Recuerdos del hogar
En la oficina, algunos se burlaban de él, de que tuviera la mesa llena de unicornios, dragones, ogros y demás seres mágicos. Él lo sabía pero seguía trabajando sin decir nada. "Ellos se lo pierden; si fueran como yo también echarían de menos su planeta natal", se decía el alienígena.
Es muy enternecedor, de la categoría de ET por lo menos. Gracias por este relato, arriesgado y bien resuelto.
ResponderEliminarUn saludo afectuosos, Luis
Estar lejos de casa es duro, por eso que tener a tu alrededor cosas que te recuerden tu hogar hace más llevadera la distancia, y más cuando hablamos de años-luz.
EliminarGracias por tu amable comentario. Un saludo.
Apreciado Luis, tu relato me lleva a pensar en aquellas personas que se creen con derecho a opinar de los demás, sin saber nada de esas vidas ajenas en lugar de preocuparse de las suyas propias.
ResponderEliminarUn saludo
La gente nos ve y cree saberlo todo de nosotros, y se cree con derecho a criticarnos de forma incluso insidiosa sin conocernos, y eso que si ellos estuvieran en nuestra misma situación se comportarían igual que nosotros. Somos así.
EliminarGracias por tu comentario. Un saludo.
La gente pone fotos de sus niños y hasta de su perro en sus despachos. Es lógico que este personaje, tan lejos del hogar, sienta cierta nostalgia y no quiera perder del todo el contacto. Saber que los seres mágicos sí que existen y habitan en otro planeta es una revelación sorprendente, que sin duda cambiará la Historia.
ResponderEliminarUn relato muy imaginativo, Luis
Un abrazo
Quizá sea mejor que no sepan la verdad sobre su lejano origen, ya sabes como son los humanos cuando quieren ser condescendientes con los extraños. Además el alienígena prefiere el anonimato, así vive más tranquilo; no es cuestión de que le den a conocer y le expongan como a un animal de feria. Además, el alienígena se puede cabrear, y puede usar sus armas si se ve acorralado, y eso no lo quiere nadie, ni siquiera él.
EliminarMuchas gracias, Ángel.
Pobrecito el alienígena incomprendido. Me encanta. Es una historia muy tierna.
ResponderEliminarSaludos.
El pobre alienígena sólo pretende vivir en paz. Tuvo que huir de su planeta por causas que prefiere no contar a nadie pero aún así echa de menos su hogar, de ahí que tenga decorado su mesa de la oficina con aquello que le recuerda su planeta. Quizá, con suerte, pueda regresar a su casa algún día.
EliminarMuchas gracias, Nuria. Un saludo.
Todos tenemos nuestros recuerdos y nuestro pasado. La añoranza del hogar lejano lleva al alienígena a rodearse de sus recuerdos. Nadie puede juzgar a otro si no ha caminado con los mismos zapatos.
ResponderEliminarUn canto muy imaginativo, como es habitual en ti, al respeto, a no entrometerse en los asuntos ajenos.
Un fuerte abrazo, Luis, vengas del planeta que vengas.
Sí, yo también llevo mal eso de estar varios días fuera de casa, por eso, aunque en ocasiones escriba relatos en los que el protagonista es un avezado explorador que recorre la galaxia de un extremo a otro, ese no soy yo, te lo aseguro, jajaja (ya sabes, el poder de la imaginación que nos permite vivir otras vidas). Y en cuanto a lo otro, es cierto que no me gustan los cotillas entromentodo (ya sabes, cada uno en su casa y Dios en la de todos). Parece que vengo de mi propio planeta, jajaja.
EliminarMuchas gracias, Carmen, por tu comentario. Me alegra que te guste mi micro. Un abrazo.
Me ha recordado al descarado y entrañable "Alf", por ese halo de nostalgia que has sabido imprimir a tu historia.
ResponderEliminarSuerte y un saludo, Luis
A mí me encantaba Alf. De todas maneras a mi alienígena le gusta pasar más desapercibido que al descarado de Alf. Me alegra que te guste mi micro. Saludos.
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