Silencios en voz alta
—¿Qué más desea que le ponga, señora?
—Ponme unas de cerezas. Y cuarto y mitad de amor del bueno.
—¿Cómo ha dicho...?
—¡Ay, perdón! En qué estaría yo pensando... —contestó mientras apartaba la mirada del joven dependiente que bien podía ser su hijo y de quien llevaba años locamente enamorada.
—Ponme unas de cerezas. Y cuarto y mitad de amor del bueno.
—¿Cómo ha dicho...?
—¡Ay, perdón! En qué estaría yo pensando... —contestó mientras apartaba la mirada del joven dependiente que bien podía ser su hijo y de quien llevaba años locamente enamorada.
El amor no tiene edad (o eso dicen), pero si no arriesga...
ResponderEliminarUn saludo, Juan.
Ni el amor tiene edad, ni puede ocultarse por mucho tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.