn saludo
Estremecedor y alentador relato. Leo en comentarios que, además, es autobiográfico. Enhorabuena doble, pues.
ResponderEliminarDobles gracias por tu comentario, Fernando. Cada relato para mandar a cincuenta palabras ha ido acompañado de un proceso de búsqueda de temas o momentos impactantes que resulten amenos al lector. En esta ocasión no me hizo falta usar la imaginación. La mejor trama la había vivido yo. El texto, luego, salió solo.
EliminarUn abrazo Fernando
Ese tren iba por otra vía, afortunadamente, pero la imagen es poderosa e ilustra de forma convincente esa sensación de alivio de haber escapado en el último momento y casi por los pelos de lo que pudiera haber sido una especie de condena o calvario o espada de Damocles servida sobre tu propia cabeza.
ResponderEliminarFelicitaciones pues, tanto por el diagnóstico negativo (la negación de un mal en potencia es un gran bien en esencia)como por el micro, acertado y emocionante a la vez.
Un abrazo, Javier.
Hoy mismo, siete años después de aquel acontecimiento, siento el frío que me produjo saber que podía haber sido el comienzo del final. La negación del mal ciertamente fue un bien en esencia que me hizo ver la vida de otra manera. Por supuesto que lo celebré con una buena cena y me animé a iniciar otras actividades, como la de escribir relatos cortos.
EliminarGracias por tus palabras, Manuel.